Un invento argentino busca entrar en la historia de la obstetricia

En 2005, Jorge Odón, un mecánico de Lanús, ideó un método para asistir el parto basado en un juego de ingenio, que consiste en sacar un corcho de una botella vacía con una bolsa plástica. Llevó su idea al Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas “Norberto Quirno” (Cemic). Allí empezaron a darle forma y poco después llegó el visto bueno de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2013, la historia de Odón se difundió en los medios argentinos y del mundo.

Hoy este mecánico tiene otro motivo de orgullo: los resultados del ensayo clínico piloto, hecho en 48 mujeres en Buenos Aires y coordinado por la OMS, acaban de ser publicados y sugieren que el dispositivo que ideó es un instrumento “factible” para ayudar a embarazadas con complicaciones en la segunda etapa del trabajo de parto.

El mes próximo comenzará una segunda fase de investigaciones en el Bristol Hospital de Inglaterra, en la que se estudiarán la efectividad y la seguridad del dispositivo. Si el estudio sale bien, el sistema podría integrarse a la práctica médica como la primera novedad obstétrica en los últimos 150 años para facilitar la extracción del bebé.


 

El Odón es un dispositivo destinado a facilitar el parto vaginal en mujeres en las que la segunda etapa del trabajo de parto (desde la dilatación completa hasta el nacimiento) toma más tiempo de lo que se considera seguro, o bien cuando durante esta etapa aparecen complicaciones.


 

El dispositivo consiste en una manga de polietileno que tiene en un extremo un asa de tracción y en el otro, una cámara de aire. Se introduce en el canal de parto con un aplicador, que rodea la cabeza del bebé. Con la ayuda de las contracciones y el pujo materno, se tira del asa para facilitar su extracción.

“Pensamos que este dispositivo puede revolucionar la obstetricia a nivel mundial porque desde que se inventó el fórceps, hace aproximadamente 400 años, y la ventosa extractora, hace más de 150 años, no han aparecido -por fuera de la cesárea- elementos nuevos que ayuden a extraer a los fetos cuando el parto no prospera”, explica el doctor Javier Schvartzman, uno de los investigadores que participaron del estudio y profesor asociado de Obstetricia y Ginecología del Cemic.

Según los investigadores, los potenciales beneficios del dispositivo son:

• Evitar complicaciones posparto (hemorragias, fiebre, infecciones), desgarros vaginales y lesiones fetales. Estas pueden desencadenarse si se extiende en exceso el período expulsivo.
• Contribuir a disminuir la frecuencia de las cesáreas. Estos procedimientos en la etapa expulsiva representan el 25% del total.
• Asistir a mujeres de comunidades vulnerables que no pueden ser ayudadas por personal capacitado durante esa etapa del parto.

Con la llegada del laboratorio Becton Dickinson, que licenció la patente del dispositivo, Odón comenzó a trabajar como consultor y viajar a congresos alrededor del mundo. Presenció los partos de prueba (hasta entonces sólo había estado en el de uno de sus cinco hijos) y fue sugiriendo modificaciones al diseño original. “Soy un tipo sencillo, común. Ahora en mi pasaporte no entran más sellos. Es todo tan inesperado”, cuenta.

Hoy sueña con ver llegar su idea a los países económicamente vulnerables. “Es un elemento que sirve especialmente para la gente que no tiene acceso a un quirófano, algo factible, que no lacera y lo puede usar hasta una matrona”.