El proyecto innovador, primero en su tipo, aporta al cuidado del ambiente y a la economía circular y está a cargo de un equipo de investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA y especialistas de AySA.

Especialistas de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) y la empresa estatal Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) pusieron en marcha, en la localidad matancera de Aldo Bonzi, la primera planta piloto de Argentina que utiliza microalgas para descontaminar el agua, al mismo tiempo que produce biofertilizantes.

El objetivo del proyecto busca valorizar la biomasa algal que se cultiva en los reactores de la Planta, usando como insumo los efluentes cloacales que llegan a la Planta Depuradora Sudoeste de AySA. Estas microalgas, que generan el característico color verdoso en los cuerpos de agua, son las encargadas de, mediante fotosíntesis, eliminar los nutrientes y favorecen la actividad de bacterias que degradan la materia orgánica del agua residual para lograr su saneamiento.

“Hay un concepto de economía circular que engloba el proceso y eso es lo que lo hace tan innovador. Buscamos sanear y descontaminar con un producto – las microalgas- que, a priori, carecen de valor, pero, al generar biomasa se produce un valor ecológico y, por ende, potencialmente económico”, afirmó Carolina González, especialista del Centro de Investigaciones de AySA (CIAySA) y parte del proyecto.

Según la experta, las plantas de tratamiento con estos microorganismos resultan una buena opción, ya que se pueden ofrecer como alternativa de bajo costo y alta eficiencia en poblaciones y producciones pecuarias rurales acopladas a la producción de biomasa valorizable.

“Hay un concepto de economía circular que engloba el proceso y eso es lo que lo hace tan innovador”, aseguró Carolina González, especialista del Centro de Investigaciones de AySA (CIAySA) y parte del proyecto. | Foto gentileza: Prensa AYSA

“En primer lugar, captamos los nutrientes que hay en los líquidos cloacales para descontaminarlos. Por otro lado, por tratarse de organismos fotosintéticos, lo que sucede es que, además de captar la energía solar para la fotosíntesis, también toman dióxido de carbono, que es uno de los gases de efecto invernadero, lo cual ayuda a las acciones de mitigación del cambio climático”, explicó González, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM. De esta forma, la Planta aporta al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 enunciados por ONU, los cuales Argentina se comprometió a alcanzar.

Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación Argentina.

Fotosíntesis para sanear agua contaminada

A pesar de tratarse de una planta piloto, las instalaciones matanceras tienen la capacidad de purificar hasta 24 mil litros diarios de agua. Consta de tres reactores con la forma de enormes piletones de 40 metros cuadrados cada uno, en los cuales el agua pasa por una etapa de tratamiento primario y luego llega a los reactores.

Las instalaciones matanceras tienen la capacidad de purificar hasta 24 mil litros diarios de agua. | Foto gentileza: Prensa AYSA

Respecto a la función de las microalgas, la licenciada en Ciencias Ambientales y becaria en la FAUBA, Adelina Nashiro, comentó: “El fundamento del tratamiento de aguas residuales con microalgas se basa en la adaptación de consorcios de microalgas-bacterias, capaces de crecer en aguas residuales de forma controlada mediante el uso de reactores que permitan un aprovechamiento eficiente de la radiación solar”.

“De este modo, las microalgas son capaces de absorber el nitrógeno y fósforo del agua residual, producir biomasa y generar oxígeno producto de la fotosíntesis llegando a niveles de sobresaturación”, detalló la becaria.

Desde el equipo de investigación indicaron que la planta experimental puede reducir en un 90 por ciento la materia orgánica, extraer el 95 por ciento del nitrógeno y el 50 por ciento del fósforo, además de otros elementos contaminantes. Asimismo, de forma diaria, la planta obtiene de este proceso unos 760 gramos de biomasa microalgal.

Carolina González y Adelina Nashiro, integrantes del proyecto. | Foto gentileza: Prensa AYSA

Investigación desde la universidad pública, al servicio de la sociedad

“Hay algo que me parece que es fundamental, que es el trabajo conjunto y coordinado entre lo que es el ámbito formal de investigación de la universidad pública y el Ministerio de Ciencia. Gracias a esta acción se logró llevar adelante este proyecto. Me parece que siempre tratar de darle lugar a estos proyectos que tienen un enfoque de economía circular y medioambiental inserto en estas instituciones está buenísimo”, aseveró González.

Por su parte, Nashiro aseguró que “este tipo de articulaciones son muy beneficiosas e importantes, ya que permiten la aplicación de conocimientos y la implementación de nuevas tecnologías que se van desarrollando desde el ámbito científico”.

Para la experta, resulta ideal que lo que se va logrando desde la ciencia en materia de investigación y desarrollo pueda, finalmente, ser aplicado con un impacto positivo en la sociedad. “La articulación con un organismo tan relevante como AySA, que cuenta con la experiencia, el conocimiento y gran presencia en territorio, no sólo es fundamental sino que ha derivado en grandes resultados como la instalación y operación de la primera planta piloto de microalgas del país”, concluyó.

El proyecto formó parte de la convocatoria “Ciencia y Tecnología contra el Hambre”, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT) y es el resultado de más de diez años de trabajo a escala laboratorio.

Agustina Lima – (Agencia CTyS-UNLaM)