Con propuestas de cursos como herrería, mecánica y carpintería, junto con aquellas de mayor desarrollo tecnológico como programación o impresión 3D, se busca “vincular a la universidad con la formación en trabajo”, dijo a Télam Sergio Serrichio, creador de la Red Nacional de Universidades Formadoras en Oficios.

Las escuelas de oficios universitarias ofrecen “salida laboral rápida y tiempo corto de estudio”, lo que despierta especial interés entre los jóvenes, al incluir tanto propuestas de oficios tradicionales como también ligadas a las economías productivas de cada región, indicaron hoy directores de estas iniciativas.

A lo largo del país, la enseñanza de oficios es abordada por escuelas dependientes de universidades nacionales y provinciales con el propósito de “vincular a la universidad con la formación en trabajo”, dijo a Télam Sergio Serrichio, creador de la Red Nacional de Universidades Formadoras en Oficios.

“Existe la necesidad de saber un oficio, con el que se puede tener un trabajo más que digno. Por ejemplo, tenemos un curso de armado de muebles y el 80% están trabajando y vendiendo muebles”

Sergio Serrichio

Para Serrichio, el valor de estas propuestas reside en que “las universidades mantienen el mayor prestigio como institución pública, por lo que se supone que ese oficio se aprende con profesionales y equipamiento de primera calidad”.

Entre algunas de las más de 50 escuelas de oficios agrupadas en esta red, se encuentran las dependientes de la Universidad Provincial de San Luis (UPrO), Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Unicen) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

“El logro más grande de la red fue conseguir que el Ministerio de Educación interviniera los certificados de muchas de las universidades”, señaló Serrichio, quien es también el director de la Escuela Universitaria de Oficios (EUO) dependiente de la Secretaría de Políticas Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Con una matrícula de aproximadamente 7.000 estudiantes, en la Escuela de Oficios de la UNLP el 45% de los inscriptos son jóvenes de entre 18 y 35, con igualdad en el cupo de género.

En este sentido, la “inmediatez de los adolescentes que buscan una salida laboral rápida”, junto con la dificultad de “imaginarse a cinco o seis años en carreras universitarias”, son características que Serrichio destacó en el crecimiento de este tipo de ofertas de oficios universitarios.

“Ven una salida laboral rápida y tiempo corto de estudio, con carreras que duran un año como máximo”, sostuvo y añadió que “más del 50% de los egresados están trabajando de manera formal”.

“Existe la necesidad de saber un oficio, con el que se puede tener un trabajo más que digno. Por ejemplo, tenemos un curso de armado de muebles y el 80% están trabajando y vendiendo muebles”, apuntó Serrichio.

A su vez, las escuelas brindan la posibilidad de aprender un oficio a estudiantes que no necesariamente cuentan con un título secundario, lo que posibilita la capacitación de nuevos profesionales, al tiempo que muchas sedes sumaron opciones de cursadas virtuales luego de la pandemia.

Para el director de la EUO, este tipo de propuestas de formación cuentan con un “carácter simbólico muy fuerte”, al ser respaldadas por universidades, y permiten que “un oficio se revalorice”.

“Si hacemos un poco de historia, en nuestro país en los años 50′ existían escuelas de oficio muy importantes, en las que salían de ahí profesionales capacitados, que ahora están desapareciendo por la edad. A su vez, es normal decir que no se consigue gente de oficio”, agregó.

Andrés Harispe es director de la Universidad Barrial, dependiente de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Unicen), donde se enseñan oficios junto con formación cultural, deportiva y artística.

“Suena raro que una universidad esté dando oficios, pero hay una realidad que no es la misma de hace 20 ó 30 años. Muchas veces no se pueden sostener carreras de siete u ocho años de duración real”, señaló Harispe.

La iniciativa, cuya sede se ubica en el barrio Villa Aguirre de la ciudad de Tandil, cuenta con “un sistema de cursos cortos, como diplomaturas y carreras cortas, que certifican tramos de conocimiento con instancias formativas”, explicó.

Entre las propuestas de cursos, se encuentran las opciones más clásicas como herrería, mecánica y carpintería, junto con aquellas áreas laborales que tuvieron mayor desarrollo en los últimos años debido al avance tecnológico, como Programación o Impresión 3D.

En el caso de la Universidad Barrial, confluyen los estudios de Tamara Marruedo (31) para ser maestra pizzera, junto con los de Lautaro Cañete (21) quien cursa Diseño e Impresión 3D, y ambos estudiantes destacaron que los cursos abren una “alternativa” laboral.

Consultado sobre el la matrícula, Harispe sostuvo que abarcan “todas las edades” y contó que “suele ser un ambiente bastante integrador y policlasista” y que “no solo llega gente que busca trabajo, sino también personas que quieren capacitarse en otra área como una alternativa”.

Además, remarcó la demanda en el ámbito de la informática, que permite desde “capacitar en lo básico hasta trabajar para el extranjero”.

Ambos directores también coincidieron en que las demandas y necesidades de cada región son tenidas en cuenta a la hora de establecer una oferta de cursos relacionados con la actividad productiva de cada área.

“Esto le brinda a cada escuela su identidad propia y permite preparar gente que puede salir a trabajar en su zona”, apuntó Serrichio.

Y ejemplificó que en la EUO “desarrollamos un curso para operadores de armado de baterías de celdas de litio, y en la primera fábrica de la ciudad necesitaban operadores, por lo que desarrollamos contenido para capacitar a la gente que ahora está trabajando ahí”.

En cuanto a la ciudad de Tandil, Harispe señaló que “se trabaja con una diversidad de ofertas que tienen que ver con la composición económica de la región, como el turismo, el desarrollo de emprendimientos gastronómicos y la industria alimenticia, con productos como el chacinado y la miel”.

Estas experiencias, que se trasladan a todo el país, posibilitan la transferencia de formación a empleo través de “la articulación con actores locales”, concluyó Harispe.

POR FLORENCIA VAVELUK (TÉLAM)