Investigadoras de la Universidad Nacional del Chaco Austral estudian los compuestos nutricionales de la leche materna para elaborar alimentos que sean destinados, en primera instancia, a recién nacidos que se encuentren en zonas de mayor vulnerabilidad. En la Semana Mundial de la Lactancia, destacan la necesidad de ampliar los bancos de leche en todo el país.
Son conocidos los beneficios que produce la lactancia en un bebé. Sus componentes nutricionales y funcionales son fundamentales en los dos primeros años de vida. Sin embargo, hay muchas personas que se encuentran imposibilitadas de amamantar o no producen leche suficiente, por lo que la necesidad de acceder a ese alimento de otra forma se vuelve indispensable.
Teniendo en cuenta que esta situación se replica en todo el país, investigadoras de la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAus) trabajan en el desarrollo de productos lácteos a partir de leche humana. “El objetivo es crear un postre para niños de cuatro meses en adelante, que pueda reforzar su nutrición y defensas”, precisó Carla Martín, becaria doctoral del CONICET y directora del estudio, a la Agencia CTyS-UNLaM.
Actualmente, se encuentran estudiando su composición y las características nutricionales, para poder replicarlas en el alimento a desarrollar. En paralelo, también trabajan en la obtención de leche materna en polvo, una opción que permitiría extender su vida útil y facilitar su distribución. “Es una forma de darle una respuesta a aquellos niños que se encuentran en zonas de mayor vulnerabilidad y que no tienen acceso directo a un banco de leche o un hospital”, resaltó Martín, Magister en Nutrición.
Los bancos de leche materna que menciona la investigadora son un servicio especializado en la promoción de la lactancia materna que funcionan en hospitales públicos. Sus actividades implican la recolección, el procesamiento, el control de calidad, la conservación y la distribución. Actualmente, hay nueve bancos funcionando en todo el país. “Lo ideal sería que haya uno por provincia”, consideró Martín.
Sin embargo, estos lugares se nutren de donaciones, un acto tan clave como poco difundido. “El gran porcentaje de las mamás que donan son aquellas que pasaron por neonatología o que algún conocido estuvo ahí, entonces conocen lo que implica y lo que vive esa familia. Hay casos en que incluso en una pérdida tan grande como es la de un hijo, deciden hacerlo para que otros bebés se puedan alimentar”, relató.
Para la investigadora de la UNCAus, si bien se avanzó mucho en la difusión de los beneficios de la lactancia, aun queda mucho trabajo por hacer en lo que refiere a la donación: “En la televisión o en otros medios no se ven campañas sobre la importancia que tiene donar. Son los profesionales los que hacen el trabajo de ir a los centros de salud, tener charlas y dar talleres. Realmente se necesita porque es mucho lo que se utiliza en los hospitales y así, también, se podría administrar entre los nosocomios”.
Más información, menos mitos
Uno de los grandes problemas que los profesionales detectan en torno a la lactancia es la presencia de ciertos mitos que van en detrimento de ella. Por ello, la becaria del CONICET alertó sobre la falta de Centros de Lactancia Materna en clínicas privadas y hospitales. “Por lo general, solo está el servicio de neonatología, pero ahí se ocupan de muchas cosas. Necesitamos estos lugares que se enfocan únicamente en la atención de la mamá, en sus necesidades y también en aclarar todas las creencias erróneas que hay”, explicó.
En ese sentido, señaló que uno de los mitos más difundidos es que “a veces la leche materna no llena o no hidrata lo suficiente”. “La lactancia aporta todos los nutrientes que el niño necesita, nunca se va a quedar con hambre. Si el bebé después de amamantar llora o insiste que quiere más, es porque lo debe necesitar. Y en verano, suelen darle agua y no es necesario. Durante los primeros seis meses, la lactancia es exclusiva”, remarcó.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mala nutrición durante las primeras etapas del ciclo de vida puede conducir a daños extensos e irreversibles en el crecimiento físico y el desarrollo del cerebro del bebé, por eso se recomienda extender la lactancia hasta los dos años de vida. Al respecto, Martín sostuvo que “si la mamá y el niño quieren continuar luego de los dos años, pueden hacerlo”.
“No hay una edad limitante. Lo ideal es que se sostenga porque es muy importante también para el desarrollo neurológico del bebé, pero cuándo se termina ese vínculo lo decide la madre en base a las necesidades de su hijo. Por eso es clave trabajar en la seguridad de la persona que amamanta. Sin dudas, es un desafío por delante”, concluyó.
Marianela Ríos (Agencia CTyS – UNLaM)