En Australia-Nueva Zelanda, el seleccionado nacional disputó su segundo Mundial consecutivo, con dos derrotas ajustadas y un empate. En el ámbito local, las chicas de Boca mantienen su hegemonia.
El seleccionado argentino terminó su aventura en el Mundial Femenino de Australia y Nueva Zelanda, que consagró España por primera vez, sin la victoria histórica con la que se había ilusionado, pero con muestras de crecimiento en su identidad de juego, de ser un equipo competitivo y marcar un camino para lo que vendrá.
El Mundial 2023 fue el último de referentes como Estefanía Banini, Vanina Correa y Florencia Bonsegundo, tres de las tantas futbolistas de una generación que empezaron a jugar con varones, que sufrieron discriminación por el sólo hecho de ser mujeres, que lucharon por un fútbol femenino argentino más profesional y abrieron caminos.
El seleccionado femenino argentino se clasificó a su segundo Mundial consecutivo, sin pasar por el repechaje, algo que fue destacable. En el debut ante Italia le jugó por momentos de igual a igual y terminó cayendo por un gol sobre el final. Luego levantó un 0-2 para empatar con Sudáfrica, y en el tercer y último encuentro mundialista no pudo contra Suecia -potencia europea- por 2 a 0. Suecia finalizó tercero en el torneo.
El equipo dirigido por Germán Portanova, que en el partido contra las sudafricanas batió récord de audiencia en la TV Pública con más de 12 puntos de rating y tuvo un gran apoyo de la gente en cada partido de la fase de grupos en Nueva Zelanda, había tenido grandes dificultades en los años anteriores.
Muchas de las jugadoras del plantel mundialista debieron hacer huelga para ser escuchadas, en la pelea por una estructura básica para representar al país (entrenar en canchas de césped, dormir en un hotel y no en un micro cuando viajaban a jugar un amistoso, algún viático, ropa que les quedara y no fuera el descarte de la masculina). Desde aquella foto del “Topo Gigio” en la Copa América 2018, las futbolistas siguieron alzando la voz y peleando contra la subestimación, y consiguieron mejores condiciones.
La propia Banini estuvo alejada/apartada por tres años del seleccionado por reclamar públicamente por un trato más profesional y más derechos. “Creo que hice una gran lucha en su momento para que esto mejorara pero acá se termina con la Selección. Nos hemos enfrentado a discriminaciones, abuso de poder, esa lucha de la mujer argentina es el legado que tratamos de dejar”, explicó la mendocina en una entrevista con Télam en Nueva Zelanda.
“Ahora se ven muchas más niñas jugando al fútbol y ese es el cambio más grande que hemos generado, que las niñas tengan más oportunidades. Sé que si se continúa por este camino y se sigue invirtiendo en el fútbol femenino, Argentina puede ser potencia dentro de varios años”, consideró Banini.
Sophia Braun, la mejor “aparición” entre las debutantes en el Mundial, Paulina Gramaglia y Dalila Ippolito, entre otras, son las que tomarán ese legado que dejan Correa, Banini y Bonsegundo.
El panorama en el país
El campeonato local semi-profesional de la AFA tiene pocos años y en relación a la mayoría de las ligas del exterior todavía sigue siendo de un nivel muy inferior. Como viene sucediendo en las últimas décadas, Las Guerreras de Boca se quedaron con los dos títulos en juego en este 2023: el Campeonato YPF y la Copa de la Liga Profesional.
El conjunto conducido por Florencia Quiñones, quien en mayo se hizo cargo del plantel xeneize en lugar de Jorge Martínez (acusado por presunto abuso sexual), le ganó a UAI Urquiza en el partido de desempate del primer torneo largo y se llevó otro trofeo para sus vitrinas. En el segundo semestre también se impuso en la Copa de la Liga luego de vencer en la final -ida y vuelta- a Belgrano de Córdoba.
En la Copa Libertadores Femenina de este año, Boca -finalista 2022- quedó eliminado en la fase de grupos y es el único equipo argentino clasificado para la edición del próximo año.