Esto representa a 4,7 millones de chicos cuyos padres no tienen ingresos suficientes para vivir, están mal alimentados, duermen en casas sin agua potable o cloacas, tienen problemas para acceder a la educación y escaso nivel de atención sanitaria.
Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), mientras que en el 2017 el 37,1% de los niños en Argentina estaba alcanzado por esta pobreza estructural, en el 2018 esa cifra llegó al 41,2% de menores cuyas familias no sólo tienen ingresos insuficientes sino que además no están cubiertos por más de un derecho básico.
“La pobreza de los niños debe medirse más allá de los ingresos y visualizar todas las carencias que hay en la población menor de Argentina, que se incrementaron sustancialmente en los últimos años”, reflexionó Ianina Tuñón, investigadora Responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA.
Cuando se analiza la propensión a la pobreza multidimensional, se advierte que dentro del 63,4% de chicos que no logran ejercer plenamente al menos uno de los derechos considerados, un 18,9% logra hacerlo en niveles “humanamente inaceptables”.
En este contexto de incremento de pobreza estructural hay más datos alarmantes en la situación de la niñez en Argentina: en el 2017 había un 7,1% de chicos con problemas de alimentación; esta problemática se agravó ya que el año pasado se registró un 11,2% de esta privación de derechos.
La investigadora de la UCA señaló que la población de niños y adolescentes con carencias básicas en temas de saneamiento y en viviendas precarias en términos de su construcción continúa siendo elevado.
Fuente: Infobae