Un estudio de farmacovigilancia realizado en la Argentina sobre el uso de cannabidiol en pacientes infantiles y adolescentes con epilepsia refractaria comprobó que sus beneficios en la reducción de las crisis convulsivas se extienden por un plazo de al menos dos años, sin que se incrementen sus efectos adversos. Se trata de la investigación más extensa realizada hasta hoy en el país sobre la efectividad y seguridad del CBD para el tratamiento de esta patología.

“Considerando los datos por edad se puede observar que la mayoría de los pacientes evaluados entre 12 y 24 meses respondió reduciendo sus convulsiones en más del 50%. Al comparar por grupos etarios, se observó una respuesta algo mayor para los pacientes en el rango de edad de 11 a 16 años, donde un 79% redujo sus convulsiones en más de la mitad. Además, en los rangos de menores de 5 años y entre los 6 y 10 años se observó que un 50% y un 65% de los pacientes, respectivamente, redujeron sus convulsiones a más de la mitad”, indica el estudio presentado por Alef, que tomó datos recopilados hasta el 30 octubre del año pasado.

La importancia de los beneficios a largo plazo
Este nuevo informe sobre la seguridad y eficacia de Convupiduol amplía los hallazgos y el tiempo de observación respecto de los dos anteriores y constituye un estudio más representativo del “real world” que día a día enfrentan los especialistas en el consultorio, ya que la epilepsia refractaria es una condición crónica y muchas veces las investigaciones de farmacovigilancia disponibles tienen una extensión menor (de meses o apenas semanas). Un dato alentador es que la reducción de las convulsiones se mantiene en el segundo año de tratamiento, a diferencia de muchos antiepilépticos que tienden a reducir su eficacia a lo largo del tiempo.

“El mayor aporte es que reafirma, luego de un tiempo más prolongado, los resultados obtenidos en los dos cortes anteriores en los que se constata un porcentaje de reducción de crisis considerable en la mayoría de los pacientes siendo baja la incidencia de efectos adversos”, analiza el doctor Nicolás Schnitzler (MN 107885), neurólogo infantil del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento (IADT).
El experto también destaca la diversidad de casos que estuvieron bajo seguimiento profesional para llevar a cabo esta investigación. “Al ser un reporte de farmacovigilancia relacionado al uso diario en un grupo de pacientes con diferentes esquemas de estrategias anticrisis, es fundamental contar con el mayor tiempo posible para reducir sesgos y constatar la persistencia de la reducción de la frecuencia de crisis. Le otorga mayor fortaleza a los resultados”, agrega.

En cuanto a por qué motivo hubo una mayor reducción de convulsiones entre los pacientes del rango etario de 11 a 16 años, el especialista plantea que los datos son insuficientes como para sacar conclusiones y se deberá seguir su evolución en el tiempo ya que las razones pueden ser diversas, y dependen de las evoluciones clínicas de los distintos síndromes epilépticos y de cuáles hayan sido las combinaciones con otros tratamientos antiepilépticos, como por ejemplo politerapia farmacológica, colocación de estimulador vagal y la indicación de terapia cetogénica.

De cara al futuro, la investigación de farmacovigilancia de Convupidiol seguirá con reportes anuales como una forma de monitorear y supervisar el uso de CBD en niños y niñas con epilepsias fármaco-resistentes y así poder comunicar a la comunidad los resultados relacionados a su eficacia y potenciales efectos adversos. “Los resultados hasta ahora obtenidos son muy favorables y en el paso del tiempo van dando fortaleza a la molécula de CBD como opción segura a considerar en epilepsias fármaco-resistentes con eficacia similar a drogas antiepilépticas con excelente tolerancia en el uso prolongado en la población pediátrica”, sostiene Schnitzler.