En el pueblo japonés de Kamikatsu no hay recolección de residuos: sus 1500 habitantes se trasladan al vertedero para clasificar pacientemente su basura con el objetivo de reciclarlo todo.
Naoko Yokoyama (39), nueva vecina del pueblo, admite que la tarea es complicada, pero esta práctica de clasificación la obligó a prestar más atención al medio ambiente.
El centro de residuos cuenta con empleados, pero están allí para colaborar: son los mismos vecinos quienes tienen que lavar y secar bolsas, paquetes y contenedores para facilitar el reciclaje.
Las categorías abarcan desde almohadas hasta cepillos de dientes, botellas (dependiendo del tipo de vidrio), diferentes envases y objetos metálicos, etc.
El pueblo está cerca de su objetivo con una tasa de reciclaje del 80% de sus 286 toneladas de residuos producidos en 2017, muy por encima de la media nacional, que tiene sólo el 20%. En este país montañoso, poco apto para vertederos, el resto se quema por el momento.
Fuente: Ecoportal
