A Antonio Bachour se lo reconoce por haber recibido en varias oportunidades el premio al mejor chef pastelero del globo. De origen libanés y nacido en Puerto Rico, logró imponer su concepto en los EEUU, México y planea abrir un local en Argentina. Su mirada de la pastelería saludable.
Apodado “el Messi de la pastelería” por su destreza y logros, el chef puertorriqueño Antonio Bachour conquistó el mundo de la alta repostería, y ahora busca llevar su exitoso concepto desde Miami hasta las calles de Buenos Aires.
Tras una década dictando cursos en Argentina y estrechando sus lazos con el país, Bachour considera que su propuesta puede encajar perfectamente en una ciudad donde la gente disfruta cada vez más de la alta pastelería.
“He venido a Argentina en los últimos diez años a dar muchos cursos, pero en esta ocasión me trajo la búsqueda de un local para abrir el concepto que tenemos en Miami aquí en Argentina”. Café en mano, vestido de manera casual y con la característica gorra con su apellido -a esta altura su marca personal- bordado al frente, recibió a Infobae en el hotel donde se aloja por unos días en Buenos Aires, en el barrio de Puerto Madero.
“Creo que Argentina es un lugar que la gente disfruta mucho la buena pastelería, la buena bollería, y siento que el concepto de nosotros puede encajar muy bien aquí en Buenos Aires”, añadió.
La carrera de Antonio Bachour fue meteórica y siempre de menor a mayor. Durante años trabajó como chef corporativo de una cadena hotelera, hasta que decidió establecer su propio negocio en Miami en 2016. “Nos ha ido muy bien porque Miami cuando empezamos era virgen, no había pastelerías, no había nada”, contó. A partir de ahí, el chef logró imponer su estilo innovador en el competitivo mundo de la pastelería, y logró expandir su negocio a varios puntos de esa ciudad estadounidense, así como a México.
Con su último proyecto, Table’, un nuevo destino gastronómico con influencia francesa en el Distrito de Diseño de Miami, lleva sus habilidades al siguiente nivel, trasladando su continua educación culinaria a un elegante menú de estilo brasserie que refleja su pasión, crecimiento y estilo personal.
Bachour comenzó a ganar notoriedad internacional tras obtener varios premios prestigiosos que consolidaron su posición como una de las figuras más destacadas de su área.
Fue galardonado con el premio al Mejor Pastelero del Mundo en 2018; y un año después, la revista Esquire lo nombró Mejor Chef Pastelero de 2019. En 2022 fue reconocido nuevamente como Mejor Pastelero del Mundo por The Best Chef Awards. En 2024 ganó el premio a Innovación Pastelera de La Liste, presentada por Cacao Barry.
Sin embargo, fue en Argentina donde comenzó a ser apodado “el Messi de la pastelería”, un reconocimiento que no toma a la ligera. “Me lo han puesto aquí -sonríe, casi con timidez por su comparación con el mejor jugador del mundo-. Es un trabajo de largo tiempo que ahora da sus frutos; viajo a 50 países al año dando cursos, haciendo cenas y colaboraciones, escribí ocho libros y seguramente el apodo tiene que ver con eso”. Aunque él no se cree “Messi”.
Cómo impuso su impronta en la pastelería
Lo que distingue a Bachour no es solo su capacidad técnica, sino su voluntad de innovar y desafiar las normas tradicionales. A principios de su carrera, comenzó a experimentar con el uso de colores llamativos en chocolates y otros productos de pastelería, lo que generó controversia en su momento. “Hace 25 años decían que estábamos dañando todos los chocolates con los colores llamativos, pero se hizo viral y hoy día es lo que vende”, reflexionó.
Su enfoque innovador también llegó para dar respuesta a la necesidad de “darse un gusto” de algo dulce sin dejar de lado la salud. En una época en la que los consumidores prestan cada vez más atención a los ingredientes, Bachour lidera la transformación hacia postres más saludables.
“Hace diez años llevamos un trabajo reduciendo el azúcar y las grasas en los postres, haciéndolos más saludables”, señaló. En su caso, redujo hasta un 50% el uso de azúcares y grasas, y en su lugar utiliza ingredientes como la fibra cítrica, la inulina -una fibra soluble que se extrae de las raíces o tubérculos de algunas plantas- o las gelatinas vegetales para reemplazar los productos de origen animal de sus preparaciones sin resignar texturas ni sabor.
“Estamos tratando de hacer postres súper sanos, con las mismas texturas y características de un postre tradicional, pero más saludables”, aseguró.
-¿Siempre le interesó ese lado saludable de la cocina o fue una manera de reinventarse ante un público que demandaba otras cosas?
– Fue un poco por curiosidad personal y también una manera de reinventarme. Yo soy muy dulcero, como postre todos los días, viajo a 40 países y en los 40 estoy probando sus postres. Además, todo lo que hago me gusta comerlo. Entonces también es una forma de buscar opciones más saludables para mí.
“No puedo vivir un día sin comer dulce, así que, si puedo hacer un postre que tenga las mismas características que otro, con un 60-80% menos de calorías, y además es rico, tiene textura y me quita esa sensación de querer comer dulce, ¿por qué no?”
