
Los bebés recién nacidos suelen representarse con una criatura bastante incongruente: un ave de patas largas y pico afilado.
Como cualquier otro mito, sus orígenes son difíciles de rastrear, especialmente porque éste se extiende por todo el mundo, y aparece en el folclore de Europa, América, África y Oriente Medio. Estos singulares mitos tienen en común estar inspirados en las características más notables de las aves.
“Las aves son grandes y blancas, vinculadas a la pureza, y sus nidos son grandes, prominentes y están cerca de donde viven las personas. Por lo tanto, su buen comportamiento de crianza es muy evidente”, explicó Rachel Warren Chadd, coautora de “Birds: Myth , Lore and Legend”.
Lo curioso es que Chadd descubrió que el mito original no describía exactamente a una cigüeña sino a una grulla. Y es que, ciertamente, las cigüeñas, grullas y garzas suelen ser confundidas.
En la mitología egipcia, las cigüeñas están asociadas con el nacimiento del mundo. Pero históricamente, esa criatura legendaria era en realidad una garza.
Otro de los vínculos podría deberse también a la confusión de esta especie. Así, la conexión de la cigüeña con los bebés, especialmente el cuidado materno de los niños, es el resultado de la combinación de la cigüeña con el pelícano, pues la literatura medieval europea asocia el majestuoso pelícano blanco con el catolicismo, el renacimiento y la crianza de los jóvenes. En algún punto las cigüeñas se convirtieron en sustitutas de esta ave.
Hoy día aún nos aferramos al mito de la cigüeña, que celebra un papel central en la vida familiar: a todo el mundo le encantan las historias. “Nuestra tendencia a humanizar los animales ha hecho de la cigüeña criadora de bebés uno de nuestros mitos más perdurables”, concluye Chadd.
Fuente: Muy Interesante









