Los científicos subrayaron que los análisis de sangre son solo un paso en un proceso de diagnóstico y deberían usarse solo para personas con pérdida de memoria.
Un análisis de sangre para determinar el deterioro cognitivo logró una tasa de precisión del 90% para definir si la pérdida de memoria del paciente se debe a la enfermedad de Alzheimer o a otro cuadro. Así, esta prueba, resulta mucho más efectiva que la interpretación de los médicos de las pruebas cognitivas y las tomografías computadas para detectar la patología.
El estudio, publicado en la revista especializada JAMA, concluyó en que, en casi la totalidad de los casos, un 90%, el análisis de sangre identificó correctamente si los pacientes con problemas de memoria tenían Alzheimer.
Los resultados del trabajo fueron presentados en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer realizada en Filadelfia. La nueva investigación se realizó en Suecia y los expertos advirtieron que, para su uso en Estados Unidos, los resultados deberían confirmarse en una población estadounidense diversa.
En tanto, los científicos subrayaron que los análisis de sangre son solo un paso en un proceso de diagnóstico y, lo más importante, deberían usarse solo para personas con pérdida de memoria y otros síntomas de deterioro cognitivo, no para personas cognitivamente sanas para predecir si desarrollarán Alzheimer en el futuro.
“Si se pudiera detectar la patología de la enfermedad de Alzheimer en una persona sin deterioro cognitivo, no habría terapias que ofrecer”, sostuvo en la presentación Oskar Hansson, profesor de investigación de memoria clínica en la Universidad de Lund, en Suecia, y autor principal del estudio.
La patología de la enfermedad de Alzheimer puede comenzar a desarrollarse unos 20 años antes de que aparezcan los síntomas, pero a veces la demencia no se desarrolla o las personas mueren por otras causas antes de que lo haga. En tal caso, Hansson señaló que existe un “riesgo de ansiedad y otras reacciones ante un resultado de este tipo”.
La recomendación, entonces, es que, puestos en práctica, los análisis de sangre deberían realizarse sólo después de realizar pruebas que evalúan la memoria y las capacidades de pensamiento y tomografías computadas que buscan causas alternativas como accidentes cerebrovasculares o tumores cerebrales.
Estudio y resultados comparados
El nuevo estudio básicamente se basa en un análisis de sangre a una forma de proteína llamada tau que se forma en ovillos en los cerebros de las personas con Alzheimer. La medición de esa forma, llamada ptau-217, resultó ser la evaluación más precisa de la patología del Alzheimer en una comparación de varios análisis de sangre para el Alzheimer que también se presentará en la conferencia de la Asociación del Alzheimer.
La proteína tau está más estrechamente relacionada con el deterioro cognitivo que la amiloide, y los ovillos de proteína tau se forman más tarde que las placas amiloide en los pacientes con Alzheimer. En tanto, la prueba del estudio también rastrea la amiloide.
El estudio tomó una población de 1.200 pacientes con problemas leves de memoria. Unos 500 de ellos visitaron a médicos de atención primaria; el resto buscó atención especializada en clínicas de memoria. El especialista Sebastian Palmqvist, profesor asociado de neurología en la Universidad de Lund, que dirigió el estudio junto con Hansson, dijo que primero se realizó un análisis de sangre a unos 300 pacientes de cada grupo y los resultados se compararon con punciones lumbares o tomografías por emisión de positrones.
Luego, los investigadores quisieron ver cómo se comparaba el análisis de sangre con el juicio de los médicos después de administrar pruebas cognitivas y tomografías computadas.
En las evaluaciones de unos 200 pacientes, los médicos de atención primaria que pensaron que los pacientes tenían Alzheimer se equivocaron el 36% de las veces. Y cuando pensaron que los pacientes no tenían Alzheimer, se equivocaron el 41% de las veces.
Los especialistas en memoria que evaluaron a unos 400 pacientes obtuvieron mejores resultados: se equivocaron el 25% de las veces cuando pensaron que los pacientes tenían Alzheimer y el 29% de las veces cuando pensaron que los pacientes no lo tenían.
El análisis de sangre, en tanto, se equivocó solo el 10% de las veces. La precisión del análisis de sangre fue mayor en pacientes que ya habían progresado a la demencia y fue ligeramente menor en pacientes en una etapa previa llamada deterioro cognitivo leve. (DIB) ACR