Este sábado a las 14:00, Defensores recibirá a San Miguel en la revancha de la final del Reducido. Si CADU gana ascenderá a la B Metropolitana.
Para muchos será el partido que marque sus carreras deportivas. Sabiendo la magnitud y la importancia del partido que se llevará a cabo mañana en Villa Fox, está claro que lo que está en juego engloba una infinidad de sentimientos y sensaciones que se viene viendo en las calles de Zárate y que desborda a la paciencia de cada hincha “celeste”, que espera la llegada del sábado. Defensores Unidos estará parado ante la posibilidad de escribir otro capítulo dorado de su historia, como lo hizo en la temporada 87-88 y 93-94, donde tocó el cielo con las manos. Cuando el reloj marque las 14:00 de este sábado, el gran “manojo de nervios internos que vienen conteniendo jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas se soltarán en busca del anhelo de la victoria y del ascenso a la B Metropolitana.
Un viejo sabio del fútbol, como Alfredo Di Stéfano dijo alguna vez, que las “finales no se juegan, sino se ganan”. Y la verdad es que las finales no están hechas para cualquiera, sabiendo las presiones emocionales que existen y que muchos no suelen soportar. Sin embargo y dejando de lado el resultado que se de mañana, este plantel de Defensores Unidos ya demostró que está capacitado para jugar esta final ante San Miguel y también para ganarla. Por que lo hizo en la cancha de Arsenal, ante mucho público en contra y generando las mejores situaciones para quedarse con una victoria que no se dio y que dejó el capítulo abierto para cerrarlo en Zárate. Hablar de merecimientos, quizás sea injusto porque CADU hizo demasiados méritos, para estar en esta final, demostrando ser el mejor de todos, luego del campeón Sacachispas. Pero también este rival de San Miguel, teniendo unos últimos meses casi perfectos, ganando en canchas duras como Cañuelas o Argentino de Quilmes.
Seguramente, Defensores tendrá que tomar la iniciativa, pero sin contagiarse el fervor y el empuje que baje de las tribunas, porque eso lo puede llevar a desordenarse y dejarle espacios a un rival peligroso, como ocurrió en la ida, donde San Miguel salió a presionar alto en los primeros minutos y Defensores le generó varias chances para abrir el marcador. Justamente el tema de las llegadas es una constante en el elenco de Puebla, ya que en este Reducido ha creado mucho, pero concretó poco (aunque eso le alcanzó de todas maneras para ganar y avanzar a esta final).
Igualmente a esta altura Defensores no debe cambiar ese exitoso libreto que lo llevó hasta acá y hasta tener la mejor racha de su historia como local, con 25 encuentros sin perder. Obviamente que falta un paso más. El broche de oro o la frutilla del postre, da lo mismo. Ojalá que el esfuerzo y la fe que mostraron desde un principio, cuando pocos creían, tenga el premio más grande y Defensores pueda tener un sábado “celestial” con su gente y volviendo al lugar que tanto tiempo persiguió.