Fruto del trabajo de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba y el CONICET este dispositivo permitirá la dosificación y personalización de medicamentos y la producción de remedios para enfermedades raras. La ANMAT ya analiza sus alcances y usos.

El alcance de las impresoras 3D es gigante: desde juguetes y repuestos hasta implantes y prótesis, pasando por herramientas y hasta casas. La lista es interminable y ahora, gracias al desarrollo de un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba y del CONICET, será más extensa y contará con la formulación de medicamentos.

“Hace años venimos desarrollando un método que hoy es realidad y permite la impresión 3D de un blister de 14 comprimidos en tan solo diez minutos. Ya estamos trabajando con la ANMAT y buscamos dar respuesta al faltante de medicamentos huérfanos o de enfermedades raras, una gran deuda de la industria”, explica Daniel Real, uno de los investigadores a cargo del proyecto, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Si bien las farmacias magistrales, es decir, las que producen medicamentos por su cuenta, tienen la capacidad de hacer formulaciones personalizadas, son muy pocas las que asumen esta tarea.  “Hoy en día, los procesos de formulación requieren de la contratación adicional de personal porque no se puede atender el mostrador y hacer medicamentos al mismo tiempo. Con nuestra metodología, estaríamos simplificando este proceso de formulación para poder lograr productos que sean personalizados y con la misma calidad que lo que te da la industria”, detalla el doctor en Ciencias Químicas egresado en la Universidad Nacional de Rosario.

En el mercado hay más de cinco mil principios activos para terapia en humanos. El equipo de la UNC evaluó cuáles serían los más apropiados para esta técnica. “Por un lado, podríamos dar respuesta al faltante de comprimidosde lo que se conoce como medicamentos huérfanos o de enfermedades raras. La industria no los fabrica porque son lotes pequeños que no resultan rentables para la producción en serie, pero hay gente que los requiere de igual manera”, señala Real.

“Por el otro -continúa el farmacéutico-, sería muy funcional para pacientes polimedicados de alta prevalencia, es decir, personas que consumen cinco medicamentos o más. Los únicos comprimidos que combinan medicamentos para reducir la cantidad que debe ingerir por día la persona son a dosis fijas y esto presenta un problema si se requieren ajustes en un compuesto y no en el resto. Con nuestra impresora, podríamos ajustar la dosis precisa de cada droga y lograr que tome un sólo comprimido en lugar de cinco”.

Además, la implementación de este avance en las farmacias permitirá la dosificación de la medicación de acuerdo al volumen corporal de cada paciente, la adaptación de las formas y colores para distinguirlos más fácilmente y la modificación de los tamaños para población pediátrica y gerontológica.

Un sistema efectivo y pensado para LATAM

Daniel y Juan Pablo Real son hijos de farmacéuticos. Cuando empezaron a trabajar en Pill.AR, el proyecto distinguido en los Premios INNOVAR 2023, contaban con información privilegiada: conocían de primera mano las posibilidades, necesidades y alcances de las farmacias en el país. “Hay solo otra impresora 3D de medicamentos, pero se trata de un desarrollo en Londres que requiere de varias máquinas y procesos carísimos para nuestra realidad. Nosotros trabajamos con una técnica extremadamente más sencilla que está pensada para el mercado latinoamericano”, destaca el doctor.

Las impresoras 3D más conocidas trabajan con filamentos plásticos que se funden por encima de los 190°C. Muchos de los principios activos con los que precisan trabajar los farmacéuticos no toleran esas temperaturas. “Con nuestra metodología -sostiene Real- se puede imprimir hasta a 60°C, hecho que amplía el abanico de medicamentos que podemos desarrollar”.

Parte del equipo de investigadores.

“Además, los filamentos plásticos de las clásicas impresoras 3D están compuestos de un material que debe ser estable y, para eso, hay que tener equipamientos extra que los fabriquen. Nosotros, en cambio, utilizamos materiales que ya están en circulación en la industria farmacéutica, por ejemplo, para hacer supositorios. Fue una búsqueda ardua para poder adaptar los procesos y potenciar las posibilidades de este sistema de impresión tan interesante”, detalla el investigador que trabaja en conjunto con el licenciado Enzo Moriconi (CEO) y el doctor Santiago Palma (CSO).

Un producto competitivo en el mercado

Si bien cuando se piensa en medicina personalizada se la asocia a un costo alto, los investigadores contemplan valores competitivos en el mercado. Real señala que, por ejemplo, “los comprimidos compuestos podrían ser más económicos que el costo de comprar los cinco medicamentos por separado, ya que hay agregados de logística, traslado y marketing, que se reducen considerablemente”.

“La diferencia puede ser más grande en medicamentos económicos, como ibuprofeno o paracetamol, porque la industria es muy eficiente haciéndolos en sus distintas dosis. Sin embargo, para medicamentos específicos y más costosos lo que se adiciona al precio por la personalización no sería alto en comparación al valor total del medicamento”, indica el investigador de la UNC.

Actualmente, en casos de compuestos específicos que no se encuentren disponibles en el mercado, la única solución está en las farmacias magistrales. El problema es que, en Argentina, las obras sociales no cubren estos medicamentos personalizados. Según los investigadores, las impresiones que se realizan con la imprenta 3D entrarían dentro de lo que son las especialidades medicinales, que sí están garantizadas por muchos seguros sociales.

“Ya estamos trabajando con la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para poder validar y estandarizar la calidad de los productos que se impriman -destaca con alegría el investigador-. Hoy en día nos consideran la única empresa que hace esto en Argentina así que, al ser algo nuevo, tenemos que generar un sistema de control que se adecúe a nuestro desarrollo y no que sea una adaptación a otros procesos ya existentes que son parecidos pero no iguales”.

Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM)