En Argentina, unas 5 millones de personas la padecen. Según la OMS, aunque es uno de los 20 cuadros más incapacitantes en todo el mundo, solo el 40% reciben un diagnóstico y tratamiento adecuados. Cuál es su impacto en la vida diaria de los pacientes.
Los efectos de la migraña son tan intensos, que la Organización Mundial de la Salud asegura que es una de las veinte enfermedades más incapacitantes en todo el mundo y afecta al 14% de la población mundial. En Argentina, unas 5 millones de personas padecen este cuadro, aunque solo el 40% de las personas que la padecen reciben un diagnóstico y tratamiento adecuados.
Ante esta realidad, cada 12 de septiembre se conmemora el Día Internacional de Acción contra la Migraña, una patología que es caracterizada por la OMS como la sexta causa mundial de años perdidos por discapacidad. Además, entre las personas de 15 a 49 años se la considera la segunda causa de discapacidad a nivel internacional, y la primera entre las mujeres, siendo que quienes padecen esta condición pierden, en promedio, 19.5 días de trabajo al año. En Argentina, se estima que el 9.5% de la población padece migraña y que es 3 veces más frecuente en mujeres.
Por todos estos datos es que esta fecha, además de poner sobre la mesa cómo influye la patología en la vida diaria de las personas, tiene por objetivo ayudar a concientizar sobre el impacto que tiene esta condición que afecta a miles de personas en el mundo y que, según una investigación realizada por el Instituto WifOR, genera una importante carga socioeconómica, la cual se describe como el impacto de una enfermedad en la capacidad de trabajo, lo que genera una reducción en la productividad y en el capital humano.
“La migraña, a menudo subdiagnosticada y subtratada, causa un impacto enorme en la vida personal y profesional de quienes la padecen. Además de las pérdidas económicas relacionadas con el ausentismo laboral y la caída de la productividad, la enfermedad también puede afectar las actividades cotidianas no remuneradas, como los quehaceres del hogar, el cuidado de los niños y la posibilidad de disfrutar el tiempo de ocio”, afirmó el Doctor Gustavo Fischbein, Jefe del Área de Cefaleas y Dolor Facial, Servicio de Neurología, Hospital Universitario Fundación Favaloro (MN 85149).
El impacto de la migraña en América Latina
La migraña es una de las principales causas de discapacidad en América Latina, con efectos significativos tanto en la vida de los pacientes como en la economía regional. Un estudio del Instituto WifOR, especializado en análisis económicos, reveló que esta condición crónica ocasiona pérdidas de cerca de 304.900 millones de dólares en ocho países de la región.
Solicitado por la Federación Latinoamericana de la Industria Farmacéutica (FIFARMA) y centrado en Argentina, Brasil, México, Colombia, Chile, Perú, Ecuador y Costa Rica, el estudio adopta un enfoque integral para analizar las pérdidas de productividad asociadas a la migraña. La metodología empleada se distingue por su capacidad para evaluar tanto los efectos directos e indirectos como los de derrame (spillover effects) en la cadena de valor, combinando conocimientos sobre economía de la salud.
Es que, en lugar de limitarse a lo que el individuo genera, el trabajo mide la carga socioeconómica en función de las pérdidas totales que sufre cada país, que abarca tanto a actividades laborales remuneradas y no remuneradas, como el trabajo doméstico y el cuidado familiar. En ese sentido, la investigación develó, en una evaluación que se extendió por cinco años (2018 y 2022), que Brasil y México registraron las tasas más altas de pérdidas económicas relacionadas con la migraña, con 149.200 millones de dólares y 71.000 millones de dólares, respectivamente.
El estudio, titulado “Impacto socioeconómico de las principales enfermedades en ocho países latinoamericanos”, también resaltó que, teniendo en cuenta el impacto per cápita, Argentina ocupa el primer lugar con 1.091 dólares en pérdidas económicas por persona, seguida de Costa Rica, con 943 dólares, y Chile, con 942 dólares en pérdidas por persona.
