Posibilitará la rehabilitación de las personas que conviven con una anomalía congénita que les dificulta la movilidad de las piernas, mediante una solución tecnológica de características biomecatrónicas, que se adaptará a las necesidades de cada paciente.
La órtesis activa o robótica, también denominado exoesqueleto, es una especie de “bota” de marcha unida a un dispositivo, con una estructura acoplada a la pierna que permite activar los músculos plantares, ya que este desarrollo argentino trabaja específicamente sobre tobillos y pies dañados por la anomalía congénita mielomeningocele. Fue realizada por expertos de la Universidad de San Juan.
Silvia Rodrigo, doctora en ingeniería electromecánica de dicha Universidad, explicó: “Estamos ajustando el prototipo para ver si logramos probarlo en seres humanos el año que viene. Todo depende de los recursos económicos, ya que tenemos que montar un laboratorio de prueba con las medidas de seguridad adecuadas para instalar, entre otras cosas, una cinta caminadora que usará la persona, lo que nos permitirá controlar el sistema y regular la fuerza muscular”.
El desarrollo tiene un actuador (“músculo”) neumático que suple la función del músculo flexor plantar que se encuentra en la planta del pie, cuya información es transmitida mediante un sensor a una computadora y procesados con un software específico.
“La marcha tiene dos fases: una donde el pie está apoyado y otra donde el pie se levanta para dar el próximo paso. En esa transición entre el apoyo y el balanceo es cuando los músculos flexores plantares ejercen la mayor fuerza. Entonces, el músculo artificial actuaría para compensar la debilidad muscular que tiene el paciente”, detalló.
La profesional, junto a cuatro especialistas más, trabaja en la órtesis desde el Gabinete de Tecnología Médica (GaTeMe) de la Facultad de Ingeniería de la UNSJ, con aportes de la Secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación de esa provincia, y en vinculación con el Hospital Rawson.
En la investigación participa una mujer de 23 años que convive con la enfermedad y que es el caso de estudio del proyecto, cuyos patrones de ambulación fueron registrados por el Laboratorio de Marcha de Instituto FLENI de Buenos Aires.
La mielomeningocele es uno de los tipos de espina bífida que genera problemas en la columna y por lo tanto afecta la movilidad de los miembros inferiores desde el nacimiento.
El caso “fue presentado en congresos e incluso se ha hecho una tesis de doctorado sobre toda la experiencia”, contó la especialista.
Ahora, el equipo espera poder montar el laboratorio “para aplicar el protocolo de entrenamiento, que puede durar entre cuatro y ocho semanas, según los tiempos de cada paciente, para probar cómo se generan nuevos circuitos neuronales, y así rehabilitar y recuperar la locomoción de las personas”, señaló la investigadora.
Rodrigo también explicó que “existe un dispositivo “similar” denominado Lokomat, fabricado por una empresa suiza y utilizado en no más de dos lugares en el país; tiene un costo económico elevado, por eso nuestro desarrollo es diferente: es menos costoso, y sobre todo, se adapta a cada persona, según la etapa de su enfermedad, pues el producto comercial existente es estándar”.
Esta propuesta “demuestra un fuerte impacto, tanto desde el punto de vista del avance tecnológico posibilitando la inclusión social de personas con discapacidad, así como la consolidación de un equipo de trabajo interdisciplinario, pionero en Argentina en esta área del conocimiento de la bioingeniería”, resaltó la universidad sanjuanina.
En esa casa de estudios también avanza el desarrollo de una silla de ruedas inteligente.