En el Día Mundial de los Humedales, tanto Greenpeace como los que integran el programa Corredor Azul –de Fundación Humedales/Wetlands internacional, denuncian la gravedad de la situación de “Los humedales, que son fuentes de agua dulce” y de los incendios que los destruyen y provocan sequías e inundaciones ya que son los que “mitigan los efectos del cambio climático, al capturar el dióxido de carbono de la atmósfera”. Difundimos ambos pedidos. 

En el Día Mundial de los Humedales Greenpeace advirtió sobre las amenazas que estos ecosistemas enfrentan por parte de las industrias agropecuaria e inmobiliaria. “Necesitamos urgente la sanción de una ley que los proteja”, sostuvo Leonel Mingo, coordinador de clima y energía de la organización ambiental, y agrego que “los incendios son una cruel manera de allanar la superficie para el desarrollo de estos proyectos”. El Delta del Paraná fue uno de los más afectados por los incendios en el 2020, con más de 30.000 focos activos y 300.000 hectáreas arrasadas.

Sólo el 2,5% del agua del planeta es dulce y los Humedales son el reservorio de este bien que va en franco deterioro ya que “Entre 1970 y 2015, la extensión de los humedales en el mundo disminuyó un 35%,  tres veces más que los bosques en el mismo período”.

Estos organismos aseguran que “El 21% del territorio del país está compuesto de humedales. Sin embargo, actualmente  no cuentan con protección legal” por eso se denuncia y se reclama por “una ley de Humedales, que incluya una moratoria y la figura de delito penal para que quienes destruyen estos ecosistemas”.


POSTURA DE GREENPEACE

Greenpeace exige que este año se sancione la Ley de Humedales

En el marco del Día Mundial de los Humedales que se celebra este 2 de febrero, la organización ambientalista Greenpeace advirtió sobre las amenazas que estos ecosistemas enfrentan por parte de las industrias agropecuaria e inmobiliaria, principalmente.

“El 21% del territorio nacional está compuesto de humedales. Sin embargo, a la fecha no hay ley que los ampare. Esto permite que industrias, como la ganadera y la inmobiliaria, desarrollen sus negocios sobre humedales, lo que modifica directamente su composición y sus funciones como ecosistema. Por eso, necesitamos urgentemente la sanción de una ley que proteja los humedales”, sostuvo Leonel Mingo, coordinador de clima y energía de Greenpeace.

De acuerdo a la organización, el Delta del Paraná fue uno de los más afectados durante el año pasado. Hubo más de 30.000 focos de incendios activos y más de 300.000 hectáreas arrasadas.

“En el Delta, la ganadería intensiva tiene décadas de desarrollo, pero se ha profundizado aún más desde la década de los 90 con la incorporación de transgénicos. El Delta ha sido intervenido a través de diques artificiales que modificaron los cursos de agua y terraplenes para fines agropecuarios, forestales y urbano-industriales. Y los incendios son una cruel manera de allanar la superficie para el desarrollo de estos proyectos”, agregó Mingo.

Según la organización, la industria inmobiliaria ha generado daños severos al Delta. Datos de Fundación Humedales de 2018, registraban 543 urbanizaciones cerradas, construidas y proyectadas en el Delta del Paraná y en las planicies de inundación de los ríos y arroyos.

“Sólo el 2.5% del agua del planeta es dulce y menos del 1% puede utilizarse. Por esta razón,  la protección de los humedales, que son nuestras reservas de agua dulce, debe ser una prioridad”, concluyó Mingo.


DENUNCIA DEL COLECTIVO DELTA DEL PARANÁ

Humedales: La línea de ribera, frontera entre lo público y lo privado

“En el Día Mundial de los Humedales resulta importante recordar a la línea de ribera como un instrumento fundamental para evitar el avance y degradación de áreas de dominio público, en su mayoría humedales, por emprendimientos públicos y privados” afirma el Colectivo de organizaciones ambientales que trabaja en el Delta del Paraná bonaerense, entrerriano y santafecino en el marco del programa Corredor Azul –de Fundación Humedales/Wetlands internacional.

TRAE SERIAS CONSECUENCIAS SOBRE EL ECOSISTEMA

Es tan habitual -desarrollan- que lo consideramos normal, y de tan normal, creemos que es correcto. Sin embargo, la naturalización de la cuestión a la que nos referiremos ha tenido y continúa generando consecuencias de una magnitud tal que apenas somos conscientes de ello.

Nos estamos refiriendo al avance, de diversas formas (a veces muy silenciosas y solapadas) de una multiplicidad de agentes (personas, empresas o hasta el propio Estado) sobre espacios naturales que son de dominio público, o sea, que pertenecen a todos los ciudadanos.

