Tras casi dos años de la pandemia del COVID-19, es imprescindible retomar las consultas médicas aplazadas por el aislamiento y las restricciones a la circulación, que en 2020 cayeron cerca del 60%, sobre todo en enfermedades crónicas como la diabetes, una patología que genera graves complicaciones asociadas al deterioro en la calidad de vida y a una elevada mortalidad, con una disminución de 5 a 10 años en la expectativa de vida.
La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de azúcar en sangre (hiperglucemia), asociada a una deficiencia de la producción y/o de la acción de la insulina, una hormona producida por las células beta del páncreas que baja el nivel de glucosa en sangre. La diabetes mal controlada es una causa importante de ceguera, insuficiencia renal, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y amputación de los miembros inferiores.
Desde 1991, cada 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes y el lema elegido para este año es el “acceso a la atención de la diabetes”.
Desde 1980 el número de personas con diabetes en el mundo casi se ha cuadruplicado: 425 millones de adultos padecían diabetes en 2017, frente a los 108 millones de 1980. En 2019, previo a la pandemia, se estima que la diabetes fue la causa directa de 1.500.000 muertes alrededor del planeta.
En nuestro país, la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) calcula que esta enfermedad alcanza a 4.000.000 de personas, aunque al tratarse de una patología subdiagnosticada, la cifra podría llegar a duplicarse. Según datos de la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), realizada por el Ministerio de Salud de la Nación, en Argentina el porcentaje de personas con glucemia elevada o diabetes en el país aumentó, pasando de 9,8% en 2013 a 12,7% cinco años después.
“Estas cifras no son llamativas ya que están en consonancia con el marcado crecimiento de la obesidad y disminución de actividad física de la población, siendo los principales factores de riesgo para desarrollar diabetes”, argumentó la Secretaria del Consejo Directivo del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, María Laura Chiormi, licenciada en Nutrición (MP 008). En efecto, el sobrepeso y la obesidad están en una tendencia de aumento sostenido en nuestro país: actualmente presentan exceso de peso el 68% de los adultos y 41% de los niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años.
Ante el diagnóstico de diabetes no solo se debe controlar el azúcar a diario y tratarse con un médico especialista sino que también es fundamental la consulta con un o una profesional de la nutrición, quien elaborará un plan individualizado, adaptado a las particularidades de cada paciente, a su estilo de vida, actividad física, gustos y hábitos, el cual no prevé la eliminación de ningún grupo de alimentos sino la utilización de todos ellos en su justa proporción.
“Hoy se sabe, y es muy importante remarcar, que la alimentación del paciente con diabetes no debería ser distinta a lo que es una alimentación saludable, es decir, el enfoque debe ser guiado a patrones de alimentación saludables con comidas caseras que incluyan frutas, verduras, frutas secas, legumbres, lácteos, grasas de buena calidad, carnes, cereales integrales, panes integrales caseros, evitando los productos ultraprocesados”, aseguró Cecilia Merkel, licenciada en Nutrición (MP 229) y directora del Seminario de Diabetes del Campus del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.
Merkel, que también integra la Unidad de Diabetes del Hospital El Cruce, sostuvo que “una persona no consume sólo hidratos de carbono o proteínas o grasas por separado, consume alimentos, con lo cual ingiere un conjunto de macronutrientes, por eso es tan importante centrarse en la calidad alimentaria, en la matriz del alimento”.
Y aconsejó: “La opción de bebida siempre debiera ser agua, reduciendo la ingesta de bebidas azucaradas y endulzadas artificialmente”.
Además de llevar adelante una dieta saludable, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), realizar actividad física de manera regular; liberarse del stress; evitar el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad; y prescindir del consumo de tabaco; previenen la diabetes de tipo 2 o, cuando menos, retrasa su aparición.
El tipo 2 es la forma de diabetes más común y, si bien existe producción de insulina, esta es insuficiente y actúa de forma incorrecta. Suele manifestarse después de los 40 años aunque se observa cada vez más en personas más jóvenes. Este tipo de diabetes está asociada al sobrepeso y obesidad, a una alimentación inadecuada, y a falta de actividad física, además de antecedentes familiares en esta enfermedad.
“Para reducir la prevalencia de diabetes es fundamental implementar políticas de prevención y en este sentido el rol del nutricionista es imprescindible en este trabajo de acompañamiento de las personas con diabetes, fortaleciendo el seguimiento en la adquisición de nuevos hábitos y en la consolidación de patrones alimentarios saludables”, destacó Chiormi.
La prevención, pesquisa y tratamiento como así también mantener y garantizar el acceso a los servicios de salud, a los medicamentos e insumos para el diagnóstico, tratamiento y automanejo de la diabetes es esencial para controlar esta enfermedad, prevenir sus complicaciones y alargar y mejorar la calidad de vida de las personas que conviven con ella.
De esta manera, es importante establecer políticas que se orienten a robustecer el primer nivel de atención de salud, con equipos interdisciplinarios que promocionen, gestionen y atiendan a esta población, siendo esta una de las estrategias que mejoren el acceso al sistema de salud en un país que presenta serias inequidades a lo largo y a lo ancho del territorio nacional.
COLEGIO NUTRICIONISTAS BS. AS.