Según un estudio de la Universidad de Cambridge quienes son diagnosticados con esa condición, son más propensos a tener necesidades de salud complejas en todos los sistemas orgánicos.
Varios estudios epidemiológicos han destacado la peor salud física de los adultos autistas en comparación con quienes no atraviesan ese cuadro. También investigaciones anteriores han demostrado que quienes padecen esa condición mueren mucho más jóvenes y tienen más probabilidades de experimentar una variedad de afecciones de salud física.
Hasta ahora, se creía que las personas autistas tenían más probabilidades de sufrir afecciones específicas, como dolor gastrointestinal, problemas de sueño y epilepsia o trastornos convulsivos, sin embargo la ciencia tenía escasas precisiones al respecto.
En un estudio publicado en la revista Molecular Austism se encaró una metodología diferente porque investigó una gama mucho más amplia de riesgos para la salud que lo que se había hecho antes y muestra que las personas autistas experimentan una gama mucho más diversa de vulnerabilidades para la salud de lo que se pensaba anteriormente.
Específicamente, tienen más probabilidades de tener problemas de salud física en todos los sistemas orgánicos, incluido el cerebro (como la migraña), el sistema gastrointestinal (por ejemplo, la enfermedad celíaca) y el sistema endocrino (como la endometriosis), en comparación con los no autistas.
Elizabeth Weir, investigadora asociada del Centro de Investigación del Autismo de Cambridge, que dirigió el equipo de profesionales, indicó: “este estudio enfatiza la mayor vulnerabilidad de la salud de las personas autistas tanto en los tipos como en la cantidad de afecciones que pueden tener. Ahora necesitamos comprender las causas de estos mayores riesgos, que probablemente sean de naturaleza multifactorial”.
Este es el primer estudio que ahonda en estas mayores probabilidades de experimentar “multimorbilidad de salud física”, lo que significa que tienen al menos dos o más afecciones. Estos incluyen la fibromialgia concurrente (que causa dolor crónico en todo el cuerpo) y el síndrome de ovario poliquístico (que ocasiona ciclos menstruales irregulares, infertilidad, crecimiento excesivo de cabello y acné).
El estudio fue realizado por un equipo de Cambridge y utilizó una encuesta de autoinforme anónima para comparar las experiencias de 1.129 personas autistas y 1.176 no diagnosticadas de entre 16 y 90 años. La muestra fue tomada de modo internacional, aunque el 67% de los participantes eran del Reino Unido.
La encuesta evaluó el riesgo de 60 afecciones de salud física en nueve sistemas de órganos diferentes (gastrointestinal, endocrino, reumatológico, neurológico, ocular, renal/hepático, otorrinolaringológico, hematológico y dermatológico). Además, tuvo en cuenta otros factores como la edad, el sexo asignado al nacer, el país de residencia, el origen étnico, el nivel educativo, el consumo de alcohol, el tabaquismo, el índice de masa corporal y los antecedentes médicos familiares.
El equipo descubrió que las personas autistas tenían más probabilidades de que se les diagnosticaran afecciones médicas en los nueve sistemas de órganos analizados, en comparación con el resto de la muestra. En cuanto a condiciones específicas, tenían tasas más altas de 33 condiciones específicas en comparación con sus pares no autistas. Estos incluían enfermedad celíaca, afecciones de la vesícula biliar, endometriosis, síncope, vértigo, incontinencia urinaria, eccema y anemia por deficiencia de hierro.
John Ward, científico investigador visitante en Cambridge, que también participó del análisis, dijo: “Esta investigación se suma al conjunto de evidencia de que las necesidades de atención médica de las personas autistas son mayores que las de que no lo son. Se requiere más investigación, particularmente en torno a la identificación temprana y el seguimiento de enfermedades crónicas”.
Este es también el primer estudio epidemiológico que muestra que el síndrome de Ehlers-Danlos (SED), un grupo de trastornos que afecta los tejidos conectivos y que causa síntomas como hipermovilidad de las articulaciones, articulaciones flojas que se dislocan con facilidad, dolor y chasquido en las articulaciones, piel con hematomas, cansancio extremo, problemas digestivos, mareos, piel elástica, heridas que tardan en sanar, prolapso de órganos y hernias, pueden ser más comunes entre las mujeres autistas.
La nueva investigación también replica hallazgos anteriores para mostrar que las personas autistas tienen tasas más altas de todos los síndromes de sensibilidad central, que son un grupo variado de afecciones relacionadas con la desregulación del sistema nervioso central, en comparación con las personas no autistas. Los síndromes de sensibilidad central incluyen el intestino irritable (SII), articulación temporomandibular (ATM), la migraña, el tinnitus, la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC) y la fibromialgia.
El nuevo estudio también investigó los riesgos de multimorbilidad para la salud física con una novedosa aplicación de análisis de red, una técnica utilizada para comprender las relaciones entre diferentes partes de un sistema. Este método de análisis se utiliza habitualmente en neurociencia para comprender cómo interactúan entre sí las diferentes regiones del cerebro. En esta investigación, el análisis evaluó la frecuencia con la que afecciones de diferentes sistemas de órganos ocurrían juntas en la misma persona. Además de resaltar necesidades de salud complejas, este análisis estableció por primera vez que las combinaciones de afecciones médicas que con frecuencia coexisten pueden ser diferentes entre adultos autistas y no autistas.
Simon Baron-Cohen, otro miembro del equipo, afirmó: “Somos conscientes de los riesgos de las condiciones de salud mental en las personas autistas, pero esta nueva investigación identifica también alertas sobre las condiciones de salud física. Necesitamos revaluar urgentemente los sistemas de atención médica actuales para mejorar el apoyo ofrecido”, concluyó.