El Domo de Cebolla, construido para albergar el enorme Gran Telescopio Ecuatorial, inicialmente estaba recubierto con papel maché. Fue dañado por bombas en dos ocasiones durante la Segunda Guerra Mundial.
Después de 60 años de mantener cerradas sus compuertas para mirar al cielo, los astrónomos volverán al Observatorio Real de Greenwich (ROG, por sus siglas en inglés) a explorar el firmamento.
La histórica casa de la astronomía británica que el rey Carlos II mandó a construir en 1675 con la esperanza de que las lejanas estrellas salvaran barcos y vidas, se convirtió en un museo después de 1957, cuando los científicos se retiraron al campo para alejarse del esmog urbano y la contaminación lumínica.
El lugar que ahora es quizás más conocido por marcar la longitud de grado cero, será una vez más un sitio desde el cual se busquen “los tesoros escondidos en los cielos, los cuales son tan ricos que la mente humana nunca adolecerá de nutrientes”, como dijo el matemático, astrónomo y astrólogo Johannes Kepler.
En Reino Unido, Carlos II nombró a John Flamsteed como su “observador astronómico”, luego de que éste le demostró que el mejor catálogo de estrellas disponible, el de Tycho Brahe, era propenso a errores hasta de varios cientos de millas.
Proporcionar los datos necesarios, dijo, requeriría años de observación con instrumentos grandes equipados con miras telescópicas.
El rey entonces le dio la instrucción de “aplicarse con la más exacta atención y diligencia a la rectificación de las Tablas de los Movimientos de los Cielos y los lugares de las Estrellas fijas, a fin de descubrir la tan deseada Longitud de Lugar para perfeccionar el arte de la navegación”.
Tres meses más tarde, el 22 de junio de 1675, emitió una nueva orden para la construcción del observatorio en Greenwich, diseñado por uno de los grandes de la arquitectura británica: Christopher Wren.
Allí pasó Flamsteed el resto de su vida y, a pesar de su mala salud y bajo salario, tomó más de 50.000 observaciones.
Haber sido el sitio donde se hizo realidad la posibilidad de determinar la ubicación de un lugar en la Tierra al este o al oeste de una línea norte-sur con exactitud hizo de Greenwich el hogar del meridiano principal.
Ahora, nuevamente, tanto profesionales como aficionados y escolares del siglo XXI seguirán escribiendo la historia del observatorio de Greenwich.
Sus instrumentos estarán a disposición de todos, entre ellos el Telescopio Astrográfico Annie Maunder, que en realidad son cuatro dispositivos en uno solo.
Los usuarios podrán estudiar el Sol y los planetas en nuestro Sistema Solar, pero también mirar más allá a las estrellas más distantes y esas grandes nubes de gas y polvo conocidas como nebulosas planetarias.
Fuente: BBC Mundo