BIOÉTICA: EL AMOR COMO MOTIVO ESENCIAL DEL CUIDADO DE LA SALUD

Por Daniel A. Vogel – Hola buen domingo para todos. Hoy tengo la alegría de compartir en este espacio de reflexión dominical, un hermoso aporte que nos ha hecho llegar una colega de mucho prestigio y respeto, que supo hace algunos años ser columnista diaria en la radio de estos multimedios. Presento para su consideración este escrito, de una periodista zarateña Diana Duvivier.

Escribe Diana: En el contexto de la difícil situación social y económica que afrontamos en nuestro país, en medio del conflicto con las Prepagas, las Obras Sociales y las Prestaciones de carácter público, las complicaciones para un acuerdo de Políticas Sanitarias y otras cuestiones, no podemos descuidar, ni postergar, ni minimizar la relación de las Instituciones y de los Profesionales con el dolor, el sufrimiento y el necesario alivio del enfermo o herido que se acerca para recibir atención médica.

Sin olvidar que los Profesionales de la Salud atienden situaciones muy estresantes, con remuneración y condiciones de trabajo que se deberían considerar y corregir, nos encontramos ante el dilema ético del sufrimiento infligido en el ámbito clínico. Y, en este sentido, fue un momento oportuno para instalar el tema la Segunda Tertulia Bioética del año 2024, organizada por el Instituto de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Católica Argentina, coordinada por el Mg. Dr. Gerardo Perazzo y la Mg. Bioq. Silvia Birnenbaum, que tuvo lugar el miércoles 8 de mayo en Puerto Madero, Ciudad de Buenos Aires y por Zoom.

La propuesta para esta ocasión fue la exposición, análisis y debate con el bioeticista invitado, Dr. David Cerdio-Domínguez, de México, en relación a su Texto titulado “Cosmovisiones en Bioética: Interpretación del dolor y sufrimiento”. Allí se plantea cuál es la realidad del dolor y/o sufrimiento. Esta problemática de Salud Pública puede ser estudiada prestando especial atención a la distribución inequitativa de los opioides y la necesidad de una prescripción responsable de ese tipo de medicamentos, desde la visión de las principales corrientes bioéticas: Liberalismo o Liberal radical, Sociobiologismo, Utilitarismo, éste con sus enfoques hedonista, de las preferencias y de las regulaciones y sus subcorrientes y finalmente, el Personalismo, centrado en la Dignidad. Según estimaciones referidas por el Dr. Cerdio-Domínguez, el 1% de los medicamentos opioides se distribuye en el 50% de los países pobres y el 90% entre el 10% de los países más ricos.

Sin embargo, desde mi convicción personal de que la vida del ser humano no consiste en la abundancia de bienes que se posee (o no), el mayor dilema ético frente al dolor no sería un problema farmacológico o de insumos, ni de acceso a la salud, sino de la actitud y los valores del Personal de Salud, que sea capaz de salir de la indiferencia y del rechazo y hacer de su trabajo una misión y del amor, el vínculo perfecto.

Resulta muy interesante el planteo de la Prof. Carmen Alorda Terrasa, del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la Universitat Illes Balears, sobre la necesidad de corregir las fuentes de sufrimiento añadido o infringido en el contexto clínico: el dolor físico no resuelto, el descreimiento y enjuiciamiento del relato del paciente, la incorrecta o insuficiente comunicación, el tiempo de espera y la incertidumbre, las necesidades emocionales desatendidas, la respuesta homogénea esperada o rol del que sufre determinada patología y muy en especial, la deshumanización y escasa relación con el profesional por falta de tiempo, exigencias, técnicas, protocolos y prioridades que lo alejan del enfermo, la agresividad de la tecnología, y ambiciones de prestigio y posicionamiento de las instituciones hospitalarias, etc.

En este sentido, es de destacar el Modelo del Cuidado Caritativo de la Prof. Katie Eriksson (1943-2019), una Enfermera, Docente e Investigadora de Finlandia y vinculada a Suecia en lengua, quien ha desarrollado un Programa de estudios de Posgrado en Ciencias de la Salud, alertando sobre la falta de atención caritativa como responsable de sufrimiento del enfermo y sus allegados. Enfatiza el ágape o caritas que hará al verdadero cuidado del paciente, otorgándole un alivio auténtico. El amor se constituirá en el motivo básico de la Profesión. Más allá de los cuatro principios de la Bioética de Beauchamp y Childress de no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia, es el amor verdadero el que nos permitirá tener mejores resultados y lo que guiará mejor nuestras decisiones y conductas.

Por otra parte, cabe recordar los resultados del informe sobre el Índice Mundial de Felicidad 2023, realizada sobre 143 países, por la Encuestadora Gallup, la Universidad de Oxford y la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, en donde en la categoría de la Evaluación de la Vida, el Puesto Nª 1 lo obtuvo Finlandia, liderando durante siete años consecutivos la Clasificación.

Argentina obtuvo el puesto 48, mejorando el 52 de 2022. La población menor a los 30 años es la más feliz, mientras que los menos felices son los de entre 45 y 60 años. Afganistán ocupa el último lugar por quinto año consecutivo. Allí se preguntaba sobre seis variables: el PBI per cápita, el apoyo social, la esperanza de años de vida saludable, la libertad para tomar decisiones vitales, la generosidad y la percepción de la corrupción. Si bien se trata de una evaluación subjetiva y las respuestas indican cómo las personas encuestadas ven su propia vida, seguramente se relaciona con la Práctica Caritativa del Cuidado de la Salud y la perspectiva espiritual prevaleciente, las que están colaborando en ese nivel de Bienestar que caracteriza a los finlandeses.

El manejo del dolor en la Práctica Clínica consiste en cumplir con lo que la Medicina indica: cuidar. El dolor es una experiencia que se trata con otra experiencia. Porque una atención centrada en la persona constituye la esencia de la Profesión y de la tarea. Consiste en una entrega, un dar desinteresado, dejando sentimientos de superioridad, objetivos personales y orgullo, porque se trata de un enfermo, del latín “infirmus”, un “no firme”, “no fuerte”, alguien que necesita del soporte que podamos darle para un alivio verdadero. Cada eslabón de la cadena del Cuidado responsabilizándose de lo que de uno dependa.

Una entrega que respeta el misterio del dolor y de la debilidad humana, se pone en el lugar del otro, da lo que le gustaría recibir y espera el milagro. Se requerirá ser lleno de la Trascendencia y animarse a ser un instrumento del amor de Dios, el verdadero Ágape. Porque cuando soy débil puedo alcanzar otra fortaleza y aún ante el desgaste físico puede obrarse otra renovación. Se puede aprender a amar. Y como aquél que quería lengua de sabios para saber dar palabras al abatido, no nos cansemos de hacer el bien porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Por: DIANA DUVIVIER.

Amigos, hasta aquí la reflexion de hoy, que tenga un buen domingo.

AL QUE LE QUEPA EL SAYO…