Así surge de una encuesta de Poliarquía – Prosanity. Aunque hay servicios de salud gratuitos para abandonar el hábito, la mayoría no recurre a ellos. En la Argentina fuma una de cada cuatro personas.
El cigarrillo es responsable de 7 millones de muertes en el mundo cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud. De ese total, 900.000 corresponden a personas no fumadoras que respiran humo de tabaco ajeno. En el país, el 25% de la población adulta fuma, lo que representa una de las prevalencias de consumo más elevadas de la región. En Argentina cada año mueren 44.000 personas por enfermedades asociadas al tabaquismo que podrían ser evitadas.
A esta altura, las pruebas del efecto nocivo sobre la salud está más que comprobado: provoca cáncer, aumenta el riesgo cardiovascular –la probabilidad de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular-, es la principal causa de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc) y agrava otros cuadros respiratorios, como el asma.
Una encuesta de Poliarquía y Prosanity da cuenta de esta dificultad que enfrentan los fumadores: el 58% de los fumadores ha intentado abandonar alguna vez el hábito. Sin embargo, uno de los datos más llamativos es que el 80% de quienes han encarado el desafío de dejar el cigarrillo lo hicieron sin recurrir al sistema de salud.
“El intento de dejar de fumar se desarrolla por afuera del sistema de atención de la salud, basándose en el esfuerzo personal del fumador, que se desarrolla, en la mayoría de los casos, aparte del diagnóstico y el consejo médico”, dice el informe.
“Para dejar de fumar lo primero es que la persona tiene que estar motivada. Eso es importante, porque se sabe que el 70% de los fumadores quiere dejar de fumar, pero sólo el 30% lo logra. Existen tratamientos para conseguirlo”, explica el doctor Sergio López Costa, Coordinador del Programa de Prevención y Control del Tabaquismo del Ministerio de Salud de la Ciudad, donde se ofrecen tratamientos intensivos de tres meses.
“La mayor dificultad con la que el paciente se encuentra (a la hora de dejar el hábito) es que debe pelear contra el síndrome de abstinencia. Es el principal responsable de las recaídas en los pacientes en tratamiento para dejar de fumar y se caracteriza por un conjunto de síntomas físicos (mareos, somnolencias, constipación, cefalea, cansancio) y psicológicos (ansiedad, irritabilidad, falta de concentración y memoria, tristeza) que predisponen a los pacientes a recaer o en algunos fumadores a seguir fumando para evitarlos”, explica la doctora María Rostan, especialista en tabaquismo del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
Los beneficios de dejar de fumar
• A los 20 minutos disminuye la presión arterial
• A las 12 horas se normaliza el monóxido de carbono en sangre
• Entre las 2 semanas y los 3 meses mejora la circulación y la función pulmonar
• Entre el primero y noveno mes disminuye la tos y la falta de aire, disminuye el riesgo de infecciones
• Afortunadamente, al año el riesgo de enfermedad coronaria disminuye a la mitad, mejora la energía
• A los 5 años el riesgo de cáncer de boca, garganta, esófago y vejiga disminuye a la mitad y el riesgo de cáncer de cuello y de accidente cerebrovascular se iguala al de un no fumador
• A los 10 años el riesgo de cáncer de pulmón disminuye a la mitad y también disminuye el riesgo de cáncer de laringe y páncreas
• A los 15 años el riesgo de enfermedad coronaria es igual al de un no fumador