Nunca es tarde para iniciar o aprender algo nuevo. La experiencia es un gran recurso para atravesar las tormentas de la vida. Seguir rutinas ayuda a obtener grandes beneficios. La inteligencia emocional es tan importante como mantenerse bien físicamente. Valorar lo que tenemos nos permite ser más positivos.
Éstas son sólo algunas de las grandes enseñanzas que las personas mayores nos brindaron desde el inicio de la pandemia, de acuerdo con las experiencias que fueron registradas y analizadas por el área de Adultos Mayores de AMIA.
“Se trata de aprendizajes alentadores que pueden tomarse como un legado positivo para las nuevas generaciones, una referencia acerca de cómo vivir un momento de crisis severa con los mejores recursos disponibles”, advierte Sebastián Fridman, coordinador general del área de Adultos Mayores de la institución.
“Durante el aislamiento social, las personas mayores son quienes más han sentido el impacto de las condiciones tan duras y complejas que se presentaron. Y son también quienes han demostrado un poder de adaptación, un nivel de resiliencia y de superación muy admirables y ejemplificadores, que les han permitido a muchos seguir activos y conectados a pesar de los cambios”, agrega Fridman.
Las historias y testimonios de los concurrentes del Centro Integral de Adultos Mayores de la institución -que desde que se estableció el confinamiento siguió trabajando de manera remota y virtual-, permiten decir que son “muchas y valiosas” las lecciones que las personas mayores pueden ofrecer.
Para resumirlas, el equipo profesional del área de Adultos Mayores de AMIA elaboró una guía con las diez enseñanzas más relevantes, que la institución decidió compartir en el marco del Día Internacional de las Personas Mayores, que se conmemora cada 1° de octubre.
- Nunca es tarde para aprender: La adaptación de las personas mayores a la tecnología es el gran ejemplo de cómo se pueden incorporar nuevos hábitos y conocimientos, sin importar la edad. Durante el aislamiento social, los adultos mayores aprendieron o perfeccionaron el uso que hacían de Internet y de las redes sociales, y aprendieron a usar aplicaciones, participar de videollamadas y hasta festejar cumpleaños por Zoom.
- Los vínculos nos sostienen: Los vínculos cercanos conforman una red de protección que brinda contención, que permite la expresión y que nos hacen sentir acompañados, a pesar de la distancia. Llamados y pequeños gestos de acompañamiento de vecinos, familiares o amigos hacen que un día sea especial y diferente.
- La gratitud es un tesoro: Valorar los recursos materiales y emocionales disponibles conecta con una actitud de agradecimiento y debilita el hábito de la queja y de la disconformidad. Quienes más han valorado diariamente el hecho de tener salud, amigos, familia han mantenido una actitud positiva que ayuda a atravesar las dificultades con una mirada más contemplativa.
- Recrearnos ayuda más de lo que creemos: Según los diferentes intereses, los hábitos de esparcimiento (nuevos o recientemente adquiridos) ayudan más de lo que pensamos. Dedicar tiempo a las manualidades, juegos de mesa, tejido, jardinería, pintura, por ejemplo, contribuye a calmar la ansiedad, despejar la mente, y conectarse con el momento presente. Con sus beneficios, estos pequeños “recreos” tienen gran impacto positivo en la vida cotidiana. La clave es hacerlos de manera periódica e incorporarlos a la rutina.
- La calidad de vida debe ser nuestro norte: Quienes se ejercitan de manera periódica tanto mental como físicamente, tienen mejores recursos para aplicar en el día a día. No descuidar este aspecto, al igual que procurar un buen descanso y mantener una buena alimentación, son consejos que las personas mayores no dudan en compartir. Aquí también el gran secreto es mantener estos hábitos de manera rutinaria y sostenidos en el tiempo.
- No hay que descuidar la inteligencia emocional: La pandemia generó un impacto emocional muy fuerte. El cuidado de las emociones se volvió un aspecto muy importante a tener en cuenta. Estar conectados con los sentimientos y poder expresarlos es una herramienta vital para proteger la salud mental en momentos tan complejos como los que estamos atravesando.
- Vivir solo no es sinónimo de sentirse solo: Muchas personas mayores viven solas pero este hecho no significa que experimenten una sensación de soledad. Gracias a la tecnología disponible, una rutina saludable, una actitud de vida positiva, una red de vínculos, vivir solo puede hacerse en plena conexión y compañía con uno mismo y con los demás.
- Los prejuicios levantan barreras: Los preconceptos no hacen más que trazar limitaciones. Frases como “Soy mayor para esto”, “Ya no puedo aprender” o “No sirvo para esto” son grandes obstáculos que impiden que se desarrolle el potencial que cada persona tiene, o que pueda animarse a experimentar sin importar los resultados. Construir afirmaciones positivas ayuda a combatir los “cercos” mentales.
- No hay edad para el empoderamiento: Conectar con nuestros intereses y actuar en consecuencia es un desafío que va más allá de los años. En la cuarentena, muchas personas mayores descubrieron nuevas capacidades o talentos o dedicaron tiempo a actividades postergadas, como en caso de las tareas voluntarias, solidarias o artísticas. Más allá de que la gente mayor pueda necesitar y recibir ayuda, puede también ejercer la autonomía, es decir la capacidad para decidir sobre la propia vida.
- La experiencia acumulada es un gran capital: A lo largo de sus vidas, las personas mayores debieron sortear diferentes obstáculos. Sus aprendizajes los ayudan a transitar esta etapa crítica con mejores recursos y con una perspectiva diferente. “El temporal pasará y podemos salir mejores de él. Mientras tanto, estamos dando lo mejor de nosotros para salir adelante”, sostienen muchos de los concurrentes del Centro Integral de Adultos Mayores de AMIA, quienes contribuyeron con sus experiencias a confeccionar esta guía de lecciones y aprendizajes.