EL ABC DE UN DICTADOR

Por Roxana Belda* – Días atrás me vi un documental en Netflix que en seis episodios cuenta como diferentes líderes políticos han llegado al poder absoluto marcado por sus comportamientos tiránicos. La narración se inspira en el libro “El Manual del Dictador” escrito por dos prestigiosos profesores de la Universidad de New York, donde detallan el plan estratégico que estos líderes tienen en común para acumular poder y mantener su reinado a cualquier precio.Los episodios hacen referencia a dictadores históricos como Hitler, Stalin, Gaddafi o Saddam Hussein, entre otros. Sin embargo, es como si todos utilizaran el mismo manual para gobernar. Se trata de una descripción exacta de los cimientos que sostienen la estructura de este tipo de liderazgo, que tiene su correlato con los dictadores de la actualidad.

Para comenzar, la primera regla es “Construye el poder”. Por lo general, muchos comienzan de jóvenes en la fuerza militar o como activista de alguna agrupación política. Ahí se destacan por su personalidad, carisma y poder de convocatoria. Van adquiriendo notoriedad dentro del grupo y de a poco van siendo elegidos hasta llegar a cargos importantes. Utilizan discursos sin datos, pero emotivos, que apelan a ser los “salvadores” o “proveedores” que la gente necesita. Sus discursos están plagados de utopías y la idea de una sociedad perfecta que ellos parecen emular. Incluso, algunos se presentan como si tuvieran una especie de misión divina, fueron puestos ahí desde algún lugar místico o haciendo mención a Dios, como para legitimar su rol.

Recordé en la actualidad a Maduro, cuando dijo en uno de sus discursos, que había tenido un encuentro con un pajarito pequeño y que era una señal de que “´El” era el elegido para conducir al país, haciendo referencia a un mensaje divino enviado por Chávez. Castro muchos años antes ya había utilizado el mismo recurso, una especie de encuentro místico con un ave que le marcó el camino para su conducción.

Todo aquel que piensa distinto o se expresa en contra es considerado “rival” o “enemigo”, por lo tanto, hay que controlarlos, echarlos, o destruirlos. Por eso, la segunda regla es “Derribar al enemigo”. Las formas pueden ser varias: torturando, encarcelando, secuestrando, humillando en público, echando de algún cargo laboral importante y en algunos casos exterminándolos. Los que en algún momento fueron colaboradores, tienen mucha información y pueden convertirse en potenciales enemigos. Así que es mejor que quien a llegar a la cima sea destruido en el corto plazo, como fue el caso de Fidel y el Che Guevara.

Hay un lema que aplica a todos los dictadores “mata o te matarán”. Algo así como la ley de la selva. Gana el más fuerte. Si eres débil, mueres. Es fundamental también tener a las fuerzas policiales y militarescomo aliadas ante cualquier desmán popular. Todos los puestos estatales deben ser relaciones de absoluta lealtad y en muchos casos hasta parientes en quien confiar. Xi-Jinping y Hong Kong son un excelente ejemplo de esto.

Algo primordial es tomar los recursos del país, tergiversando noticias sobre el mal funcionamiento actual de las empresas privadas y estatizarlas para asegurar un mejor servicio a los ciudadanos. El estado es quien provee protección y seguridad. De esta manera, se expropian elegantemente del gas, petróleo, electricidad, etc. Ponen “aliados” para controlar el comercio y la riqueza estatal en beneficio propio, provocando bolsillos acaudalados para el líder dictador y nada para el pueblo.

La corrupción es típica de estos regímenes. El líder se llena de grandes fortunas gestionando un pueblo pobre, sin obra pública y sin infraestructura. Pensemos en Uganda, Nigeria, Sudáfrica, por nombrar algunos. Por supuesto, deben tener la ley bajo su absoluto poder y debilitar la Justicia comprando o amenazando jueces. Un excelente ejemplo es la prisión del opositor Alexei Navalny en manos de Vladimir Putin.

De tanto en tanto, en este esquema es común humillar a los colaboradores para mostrar quién manda. Recordarles qué pasa en caso de oponerse o criticar al gobierno. La respuesta ante la crítica siempre es el ataque en cualquiera de sus formas. Todos son descartables o reemplazables. Por eso no puede faltar la regla de “Gobernar con terror”, tanto para el pueblo como para los propios. El terror acalla y controla las masas.

Que es más efectivo: ¿gobernar para ser temido o para ser amado? Quizás ambas pueden ser posibles. La educación escolar sirve para adoctrinar a niños y niñas fieles al régimen. ¿Se desacredita la ciencia y la religión o se la utiliza para beneficio propio? Sumar la propaganda, la desinformación, la censura y la alianza con periodistas leales son mecanismos utilizados para re escribir la historia y contar una versión “más favorable”. La regla es: “Tener el control absoluto de la información”. Con la prensa a favor tergiversadas se enaltecen los triunfos y se convence al pueblo sobre su grandeza y poder.

Les es útil aliarse con figuras populares. Algún famoso artista o deportista siempre incrementa el carisma y el interés popular. También son fundamentales los monumentos, carteles y propaganda exaltando la figura omnipresente e inmortal del líder.

Como consecuencia decanta la siguiente regla: “Crear una nueva sociedad”. Una sin libertad y totalmente controlada por el Estado. Se tiende a provocar un asilamiento del mundo, aludiendo que lo externo es una amenaza para el país. El estado ofrece “estabilidad y seguridad”, a costa de perpetuarse en el poder. En caso de descontento popular y para evitar una posible sublevación, según este manual, se puede optar por “buscar una guerra” con algún país vecino que adquiera el rol de chivo expiatorio, para así echarle la culpa de todas las desgracias que sufre la sociedad. Con esa campaña de odio hacia otro país se aseguran continuidad y lealtad social, ya que será “él” quien defenderá los derechos y la soberanía del pueblo frente a amenazas externas.

Por último, “Gobernar para siempre”, poniendo a familiares en el gobierno para seguir el hilo sucesorio. Hijos o hermanos garantizan una dinastía muy difícil de disolver, como el caso de Kim Jong Un en Corea del Norte.

Los dictadores en la actualidad se encubren en una aparente fachada de elecciones democráticas, cuando en realidad suelen ser los únicos candidatos con control absoluto de los resultados. Experimentar con tecnología nuclear y espacial parece ser la sortija que todos los jefes de estado quieren agarrar, el que logre conquistarla tendrá supremacía a nivel mundial.

Me pregunto qué pasará si el arma equivocada queda en manos de alguno de los lideres autoritarios actuales. Espero ansiosa la segunda temporada …

* periodista y conductora del programa Estudio Abierto en Radio Rivadavia.