En la Semana Mundial del Asma, es crucial desentrañar los mitos que rodean su tratamiento, especialmente sobre el uso de inhaladores o PUFF. La Dra. María Laura Orazi, del servicio de Neumonología del Hospital Italiano, explica por qué son la opción adecuada.
Para prevenir las crisis de asma, el tratamiento más indicado es el uso de PUF u otros dispositivos inhalatorios, sin embargo, existen algunos prejuicios entre quienes deben empezar a incorporarlo. Contrario a esta creencia, su uso no es una señal de debilidad ni de dependencia. Más bien, estos dispositivos representan la vanguardia en el manejo efectivo del asma.
La administración de fármacos por vía inhalatoria a través de los PUF es la más recomendada, ya que actúa directamente en el pulmón, proporciona una mayor cantidad de medicación en las vías respiratorias, tiene una respuesta rápida y escasos o nulos efectos adversos. Esto resulta clave para controlar los síntomas y prevenir las crisis asmáticas.
Así lo explica la doctora Dra. María Laura Orazi, del Hospital Italiano: “Hoy sabemos que el mejor tratamiento para el asma son los corticoides inhalados solos o combinados con un broncodilatador, como fluticasona, budesonida y mometasona son ejemplos de nombres de corticoides inhalados”. La especialista asegura que la duda respecto al riesgo de que estos medicamentos puedan generar dependencia es algo que no tiene fundamento científico: “Bien administrado, resulta la herramienta más segura y eficaz”, dice.
Qué son. Aunque aún no existe una cura contra el asma, los tratamientos actuales con corticoides inhalados combinados con broncodilatadores, en diferentes dosis, logran controlar la enfermedad en algo más del 90% de los pacientes. La eficacia del tratamiento ha sido respaldada por décadas de investigación y práctica médica. A diferencia de otras formas de administración, la inhalada llega directamente a las vías respiratorias. “Es crucial comprender que el uso de inhaladores no es una opción, sino una necesidad para quienes padecen asma”, dice la doctora Orazi y lo compara con otros tratamientos crónicos, como la medicación para la hipertensión o la diabetes. ¿Podríamos decir que un paciente hipertenso es dependiente o adicto a los antihipertensivos o un diabético a la insulina o a los hipoglucemiantes? Claro que no.
Ser protagonista. El objetivo es que quien padece asma esté lo suficientemente entrenado como para monitorizar sus síntomas y aplicar un tratamiento consensuado con su médico. Un autocontrol apoyado por un profesional reduce las crisis y mejora la calidad de vida.
Los medicamentos para el asma se clasifican en dos: de mantenimiento y de alivio o “de rescate”. Los primeros se administran de forma continua durante periodos prolongados, mientras que los segundos, en el momento de la crisis aguda.
Aprender a usarlos. El principal inconveniente de los inhaladores es la dificultad de la técnica de inhalación con los diferentes dispositivos que debe ser chequeada y repasada en cada visita médica. De hecho, numerosos estudios indican que hasta un 70 % de los pacientes utiliza de manera incorrecta los dispositivos de inhalación, lo que repercute sustancialmente en la eficacia del tratamiento.
Aunque hay diferentes sistemas, todos tienen unos pasos comunes para su correcta utilización, que son:
- Tomar el dispositivo.
- Expulsar todo el aire del pulmón y aplicar los labios a la boquilla.
- Permanecer de pie o sentado para lograr la máxima expansión torácica.
- Mantener la lengua en el suelo de la boca, sin que interfiera en la salida.
- Una vez iniciada una inspiración lenta, presionar el aerosol una sola vez mientras se sigue inspirando profundamente.
- Contener la respiración 8-10 segundos y espirar despacio.
- Si se necesita otra inhalación, esperar 30 segundos como mínimo.
- Enjuagar la boca sin tragar el agua.
Es importante empoderar a la comunidad en general con el conocimiento correcto sobre el asma y su tratamiento. Los inhaladores son la mejor herramienta para controlar y vivir con esta enfermedad.