Personas privadas de libertad de la Unidad 13 del Servicio Penitenciario Bonaerense confeccionaron con madera una biblioteca, bancos y juguetes para la organización social “Don Ito”.
Personas privadas de libertad de una de las cárceles de Junín produjeron en el taller de carpintería juguetes, bancos y una biblioteca, y la donaron a la organización social “Don Ito” que se encargará de distribuirlos en distintos comedores y merenderos de la zona.
La experiencia laboral y solidaria se desarrolló en la Unidad 13 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) en el marco del programa “Más trabajo, menos reincidencia”, impulsado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.
La iniciativa surgió en el marco de las capacitaciones laborales a las que concurren las personas privadas de su libertad. Los internos, un grupo de 25, previamente capacitados en carpintería, fabricaron a lo largo de dos meses dentro del taller que funciona en el establecimiento penitenciario nueve bancos, una biblioteca, cinco aviones, diez caballos y nueve autitos.
La madera para elaborar los juguetes fue donada por diversas empresas y la mano de obra de las personas detenidas fue un acto caritativo. Estas experiencias forman parte de una planificación en la que se busca colaborar con la seguridad ciudadana al fomentar la formación en oficios de las personas privadas de la libertad.
Al respecto, el Director de la Unidad 13, Jorge Maidana, subrayó que “siempre estamos abiertos a colaborar con instituciones que lo necesite y así lo entienden distintas empresas que solidariamente nos acercan materia prima para que podamos llevar adelante distintos proyectos”.
La entrega fue coordinada por las autoridades de la cárcel y el representante de Don Ito, Pablo Rodríguez. La jornada contó con la presencia del Jefe del Departamento de Capacitación Laboral de la Subdirección General de Trabajo del SPB, Emiliano Pesallaccia quien agradeció al personal y los internos por su compromiso en la labor solidaria. Pesallaccia también subrayó que “ganan todas las partes ya que las personas privadas de su libertad pueden aprender un oficio y con sus prácticas ayudar a la sociedad”.
En el mismo sentido se manifestó Maximiliano, uno de los internos que participó en la fabricación de los juguetes, quien expresó que “todos estamos agradecidos por la posibilidad de poder, a través de estas colaboraciones, pagar a la sociedad la deuda pendiente que tenemos con ella. Hacemos esto para aportar nuestro granito de arena y ayudar los niños”.