La trayectoria del bailarín de tango zarateño Cristian Andrés López, es un testimonio del poder transformador del arte y la cultura. Desde sus humildes comienzos en la Capital del Tango en 1999, inspirado por la pasión de los bailarines locales y el negocio familiar de calzado para tango, hasta su consagración en Japón, su historia es un reflejo de dedicación y talento.

Anclado en la influencia de sus maestros: José María Luna y Laura Mangione, y la conexión con su herencia cultural, han sido pilares en su desarrollo como bailarín que tiene su propia escuela en Tokio, llamada “BUENOS AIRES, Salón de Tango Argentino”, la que no solo es un espacio para enseñar y difundir el tango, sino también un punto de encuentro para la comunidad argentina y los entusiastas del baile en Japón.

Ganar el torneo “Milongueros del Mundo” por segunda vez es un logro sin precedentes, y su clasificación para la semifinal del Mundial de Tango 2024 es un hito que pone en alto el nombre de Zárate en el escenario mundial. La pareja artística que forma con Naoko Tsutsumizaki es una fusión de culturas y estilos que enriquece la tradición del tango. La historia de López es un claro ejemplo de cómo el arte puede ser un puente entre culturas y cómo la perseverancia y el amor por una disciplina pueden llevar a un individuo a alcanzar la excelencia en su campo.

La narrativa de su vida, marcada por el ritmo de “Luna de Tango”, resuena con la nostalgia y el orgullo de sus raíces. Es una historia que inspira a futuras generaciones de bailarines y artistas, demostrando que con esfuerzo y pasión, los sueños pueden convertirse en realidad.

La comunidad de Zárate, y sin duda Argentina en su conjunto, puede celebrar con orgullo los logros de uno de sus hijos más destacados, que ha llevado el tango, una expresión tan profundamente argentina, a nuevos horizontes y ha demostrado que el arte no conoce fronteras.