La Gran Explosión fue una hipótesis hasta que a mediados de la década de 1960 se encontró, por casualidad, evidencia de lo ocurrido.
¿Accidentes geniales y casualidad en la ciencia? Si bien es cierto que “Dios no juega a los dados con el Universo”, como dijo Albert Einstein, cuando se trata de entender cómo empezó todo, los cosmólogos ciertamente se beneficiaron de algunos golpes de suerte.
El origen del Universo fue encontrado donde nadie lo estaba buscando. Incluso antes del descubrimiento accidental de la evidencia crucial sobre el Big Bang o la Gran Explosión, otro hallazgo fortuito dio paso a la creación de la rama de la astronomía que posibilitó que la ciencia se topara con esas pruebas: la radioastronomía.
“En la década de 1930, los laboratorios Bell estaban tratando de crear radioteléfonos pero había una señal que estaba interfiriendo con sus transmisiones a través del Atlántico, así que le pidieron a Karl Jansky (físico e ingeniero de radio) que investigara” cuenta Sarah Bridle, profesora de Astrofísica de la Universidad de Manchester.
Este descubrimiento accidental fue increíblemente importante porque reveló todo un sector del Universo que había sido completamente invisible y desconocido hasta entonces.
En un mundo en el que el tiempo de acceso a telescopios es reglamentado y pruebas de hipótesis son impulsadas por la financiación, la radioastronomía moderna ha aprendido de los accidentes de su pasado.
“Ahora cuando se hace un nuevo telescopio nos aseguramos de que se puedan hacer nuevos tipos de observaciones para que no nos limitemos a tratar de resolver incógnitas conocidas”, señala Bridle.
La puerta siempre debe estar abierta a un poco de suerte o alguna casualidad cósmica e incógnitas desconocidas.
Fuente: BBC Mundo