
A pesar de que las aerolíneas se esfuerzan en conseguir menús cada vez más sabrosos, lo cierto es que la comida de avión sigue teniendo muy mala fama, ya sea porque muchas veces parece bastante insípida o incluso pobre a nivel nutricional.
¿Por qué los menús son tan poco variados?
Muchos estudios confirman que el sentido del gusto se altera en situaciones de vuelo, ya que a medida que el avión va ganando altura se produce un cambio en la presión del aire que adormece un tercio de las papilas gustativas.
Por esta razón, la sal nos suele parecer menos salada y el azúcar menos dulce. Concretamente para ser exactos, según los datos de una investigación realizada por expertos del Instituto Fraunhofer de Física de la Construcción IBP, “la sal se percibe entre un 20% y un 30% menos intensa y el azúcar entre un 15% y un 20%”. Este cambio de sabor obliga a las aerolíneas a modificar la cantidad de aderezos usados en la comida, lo que repercute en la elección del menú, que al poder ceñirse sólo a unas pocas recetas, a ojos de muchos pasajeros puede resultar poco variado.
Tal y como argumentan los portavoces de British Airlines, Virgin Atlantic y Aeroflot, la intención de su servicio de catering es que el pasajero pueda disfrutar de cuantos platos extra crea necesarios. Es por ello que, antes de despegar, sus responsables calculan la cantidad de comida que puede ser demandada, dando la posibilidad al viajero de repetir alguna de las raciones que ofrecen en sus respectivas cartas.
Cuando las comidas preparadas y refrigeradas llegan a bordo, se almacenan a bajas temperaturas hasta el momento de servir. Justo antes de que lleguen al asiento del pasajero, se calienta en hornos de calor seco a altas temperaturas (los fogones en el avión están prohibidos por razones de seguridad).
Ninguna de las comidas se prepara a bordo. Todos los alimentos se elaboran en las cocinas de los aeropuertos, que tienen las mismas inspecciones sanitarias que cualquier restaurante, y luego se trasladan en camiones para ser cargados en las bodegas del avión.
Fuente: La Vanguardia