Por otro lado, cuando se analiza el período de 2011 a 2022, en América Latina, las patologías con mayores pérdidas económicas dentro del grupo de enfermedades analizadas fueron la migraña, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, según se desprende del trabajo.
Al tiempo que señala que, en Argentina, el impacto económico de la migraña durante este período alcanzó cerca del 1.38% del PIB, mientras que en la mayoría de los países de la región las pérdidas fueron del 1.2%.
Incluso, el trabajo buscó dimensionar el impacto de este cuadro y resaltó que cada individuo mayor de 15 años tendría que trabajar un promedio de 4.6 días para recuperar dichas pérdidas. Con lo cual, según advierte la investigación, este trastorno no solo disminuye la productividad laboral, sino que también altera la vida cotidiana de los afectados, ya que impacta tareas como el cuidado familiar, las responsabilidades domésticas y el tiempo libre.
Vale destacar que varios estudios indican que las personas de clases económicas bajas presentan un mayor riesgo de sufrir migraña, ya que comparten factores de riesgo como la mala alimentación, el sobrepeso, la falta de actividad física, el consumo de tabaco y un bajo nivel educativo, advierten desde la investigación y aseguran que la carga que estas enfermedades generan en el sector laboral informal, que es predominante en América Latina, amplifica las pérdidas de productividad, afectando más gravemente a los trabajadores en esta situación.
Según el escrito, “las pérdidas de productividad afectan más intensamente a los trabajadores informales, quienes tienen más probabilidades de perder sus empleos y sufrir importantes costos financieros por falta de remuneración y acceso a fondos de apoyo durante el período de ausencia. Además, la informalidad dificulta el acceso a los programas de apoyo al desempleo”.
La migraña y los desafíos a futuro
Lo cierto es que, “después de 35 años desde la introducción de la Clasificación Internacional de Trastornos de Cefaleas (ICHD), estamos viviendo la era de la segunda gran revolución en las terapias para la migraña”, afirma una investigación publicada en 2023 en Pharmacology & Therapeutics. Estos avances brindan una perspectiva a los pacientes, ya que ahora pueden identificar estrategias efectivas para el “tratamiento agudo y preventivo”, además de “reducir la carga relacionada con la migraña”.
Lo cierto es que el diagnóstico y tratamiento adecuado para los pacientes con migraña o cefalea aún es un reto y puede tardar entre 7 y 10 años en recibir la atención especializada correcta. Los datos muestran, además, que el 50% de los afectados abandona el tratamiento después de 6 meses, y más del 80% lo hace tras un año. Los investigadores del Instituto WifOR esperan que comprender el impacto de esta enfermedad en la sociedad impulse acciones contra este cuadro, al verla no solo como un factor de costos, sino como un motor para el desarrollo económico, la innovación y la mejora de la salud.
“La ciencia ha avanzado en los últimos años, dando lugar a opciones de tratamiento más específicas y efectivas. Hoy contamos con tres pilares fundamentales: en primer lugar, el tratamiento agudo, que busca combatir directamente la crisis migrañosa para evitar que empeore. En segundo lugar, el tratamiento preventivo, que implica tomar medicación regularmente para reducir la frecuencia de las crisis. Por último, el tercer pilar que no es farmacológico, sino que se basa en medidas higiénico-dietéticas aplicables tanto al tratamiento agudo como al preventivo”, destacó Fischbein.
Y concluyó: “Es importante concientizar a pacientes, cuidadores y tomadores de decisión de que la migraña es una patología que impacta de forma especial y particular a cada persona, que requiere de un diagnóstico preciso y un seguimiento adecuado. No se trata solo del dolor y el malestar, sino de todo lo que genera en la vida de la persona y en la sociedad en general. Cuando se destinan recursos que ayudan a promover un diagnóstico preciso y el tratamiento adecuado para cada paciente, es posible que la persona pueda llevar una vida normal, con todo lo que eso significa para sí mismo y para la productividad/economía de su comunidad”.