En los últimos 40 años, el sector biotecnológico experimentó un crecimiento significativo, pasando de 32 empresas en 1990 a las más de 200 que operan en la actualidad. La primera fuente de financiamiento es a través de programas públicos y los especialistas consultados sostuvieron que sin respaldo estatal, el camino hacia la innovación y el progreso hubiera sido “considerablemente más difícil”.
Argentina se consolidó como líder en el desarrollo de empresas tecnológicas en América Latina, especialmente en los sectores agropecuario y de la salud, al abarcar el 34% de las empresas de biotecnología en la región.
Este constante crecimiento posiciona a Argentina como un referente en innovación y progreso en biotecnología, lo que impulsa avances científicos y tecnológicos en diversos sectores económicos.
El éxito de estas startups ha sido la efectiva colaboración entre el sector público y privado, a través de programas de cooperación gubernamentales, inversiones estratégicas en tecnología y alianzas estratégicas entre empresas e instituciones, según un informe.
La industria biotecnológica argentina ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas cuatro décadas, pasando de unas 32 empresas en 1990 a más de 200 en la actualidad, cifra comparable a la de países de la OCDE.
Además, el país se destaca en la región por albergar la mayor cantidad de startups biotecnológicas, representando el 34% del total en América Latina, según el informe del centro de investigación y diseño de políticas públicas Fundar.
“En los últimos años la Argentina se destacó a nivel latinoamericano por el surgimiento de un grupo de empresas de base tecnológica (EBT) que, pese a su juventud, muestran potencialidad de crecimiento y expansión internacional. La industria biotecnológica lleva más de cuatro décadas de desarrollo”, sostiene el análisis realizado por los investigadores Manuel Gonzalo, Juan O’Farrell y Franco Mendoza.
Tal como sostiene el informe, el surgimiento de estas startups se atribuye a los fondos de capital de riesgo y aceleradoras que financian proyectos productivos elaborados por centros de investigación pública y universidades nacionales, articulando el sector público y privado.
“El financiamiento por parte de estos actores es el que permite y habilita a generar prototipos como puede ser la creación de patentes. La primera fuente de financiamiento son programas públicos, mientras que la segunda es el capital más fuerte”, afirmó a Télam Gonzalo, investigador de Fundar y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes.
El informe resalta que un total de 103 startups recibieron capital institucional, siendo el 67% de ellas parte del sector de la biotecnología.
“Estas empresas no solo contribuyen significativamente a la salud y al sector agroalimentario del país, sino que también buscan comercializar a nivel internacional, aumentando así su impacto en las exportaciones”, agrego por su parte O’Farrell, economista y doctor en ciencia política.
Para ambos investigadores, el Estado juega un papel clave por dos razones: la formación de capacidades y el respaldo a través de políticas públicas como el Fondo para el Desarrollo Económico Argentino (Fondear) que financia proyectos en sectores estratégicos, con alto contenido tecnológico, lo que reactiva la economía y genera puestos de trabajo calificados.
“Este apoyo financiero ha facilitado el proceso de investigación y desarrollo, permitiendo que los proyectos avancen de manera más efectiva. Sin este respaldo estatal, el camino hacia la innovación y el progreso científico hubiera sido considerablemente más difícil”, afirmó Gonzalo,
Por su lado, O’Farrell destacó el crecimiento de startups en Argentina gracias al cambio generacional en investigadores, quienes muestran un mayor interés en el desarrollo empresarial, ejemplificado por la Ley de Capital Emprendedor.
Esta ley implica que por cada dólar invertido por un fondo de riesgo el Estado invierte dos dólares, atrayendo significativa inversión hacia la formación y desarrollo de estas empresas.
Este respaldo gubernamental identifica proyectos innovadores en el sistema científico y los impulsa en aspectos como propiedad intelectual y desarrollo de negocios.
En este contexto, las aceleradoras también juegan un papel destacado en el sector privado, entre ellas CITES vinculada al grupo Sancor Seguros; la aceleradora del litoral asociada a la Universidad del Litoral y al Parque Tecnológico del Litoral; Grid Exponential, respaldada por inversores individuales y empresarios argentinos que constituyeron su fondo; y Sc500, vinculada a Bioceres, una destacada empresa de insumos agrícolas en Argentina.
“El financiamiento por parte de estos actores es el que permite y habilita a generar prototipos como puede ser la creación de patentes. La primera fuente de financiamiento son programas públicos, mientras que la segunda es el capital más fuerte”
Manuel Gonzalo
“Estos fondos y aceleradoras facilitan la conexión entre investigadores y emprendedores, además de vincularlos con potenciales clientes e inversores, lo que demuestra una eficaz colaboración entre el sector público y privado que impacta a su vez en el empleo altamente calificado, superando hoy los 1.000 puestos de trabajo en el país”, explicó O’Farrell.
Sin embargo, Gonzalo destacó un desafío clave en la cadena de financiamiento, señalando un “desajuste” entre los tiempos de desarrollo científico-tecnológico y las necesidades financieras de los fondos de riesgo.
Esta discrepancia, donde los desarrollos científicos son prolongados y las finanzas requieren resultados rápidos, ha llevado a que algunas startups busquen financiamiento en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos.
Para retenerlas en Argentina, los expertos subrayan la necesidad de “estabilidad macroeconómica” y “superar desafíos relacionados con el mercado cambiario y regulaciones comerciales”, como también la creación de fondos, convocatoria de inversiones extranjeras y el respaldo a nuevos Fondos de Corporate Venture Capital en empresas nacionales.
“Este caso ejemplifica una exitosa colaboración público-privada respaldada por políticas continuas de promoción de la biotecnología desde los años 90, brindando estabilidad y previsibilidad al sector, mientras que la formación constante de recursos humanos altamente calificados es esencial para el crecimiento continuo de estas empresas”, señaló O’Farrell.
POR AGUSTINA PASARAGUAN (TÉLAM)