AHORA SÍ

Por Eduardo Rivas – Varias veces hemos planteado que, ante la falta de resultados concretos, a los que el gobierno denomina el ‘esfuerzo’ que debemos hacer los argentinos para salir de la engorrosa realidad en la que nos sumió el gobierno de los Fernández y Massa, para comenzar a andar el camino de la prosperidad que anuncian Milei y Caputo, tarde o temprano el gobierno debía recurrir a gestos que agruparan a sus seguidores.

Ese fue uno de los sentidos del video publicado el pasado 24 de marzo, un mensaje a los ‘propios’, que pretende mostrar un cambio con lo anterior. Como el cambio positivo no se puede ejemplificar en una realidad concreta, y la mayoría de la ciudadanía ve que la situación actual es peor que el punto de partida de Milei se recurre a gestos simbólicos que expongan ese cambio positivo tan proclamado.

Es el triunfo de lo simbólico por sobre lo concreto.

Y el símbolo que encontró Javier Milei fue renombrar el Centro Cultural Néstor Kirchner, edificio que como dijimos hace mucho tiempo atrás, viola una ley de la Ciudad de Buenos Aires, la ley 83/199, que establece que ‘En ningún caso deberán designarse calles o lugares públicos con nombres de personas antes de haber transcurrido diez (10) años de su muerte, su desaparición forzada o de haber sucedido los hechos históricos que se trata de honrar’, con el claro objetivo de esperar el apaciguamiento de los fervores y la mayor claridad en las visiones, analizando las figuras propuestas desde una perspectiva histórica más desapasionada. Sin embargo, el kirchnerismo impulsó en el Congreso Nacional la sanción de la ley 26.794 para rebautizar como Centro Cultural Néstor Kirchner el entonces Centro Cultural del Bicentenario argumentando que el edificio es propiedad del Estado Nacional y, por lo tanto, no debe considerarse la normativa local de la Ciudad Autónoma.

Allí se encontrará Milei con el primer escollo, más allá de la decisión de modificar el nombre del Centro Cultural, el nombre fue impuesto por una ley de la Nación. ¿El oficialismo conseguirá el consenso suficiente para modificar el nombre? ¿Lo hará con un Decreto de Necesidad y Urgencia?

Después de tres meses de gestión, ¿es esto lo que esperan los argentinos? Decididamente no, pero no hay mucho más por mostrar.

Los resultados económicos, que es como se mide a los gobiernos por la enorme mayoría de la población (ya lo dijo el filósofo trasandino alfonsinista contemporáneo ‘billetera mata galán’), son abrumadores. El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) realizó una síntesis de los principales indicadores y las conclusiones son contundentes.

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Ante esta realidad es necesario mostrar a los acólitos que se está yendo en el sentido prometido.

No será la dolarización.

No será el cierre del Banco Central.

No será el ajuste pagado por la casta.

Quizás la clave esté en las propias palabras de Milei, quien asume que ‘lo más importante es la batalla cultural’, porque ‘Toda mi argumentación pública se basa en una argumentación de índole moral’. Plantea una lógica gramsciana, aunque claro está, desde las antípodas de Antonio Gramsci.

Y, ¿qué mejor entonces que cambiar el nombre del Centro Cultural Néstor Kirchner?

Ahora sí comienzan a solucionarse los problemas de la Argentina.