El objetivo más importante es que se logre hacer más lento el movimiento del agua, que se la retenga, de manera que llegue a la ciudad en una cantidad para la cual se tenga capacidad para evacuarla.

“Las proyecciones climáticas anticipan un crecimiento de la precipitación en Bahía Blanca, lo cual aumenta el riesgo de que ocurran eventos extremos”, dice un informe elaborado por el INTA y la Universidad Nacional del Sur, que analiza el fenómeno que causó estragos en la ciudad el 7 de marzo, hace casi un mes. Citado por La Nueva, el texto concluye que a futuro, el objetivo más importante es que se logre hacer más lento el movimiento del agua, que se la retenga, de manera que llegue a la ciudad en una cantidad para la cual se tenga capacidad para evacuarla y de una manera atenuada, que dé tiempo al desagote. Y a propósito, las inversiones en estudios y obras de prevención resultan más económicas que las de afrontar las pérdidas humanas y los costos materiales provocados por una inundación.
El estudio conjunto realizado por la Estación Experimental Agropecuaria Bordenave del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Universidad Nacional del Sur, publicado días atrás por el diario La Nueva, permite un diagnóstico basado en datos precisos y sugerir un conjunto de obras destinadas a mitigar las consecuencias en caso de que vuelva a suceder un fenómeno similar al que azotó a Bahía Blanca y que causó 16 muertes y dos niñas desaparecidas.
Citado por La Nueva, en los siguientes 20 puntos se resumen varios datos extraídos del informe del INTA: las causas de la inundación, los puntos vulnerables de la ciudad y las intervenciones indispensables para mejorar su capacidad de respuesta.
1) La lluvia caída el 7 de marzo no generó un aumento del caudal propio del Napostá. La precipitación importante se concentró en apenas el 7% de su cuenca, más precisamente en el tramo comprendido entre el puente de la Carrindanga y la desembocadura en el mar. El arroyo debió evacuar únicamente el agua proveniente de esa lluvia.
2) La correntada de agua más significativa ingresó cruzando el camino de La Carrindanga, a la altura del cementerio Parque de Paz.
3) Las mayores lluvias de ese día se produjeron entre la Ruta 33 y la Carrindanga, a 20 kilómetros del casco urbano. Las registradas en zonas más alejadas fueron de unos 70 milímetros promedio.
4) Más allá de los 20 kilómetros de Bahía Blanca no se generaron desbordes ni crecidas del Napostá. El agua de lluvia fue absorbida por el terreno y tampoco se generó escorrentía (flujo de agua que se mueve sobre la superficie terrestre, sin estar confinado en un cauce o lecho fluvial, como resultado de las lluvias o el deshielo).
5) Registrados casi 300 milímetros de lluvia en seis horas, el agua llegó al partidor del Parque de Mayo con un caudal de 906 m3/seg, el triple de la capacidad de desagüe que tienen juntos el Napostá y el Maldonado, capacidad teórica estando ambos en buenas condiciones.
6) La lluvia registrada en 48 horas fue de 395 milímetros, lo cual generó una lámina de agua de 39,5 centímetros de espesor. Se estima que el 25% fue absorbido por la tierra mientras que el resto escurrió hacia el partidor.
7) Ingresaron a la ciudad unos 24.200 m3 de agua, los cuales demoraron 24 horas en transitar por la cuenca.
8) La intensidad de la lluvia fue el principal factor del caudal de 906 m3/seg. Se trata, señalan los profesionales del INTA, de una situación “imposible de controlar”. El Napostá no aportó agua adicional proveniente de su cuenca superior. Si hubiese llovido con intensidad también en la zona serrana, la catástrofe hubiese sido mucho peor.
9) El crecimiento edilicio que ha tenido Bahía Blanca en las últimas décadas aumentó el área de escurrimiento de agua hacia el entubado. Si el arroyo estuviese a cielo abierto se incrementaría sustantivamente su capacidad de tomar los excesos de agua generados por ese cambio.
10) Resultará crucial revisar y optimizar los desagües pluviales. Su mal funcionamiento se percibe claramente porque los barrios de la zona alta también sufrieron la inundación.
11) Las tierras del periurbano ubicadas en la cuenca del Napostá nunca debieran ser urbanizadas, ya que cumplen una función preventiva clave y tienen la capacidad necesaria para mitigar las escorrentías. Construir en esa superficie es agravar de manera muy preocupante la situación.
12) Se deben estudiar en detalle qué obras son adecuadas para “retener y ralentizar” el agua de escurrimiento. Para ello se puede considerar disponer de “zonas de amortiguación”, las cuales podrían ubicarse en el parque Independencia, paseo Boronat, El Pinar, parque Campaña al Desierto, plazas de Palihue y Villa Mitre. En caso de tener una lluvia importante, esos lugares se convierten en retenedores el agua.
13) Contar con parques de inundación puede reducir -de acuerdo a los cálculos el INTA- el caudal de punta (el que alcanzó los 906 m3/seg el 7 de marzo) en un 53%, es decir que el mismo hubiese sido de 500 m3/seg.
14) En 1946 se calculó la capacidad del Napostá y del canal Maldonado para transportar al mar 300 m3/seg. Todo exceso a esa cantidad sería retenido por filtración, en la tierra. Sin embargo, el crecimiento urbano desde entonces redujo de manera significativa la superficie permeable y con ello la capacidad de filtración.
15) Lo ocurrido el 7 de marzo no se hubiese evitado teniendo un embalse del Napostá a la altura del puente Canessa. Las lluvias se registraron aguas debajo de ese punto.
16) Para evitar que lo ocurrido se repita se deben generar, como se mencionó, obras que ayuden a disminuir la velocidad del agua de escorrentía. Por otro lado, es necesario ampliar la capacidad de transporte de agua del Napostá y del Maldonado.
17) Habría que llevar la capacidad total del sistema a 500 m3/seg, en decir, un 70% más que la actual.
18) El objetivo más importante entonces es que se logre hacer más lento el movimiento del agua, que se la retenga, de manera que llegue a la ciudad en una cantidad para la cual se tenga capacidad para evacuarla y de una manera atenuada, que de tiempo al desagote.
19) Las proyecciones climáticas anticipan un crecimiento de la precipitación en Bahía Blanca, lo cual aumenta el riesgo de que ocurran eventos extremos. Si bien el Servicio Meteorológico Nacional menciona que un hecho como el del viernes 7 de marzo tiene una recurrencia de 100 años, el aumento de la temperatura global en el planeta ha modificado, y lo sigue haciendo, ese tipo de predicciones.
20) De acuerdo con la evaluación realizada por el INTA, las inversiones en estudios y obras de prevención resultan más económicas que las de afrontar las pérdidas humanas y los costos materiales provocados por una inundación. Medidas adecuadas servirán además para fortalecerán la resiliencia de la ciudad frente a condiciones climáticas extremas, maximizando la seguridad de la población. (DIB) GML