Una historia de superación personal
Hijo de padres de origen libanés, aunque nacido en Puerto Rico, Bachour recuerda cómo desde muy chico nació su amor por la pastelería. “Desde pequeño, mi padre tenía un supermercado y luego montó una pastelería. Fue en ese ambiente donde descubrí mi pasión por la pastelería -recordó-. Me fascinaba observar cómo trabajaban los chefs, y desde entonces supe que quería dedicarme a este oficio”.
Tenía diez años cuando entró por primera vez a una cocina. Sin embargo, pese a la convicción fuerte que desde entonces tuvo, reconoció que no fue fácil abrirse camino en un mundo tan competitivo, especialmente al no provenir de una familia tradicional de pasteleros ni contar con el apoyo de chefs reconocidos.
“El mayor reto vino cuando decidí llevar mi carrera a Europa. Siendo latino, fue difícil ser aceptado en un ámbito dominado por franceses y europeos, quienes tienden a proteger su territorio profesional. Había muchos celos y resistencias, y al principio, todo se me hizo cuesta arriba. Pero a pesar de esos obstáculos, perseveré y seguí adelante, impulsado por mi pasión y determinación”, contó.
Más allá de las dificultades u obstáculos en lo profesional, detrás del éxito de Bachour hay una historia de lucha y resiliencia. A los 17 años le diagnosticaron un tumor en la glándula pituitaria, una condición grave que lo obligó a someterse a una cirugía para extirpar la glándula por completo. “Me daban nada más 10% de chance de sobrevivir”, recordó, al tiempo que destacó que encontró en la pastelería una fuente de fortaleza. “La pastelería salvó mi vida. Me enfoqué tanto en mi carrera que se me olvidó mi condición, nunca pensaba en ese 10%”, aseguró.
A partir de ese momento, depende de una serie de más de 15 medicamentos diarios para suplir las hormonas que su cuerpo ya no puede producir. Y siempre hace saber a quién se le cruza que esta pasión por su oficio lo llevó a superar obstáculos aparentemente insuperables.
La evolución de la pastelería y su perspectiva en Argentina
Bachour, quien hoy es propietario y opera cuatro panaderías y restaurantes en Miami, incluido Tablé by Bachour, y tiene dos conceptos en México, fue testigo de la evolución de la pastelería mundial, desde sus orígenes más tradicionales hasta el auge actual de propuestas más saludables y estéticamente innovadoras. Este cambio no solo responde a la demanda de los clientes, sino a la voluntad de los chefs de crear postres que combinen sabor, textura y un perfil nutricional más equilibrado.
“Aquí está creciendo mucho la pastelería, mejor que antes. He venido muchas veces a dar cursos y creo que está cambiando la pastelería en Argentina”, opinó sobre el mercado local. Según él, el país está en un proceso de apertura hacia nuevas ideas, tanto por parte de los chefs como de los consumidores, que ahora buscan productos de mayor calidad y más originales.
El desafío, según Bachour, está en arriesgarse y ofrecer propuestas innovadoras. “Hay que arriesgarse a hacer cosas creativas que la gente quiera probar, porque la pastelería no es un producto que la gente necesita, es un gusto”, destacó. Y aunque algunos profesionales todavía dudan de que los clientes acepten ciertos cambios, Bachour cree que lo esencial es educar al comensal, para que entienda y valore el trabajo detrás de cada creación.
En ese sentido, el chef vislumbra un futuro brillante para la gastronomía en Buenos Aires, comparándola con otros destinos gastronómicos importantes del mundo. “Creo que Buenos Aires va a ser uno de los destinos turísticos gastronómicos del mundo, como Lima o Francia”, predijo. Es que, para él, la ciudad tiene todos los ingredientes necesarios para que eso suceda: chefs talentosos, una clientela curiosa y un mercado en constante crecimiento.
En su mirada, la pastelería local puede llegar a ser tan importante como la cocina en la reputación de Buenos Aires a nivel global. Y por lo pronto, en breve abrirá las puertas de su espacio, que seguramente elevará “la vara” y generará una competencia, que, en opinión de Bachour, resultará en una mejor oferta para los comensales.
Para terminar, este medio quiso saber qué le diría el Antonio de hoy al niño de diez años que se metió en la cocina a jugar y descubrió ahí su pasión. “Que hice mi mejor elección”, respondió sin dudar.
Y con escalofríos a causa de la emoción, siguió: “Se me paran los pelos porque siempre digo que la pastelería fue mi primer amor. No fue mi esposa. Y se lo dije a ella cuando la conocí. La pastelería me salvó la vida, es lo que me encanta. Llevo 35 años haciendo esto y me gusta mucho”.
Bachour se jactó de tener 50 años, viajar a 50 países, y aun así levantarse cada día “temprano y con ganas de hacer cosas nuevas”. “No lo veo como un trabajo, lo veo como si fuera un hobby, me encanta lo que hago, me encanta crear”, sostuvo.
Al Antonio chiquito, sumó, le recomendaría que “nunca pierda esa ilusión de levantarse con ganas de hacer”.
Por Valeria Chavez (Infobae)