Concretamente hablamos de las márgenes de los cuerpos de agua, sean ríos, arroyos, lagos o mares. Establecida en el Código Civil y Comercial de la Nación y reglamentada por normas provinciales específicas, existe una línea invisible pero fundamental: la línea de ribera, que indica hasta dónde llega un cuerpo de agua. El espacio contenido dentro de esta área es de dominio público y contiguo a ella comienza el espacio que pertenece al dominio privado. Es decir, es una frontera entre lo público y lo privado; entre lo comunitario y lo individual. Establecer esa línea es una obligación de las provincias, que muy pocas veces es cumplida, lo que ha favorecido todo tipo de invasiones y apropiaciones irregulares de estos espacios. Playas artificiales, barrios privados, puertos de embarque y clubes náuticos son apenas algunos ejemplos reales a los que nos referiremos, donde esta frontera se corrió hacia el interés de unos pocos.

Contrariamente a lo que piensa la mayoría de las personas, la línea de ribera no suele estar sobre la orilla, sino que puede ubicarse a una distancia considerable desde el lecho del río. Eso ocurre, debido a que nuestros ríos de llanura se mueven en terrenos con poca pendiente y suelen desbordar y ocupar amplias zonas conocidas como planicies o valles de inundación, lo que determina que estas áreas públicas, constituidas por humedales, sean muy extensas.

CONVOCATORIA PARA NUESTRA REGION.

Quien tiene una propiedad lindera a un cuerpo de agua debería tener claro que su propiedad no llega hasta el borde mismo del agua, sino que debe respetar esa línea invisible e incluso, según el nuevo Código Civil y Comercial, dejar 15 metros libres de todo tipo de construcción dentro de su propiedad y contiguos a esa línea.

En los territorios donde actuamos las organizaciones que integramos Humedales en Red, la falta de delimitación de esta línea ha permitido la usurpación escandalosa de miles de hectáreas de humedales de dominio público. No sólo perdemos espacio público, también desaparecen estos ecosistemas que prestan servicios extraordinarios: acumular y purificar el agua que contienen, recargar las napas de agua, dar abrigo a una gran biodiversidad y ser una barrera blanda que suaviza las inundaciones. Pero, además, se destruyen paisajes y se nos impide disfrutar recreativamente de estas vastedades de agua. También se pierden oficios e identidad como hacer cestería con los juncos, pescar o hacer caza de subsistencia. En definitiva, perdemos bienes comunes naturales que preservan la producción y reproducción de la vida.

El “olvidar” el trazado de esta línea, cuáles son las obligaciones del Estado y cuáles son nuestros derechos, nos ha traído enormes pérdidas a la sociedad que pueden ser entendidas a través de diversos ejemplos.

Barrios privados sobre humedales  

Un caso muy notorio ha sido la cuenca baja del río Luján, donde en los partidos de Tigre, Escobar y Pilar, al menos 10 mil hectáreas de humedales sucumbieron al relleno en manos de los desarrolladores inmobiliarios.

Vista aérea del Barrio San Sebastián, construido al borde mismo del río Luján (a la izquierda en la foto) que se apropió de aproximadamente 600 has de dominio público.

Existe un caso paradigmático de un barrio cerrado de 1100 has, de las cuales aproximadamente 600 son humedales robados, rellenados y amurallados. Con el barrio ya construido, tardíamente se demarcó la línea de ribera y se comprobó este cuantioso robo de tierras públicas. Así, mientras los gobiernos municipales habilitaban esta ocupación porque implicaba “progreso” para sus comunidades; el Estado provincial miraba para otro lado olvidando que es el custodio de estos vitales bienes comunes y debe ejercer su poder de policía.

Municipios que rezonifican humedales para transformarlos en puertos y playas

Para que terminemos de comprender qué significa eludir el trazado de esta línea, nos referiremos a otros tres casos. En Ramallo, desde hace, años el municipio intenta cambiar la zonificación del paraje El Tonelero, situado sobre la margen derecha del Río Paraná, a 10 kilómetros aguas arriba de la cabecera del Partido de Ramallo. Pretende darle un uso industrial y habilitar un puerto para el embarque de fertilizantes y nitrato de amonio. Este intento reviste una enorme gravedad porque pretende avanzar sobre un extenso humedal de dominio público con una rica biodiversidad, que ya está siendo asediado y alambrado por varios agentes privados, como algunas navieras. Este sitio, además, es patrimonio histórico de los argentinos pues fue el escenario de varias batallas navales importantes comandadas por Lucio Mansilla.

Izquierda: los humedales ribereños de San Pedro. Derecha: La “nueva “playa” que reemplazó a los humedales

En Vuelta de Obligado, en San Pedro, en Buenos Aires, se repite la historia.

Y terminan “En el Dia Mundial de los Humedales, frente al asedio y destrucción de los que son objeto en todo el mundo, resulta urgente y fundamental reflexionar sobre la importancia de preservar estos ecosistemas vitales para la salud del planeta y de la humanidad”.

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