Por Daniel Armando Vogel – Hola, buen día. Bienvenidos al 2025, primer domingo del año. Hermosa jornada, ni tan fresca ni tan calurosa, porque el verdadero calor, dicen, llega en la primera semana completa de enero del año nuevo.
Se espera desde el próximo miércoles una ola de calor, la primera de este verano, que ha tardado en llegar debido al frescor de las noches y, a veces, de las mañanas, lo que ha hecho que poca gente haya usado la pileta en estos últimos días del año viejo.
El 2024 ya quedó en la historia escrita y en la memoria como un año de grandes cambios, muchos celebrados y otros tantos, o los más, cuestionados o por lo menos murmurados por quienes tuvieron que aceptar duros cambios que el actual presidente ofreció en campaña y que consiguió por el voto de la mayoría, derrotando al kirchnerismo que venía de más de 20 años de manejar una metodología política que a todas luces, no resultó ser beneficiosa al final del camino para la gran mayoría de los que habitamos este país.
Los cambios producidos en este año que pasó, sin lugar a duda, son osados y parece ser que el Gobierno de Javier Milei no se moverá un milímetro en conseguir los objetivos que se ha propuesto, aunque prima facie a todos nos da la sensación de que quedará mucha gente en el camino, que pasará a estar vulnerable en muchos aspectos, como por ejemplo en lo esencial: la alimentación y también la atención de salud, como mínimo, para no alargar la lista.
Destacable es, tal vez para la macroeconomía, haber logrado tan rápido el déficit cero y haber frenado bruscamente en menos de un año una inflación alocada y descontrolada con la que veníamos y que terminaba perjudicando, principalmente a los que menos tenían.
Veremos en este 2025, que es un año electoral, cómo se siguen “acomodando los melones en el camino mientras vamos andando”, como dice el dicho popular tan conocido. Ojalá sea en beneficio de todas las clases sociales y que no solamente se beneficien quienes siempre juegan y apuestan a la timba financiera, sino que llegue a los más necesitados, a los que están sin trabajo, a los jubilados, a los niños y personas discapacitadas, entre otros.
En cuanto a Zárate, transcurrió un 2024 de un intendente que llega a alquilar una casa donde había un inquilino de 16 años que le había dado su impronta, pintado las paredes a su gusto, iluminado la casa a su placer, amueblado la misma según lo que le parecía mejor. El nuevo inquilino, Marcelo Matzkin, tomó posesión de la casa y lentamente debe ir pintando, iluminando y cambiando los muebles a su gusto y según su visión y proyecto.
Además de haber tenido que gobernar durante todo un año con un presupuesto que no era el suyo, un presupuesto que contaba con ingresos hasta muy generosos desde nación y provincia para el intendente anterior, lo que hoy y durante todo el 2024, al intendente Matzkin le fue negado.
Este 2025 inicia con una nueva ordenanza fiscal e impositiva que, dicen desde el Ejecutivo, beneficiará el presupuesto de una gran ciudad que tiene objetivos de crecimiento, invitando a radicarse empresas e industrias que generen no solo más mano de obra, sino riqueza que derramen y beneficien en definitiva a la comunidad donde se radican.
Este será un año especial, un año de elecciones intermedias. Ojalá que por sobre los intereses partidarios y personales sean priorizados los de los vecinos que en los barrios tienen grandes necesidades de ser atendidos.
Que tengamos todos un feliz 2025, donde Zárate, junto a sus vecinos y familias, sea la prioridad número uno en cada amanecer hasta el anochecer.
O sea, entiéndase, ¡¡¡siempre!!! Durante las 24 horas del día, los 365 días del año nuevo que ya transitamos.
AL QUE LE QUEPA EL SAYO…