De todas sus geniales apariciones en el Mundial de Qatar, Lionel Messi tuvo una de carácter salvador en la victoria frente a México, la noche del sábado 26 de noviembre de 2022, que además, marcó un quiebre en la carrera de Enzo Fernández.

Foto Maximiliano Luna
Foto: Maximiliano Luna.

En la narrativa de la gesta de la “Scaloneta” ese 2-0 ante el seleccionado azteca del “Tata” Martino significó un prematuro pico de dramatismo, un nudo que puso a prueba los nervios de todos los argentinos, después del inesperado revés en el debut con Arabia Saudita (1-2).

La Selección afrontó su segundo partido por el Grupo C sin margen de error, con una tensión temprana que lo ubicaba en el plano de un cruce eliminatorio: matar o morir, al margen de las posibilidades en pie para la última jornada.

Los fantasmas de Corea-Japón 2002 acosaron a los argentinos en los días posteriores a la derrota con los árabes, el temor de otra mala presentación en Lusail disparaba el miedo a una nueva pesadilla mundialista, en el último intento de Messi.

La autoestima de los campeones de América estaba golpeada y todas las certezas acumuladas en el camino hacia Qatar se pusieron en duda tras la tormenta árabe.

“Tiene que cambiar sí o sí porque, si no, mañana hace las valijas para ir a casa”, advirtió el “Matador” Mario Kempes, campeón mundial 1978, en una nota con Télam durante el homenaje a Diego Maradona en Doha por el segundo aniversario de su muerte.

Scaloni trabajó sobre la formación de miércoles a viernes pero en la conferencia de prensa previa al partido avisó: “No vamos a cambiar nuestra manera de jugar por lo que pasó el martes, eso lo tenemos muy en claro”.

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Las variantes finalmente decididas en el equipo fueron cinco: Gonzalo Montiel por Nahuel Molina, Lisandro Martínez por Cristian “Cuti” Romero, Marcos Acuña por Nicolás Tagliafico, Guido Rodríguez por Leandro Paredes y Alexis Mac Allister por Alejandro “Papu” Gómez.

La respuesta futbolística y fundamentalmente anímica del seleccionado argentino era todo un desafío y una incógnita a la vez. El primer tiempo finalizó igualado sin goles, pero al margen del resultado, que lejos estuvo de alterarse, la Argentina jugó de forma preocupante, sin la reacción esperada.

Fue un equipo atado, dominado por el miedo a la eliminación y con dificultades de progreso en el campo rival por una imprecisión llamativa con la pelota.

El reloj se convirtió en el peor enemigo y la angustia le aportaba densidad a la atmósfera de un estadio cubierto por unas 80.000 personas. A los 57 minutos, Scaloni mandó a la cancha a Enzo Fernández, quien se había ganado el lugar en la lista durante la última gira previa al Mundial por su gran adaptación al Benfica de Portugal tras una brillante temporada en River.

Al joven de San Martín no le pesó la responsabilidad. Con su ingreso, la Selección tuvo otra intensidad y mayor fluidez en la circulación de la pelota.

Messi encontró un socio y a los 64 minutos rescató al equipo de la oscuridad: recibió una pelota de frente al arco, se perfiló de zurda antes del achique de los defensores y venció a Guillermo Ochoa con un tiro esquinado y rasante.

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El estallido en Lusail fue total, el equipo se soltó y, sin llegar a jugar bien, mostró otra cara con un Enzo Fernández bien plantado para anticipar, tocar y generar acciones de ataque.

Antes del cierre, el 24 de la Argentina confirmó su partido consagratorio con el segundo y definitivo gol. Messi lo ubicó tras un córner corte de Rodrigo De Paul, Enzo buscó el espacio en el área a pura habilitad y colocó la pelota en el palo más lejano del arquero mexicano.

El triunfo puso en carrera al equipo argentino y liberó la angustia acumulada tras el debut. La imagen de un Pablo Aimar derrumbado en el banco de suplentes, con lágrimas de desahogo luego del 1-0 anotado por el capitán, fue un perfecto resumen de lo vivido.

Entre tanta locura, Scaloni dio un mensaje de sensatez: “Me llamó mi hermano, diciéndome que no había visto el partido, que se fue al campo… Son cosas que tenemos que empezar a corregir, es sólo un partido de fútbol…”.

“La sensación de que nos estamos jugando más que un partido de fútbol no la comparto. Hay que hacer que todos sientan eso, que estamos jugando un partido de fútbol, sino nos va a pasar esto cada vez que la Selección juegue una partido eliminatorio”, consideró.

Desde aquella noche, en la que Messi alcanzó a Maradona como el futbolista de la Selección con más partidos en Mundiales (21), el camino quedó exento de espinas, aunque no de nuevos momentos de tensión.