El territorio bonaerense fue pionero en la adopción del cinematógrafo. Con los años Buenos Aires se llenó de salas y la ida al cine se convirtió en un ritual disfrutado por generaciones.

Infografía: DIB

Desde aquel 28 de diciembre de 1895 en el que los hermanos Auguste y Louis Lumière presentaron al mundo el cinematógrafo, el llamado “séptimo arte” ha cautivado a la humanidad. En poco tiempo la invención se desparramó por el mundo como lava ardiente y el mundo del entretenimiento ya no fue el mismo. Argentina tuvo sus primeras funciones de cine al año siguiente del lanzamiento, y las pantallas inaugurales estuvieron en la Capital Federal y La Plata. Es decir, la provincia de Buenos Aires tuvo el privilegio de ver nacer a la pasión popular por las imágenes en movimiento. Relatar la historia de los cines en el territorio bonaerense excede con mucho este espacio, de modo que haremos un paseo por tres salas representativas, en La Plata, Azul y Bolívar.

En la capital de la provincia las proyecciones de cine comenzaron en locales que hoy en día se consideran teatros: el Argentino y el del Lago del Bosque. Y es que en aquellos años fundacionales, esas salas brindar espectáculos musicales y dramáticos, y agregaron las “vistas” en función de su éxito.

En 1901, muy poco tiempo después de las proyecciones iniciales, se creó la primera sala construida exprofeso para el cine: el Salón Biógrafo, en la calle 8, frente a la Legislatura. Es decir, en la misma cuadra donde está actualmente el Cinema 8.

Fue iniciativa del comerciante Eduardo Ciocchini, tenía una capacidad para 70 espectadores y contaba con un novísimo Kinetoscopio Edison. Ofrecía funciones los lunes, miércoles, jueves, sábados y domingos con una entrada de 30 centavos. Ciocchini hizo publicidad en los diarios platenses con poemas que el mismo escribía, donde hablaba de “miles de maravillas, que para no detallar, mediante treinta centavos, os invito a presenciar”. No obstante, el empuje con el que comenzó su andadura, el Salón Biógrafo terminó cerrando sus puertas al año de creado.

Azul

Muchos años pasaron, mientras se abrían salas como hongos en toda la provincia, para que apareciera el siguiente cine en esta historia. El San Martín, de Azul, tuvo su noche de gala el 14 de marzo de 1946 con la proyección de “La dama duende”. Además, de acuerdo con el estudioso Sebastián Vivarelli, esta cinta se complementó con el Noticiario Argentino, el Noticiario Pathé New, dibujos animados de Walt Disney y la interpretación de la Polonesa “Heroica”, opus 53, de Frédéric Chopin.

El cine se había levantado en Hipólito Irigoyen al 480 y contaba con 1.300 butacas, entre plateas, super pullman, pullman y palcos. La comparación con el Biógrafo platense de 1901, que tenía 70 asientos, alcanza para mostrar el increíble crecimiento de la pasión por el cine en aquellas décadas que hoy se consideran de oro.

Trece años después, en 1959, el San Martín fue sede del Primer Festival de Cine Internacional de Azul. Otro hito fue la proyección, en 1978, de la final del Mundial de Fútbol entre Argentina y Holanda.

Un testigo de aquellos años, Omar Toscano, le contó a Vivarelli que la mejor época del San Martín fue “desde principios de los ’60 hasta fines de los ’70”. Mientras que los miércoles estaban dedicados a clásicos del cine estadounidense, el viernes era el “Día de Damas”, en el que se proyectaban tres películas argentinas. Y los domingos, los chicos disfrutaban la infaltable matiné, con cortos de Disney y Los Tres Chiflados, entre otros.

La década del ’80, como sucedió en tantos otros lugares, vio caer el auge del cine San Martín, que cerró para reconvertirse en una discoteca llamada Mamut. Hoy en día, el monumental edificio alberga al Complejo Cultural San Martín.

Bolívar

Mientras el San Martín de Azul estaba en su auge, a unos 130 kilómetros de allí, en San Carlos de Bolívar, se inauguraba el Cine Avenida. En la gala del 12 de abril de 1951 más de 1.200 personas asistieron a la proyección de “Mi vida eres tú”, con Margaret Lockwood y Stewart Granger, y “La danza inconclusa” con Margaret O´Brien.

El Avenida, según recuerda el comunicador David Vázquez González, fue levantado por iniciativa de don Manuel Otero, un inmigrante proveniente de La Coruña (Galicia, España). El “gallego” estuvo vinculado al cine desde su llegada a Bolívar, en los primeros años del siglo XX. Allí comenzó una carrera que lo llevaría, tres décadas después, a ser propietario de uno de los dos cines que había en la ciudad a fines de los ‘40, el Select; el otro era el Cine Teatro Coliseo.

Cuando Otero, motivado por la idea de crear una sala para 1.500 espectadores, fundó el Avenida, había en toda la Argentina la impresionante cifra de 2.300 cines.

El Cine Avenida, de manera muy similar al San Martín en Azul, marcó un punto de encuentro de todas las clases sociales y, además, sirvió para presentar la cultura a los sectores populares. Esto dio pie a cientos de anécdotas, como la del muchacho que había venido del campo directo al cine y tenía una bolsa que dejó en la entrada, mientras se dirigía a la oscuridad de la sala para disfrutar la película. Al rato, para el susto de los empleados del Avenida, de la bolsa salió volando un enorme búho… que recién pudieron agarrar varios días después.

Arrastrado por la misma decadencia que la gran mayoría de las salas de todo el país, el Avenida cerró sus puertas en 1991. Muchos años después volvió a abrir de la mano del hijo más dilecto de Bolívar, Marcelo Tinelli. “El Cine Avenida fue parte de mi infancia; vivía a una cuadra y media y era como una habitación de mi casa”, afirmó el conductor en aquella oportunidad. Hoy, el sueño de Manuel Otero se convirtió en el centro cultural más importante de la ciudad.

No obstante los embates de las ubicuas pantallas, los televisores inteligentes, las descargas de películas por Internet y el golpe del cierre obligado por la pandemia, el cine se resiste a morir. Pasará el tiempo, pero cuando se apaguen las luces y comience a sonar la música de introducción de una película, siempre habrá un espectador que, con piel de gallina, disfrutará del ritual creado por los hermanos Lumière.

Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB. (DIB) MM