Estos objetos no están volatilizándose, sino que se expulsan del universo conocido, forzados a una misteriosa expansión conocida como “universo inobservable”.
En 1687, Isaac Newton inspiró una nueva forma de entender el cosmos en su libro Principia, que proponía la revolucionaria ley universal de la gravitación. En su formulación más básica, la ley explicaba que cada masa del universo se siente atraída por todas las demás en el universo. Si bien la idea parece bastante simple, en ese momento las implicaciones eran asombrosas.
El trabajo de Newton reveló que, si nuestro universo era finito, las fuerzas de atracción de todos los objetos en el cosmos deberían haber causado que todo se derrumbara sobre sí mismo. Al no haber sucedido, lógicamente significaba que el universo debía ser infinito.
El médico y astrónomo alemán Wilhelm Olbers argumentó que la oscuridad que se encontraba en el cielo nocturno entraba en conflicto con la conclusión de que el cosmos es infinito. Al haber manchas oscuras en el cielo nocturno, el universo no puede ser infinito.
Debido a que la expansión del universo se está acelerando continuamente, cada año, más y más regiones del espacio pasan más allá de nuestro horizonte cósmico y entran en el universo inobservable. Con el tiempo, todas las galaxias que no estén unidas gravitacionalmente se desvanecerán en el negro abismo del universo inobservable.
Fuente: Muy Interesante