SALUD CAMPEÓN

Por Eduardo Rivas – El miércoles pasado el Club Independiente salió campeón del Torneo de Primera División de la Asociación de Básquet de Zárate-Campana. Y más allá del éxito deportivo, que no es poco, creemos importante rescatar una serie de hechos que quizás no son tan vistos para la mayoría de los vecinos y que debieran ser un ejemplo para trabajar como sociedad.

Independiente es el Club de Básquet de la Ciudad, es un club de barrio cuyo principal deporte es el básquetbol y que ofrece a los chicos de Zárate una formación completa en base a valores de trabajo en equipo, solidaridad, compañerismo. Quienes pasamos por su cancha llevamos estos principios como ejes rectores de nuestro accionar diario.

En los últimos tiempos, y producto de tener un buen nivel competitivo, le tocó afrontar dos torneos en paralelo, jugando cada dos días, con lo que ello conlleva. Porque quienes salen a la cancha van a practicar después de trabajar o estudiar. No trabajan de jugadores de básquet ni tienen empleos ficticios para recibir dinero. Son jóvenes que creen en lo que hacen y que pelean por lo que creen.

Muchos de ellos son quienes salieron campeones seis años atrás cuando como consecuencia de ello, y de haber hecho lo que correspondía en el torneo provincial, Independiente ascendió. Muchos de ellos fueron la llave de entrada de Zárate Básket a los torneos nacionales… porque quien había llegado había sido Independiente. Y muchos de ellos fueron dejados a un lado porque ‘no estaban a la altura’ del nuevo torneo. Sin embargo no bajaron los brazos, volvieron a la vieja cancha de la calle Independencia a seguir entrenando, como siempre.

Y a ellos se sumaron jóvenes que siguieron su ejemplo, que entendieron que las cosas se logran con trabajo y no con plata. Que los campeonatos se ganan, no se compran. Que los jugadores se forman, no se contratan. Jóvenes que durante la semana, el día anterior al partido final por el título fueron a entrenar junto a los más pibes, para mostrarles el camino a los más chicos… y para no olvidar dónde había arrancado todo.

Pero no salieron campeones solo los jugadores. En el banco de suplentes, como seis años atrás, estaba Oscar Comelli, quien supo conducir a un grupo de personas tras un sueño en común. Y en cada lado del club un grupo de zarateños, muchos de ellos ex jugadores, hoy padres de jugadores del Club, dejando tiempo, fuerzas y, muchas veces, dinero para que el club siga adelante. Sin presupuestos millonarios, pero con mucho amor propio porque quieren para sus hijos un futuro mejor.

Dicen que un chico en el club es un chico fuera de la calle, y ellos lo ponen en práctica a diario.

Esto no es más que el fruto de tantos años de siembra.

Un título no los hace mejor ni peor. Era difícil la final, por la carga de partidos, por el nivel del rival, por haber perdido de local el primer partido, y sin embargo consiguieron el objetivo logrado. Supieron levantarse tras caer, supieron sobrepasar los escollos que encontraron a su paso. Pero no los hace mejores, los hace mucho más que eso, los hace ejemplo de una forma de actuar que todos debiéramos poner en práctica cada día.

Porque como suelen poner en las redes sociales del Club, ‘a la cancha entran los pibes, pero jugamos todos’.

Por eso ayer salió campeón un Club, el más campeón de la historia del básquet zarateño, el que puso (pone y pondrá) al básquet zarateño en lo más alto, pero fundamentalmente salió campeón un grupo de gente que hace que el Club exista, que cada día habra sus puertas para que generaciones y generaciones de jóvenes se formen en valores que trascienden el deporte y los tiempos.

Otros se encargarán del análisis y la crónica deportiva, pero el miércoles no solo ganó un equipo de básquet, el miércoles fundamentalmente alcanzó un premio, no un objetivo, un grupo de personas que creen que se pueden hacer las cosas de otra manera.

Gracias Independiente.

¡Salud campeón!