El 31 de enero de 1827 se estableció como fecha conmemorativa de la fundación del pueblo de Zárate debido a la aprobación del trazado urbano, tarea realizada por los hermanos Pedro y José Antonio Anta, descendientes por parte de su madre Mercedes Cabrera de Gonzalo de Zárate.

Dice la historia que “Los hermanos vendieron a Rafael Pividal una fracción de 1144 varas de tierra con el cargo de construir el pueblo de Zárate, perpetuando de esta forma la memoria de su ancestro.

Para llevar adelante esta iniciativa, Pividal contrató al agrimensor Manuel Eguía y tras la aprobación del gobierno el 31 de enero de 1827 se concretó el trazado y plano del pueblo.

El plano original aprobado comprendía 65 manzanas, pero varios vecinos y documentos hablaban que su trazado abarcaba 100 manzanas.

En la fecha, el Municipio de Zárate recordó esta fecha tan importante y conmemorativa donde los primeros vecinos pudieron formar lo que hoy es una ciudad para la vida, dijeron ayer en el portal de la Comuna.


De la fundación del pueblo de Zárate

La región en la que se encuentra el Partido de Zárate estaba poblada -dice el libro “Era una vez…Zárate” de las arquitectas Baccino Silvia Irene y Sorolla María Luisa-, en tiempos anteriores a la conquista española, por diversos grupos indígenas: los guaraníes en las islas del Delta y en las costas; los pampas en las llanuras bonaerenses y grupos guaycurúes, especialmente chanás, en las islas del sur del Delta y en la desembocadura del Paraná.

Posteriormente las tierras fueron adjudicadas, como mercedes, a distintos beneficiarios entre los años 1604 y 1635 pero la mayoría de ellas pasaron a ser propiedad, bajo diversas circunstancias, de la Compañía de Jesús que organizó entonces una gran explotación agropecuaria. Expulsada por el rey de España Carlos III, en 1767, gran parte de sus tierras fueron compradas por Don José Antonio de Otálora en 1785.

Hacia fines del Siglo XVII Don Gonzalo de Zárate disponía también de posesiones en esta zona, con frente al Paraná de las Palmas, adquiridas a los herederos de las primitivas mercedes. En consecuencia, hacia esa época, todas las tierras de nuestro Partido quedaban comprendidas dentro de estas dos únicas propiedades, al constituirse el Virreinato del Río de la Plata y organizarse la administración civil el área quedó incorporada al Partido de Exaltación de la Cruz, dependiente del Cabildo de Luján.

La ciudad de Zárate se formó en las tierras que, desde fines del siglo XVII, habían pertenecido a Don Gonzalo de Zárate, donde tuvo una estancia dedicada a la producción agropecuaria. Zárate fue alférez y -según Botta- probablemente haya intervenido en el asalto a la Colonia del Sacramento el 7 de agosto de 1860.

Entre 1689 y 1693 Gonzalo de Zárate adquirió tres fracciones de tierras linderas, conformando una estancia que abarcó, aproximadamente, 5500 hectáreas. A su muerte, ocurrida en 1711, la propiedad fue dividida entre los herederos; su viuda Ana de Sayás dispuso que se erija un oratorio que fue construido a mediados del siglo XVIII y consagrado bajo la advocación de Nuestra Señora de la Merced. Al cabo de una centuria la propiedad de los Zárate se hallaba sumamente dividida entre la numerosa descendencia que poblaba el lugar en ese entonces.

Sin embargo, la ciudad de Zárate remonta sus orígenes a la etapa colonial. Por la combinación de diversos factores, destacándose entre ellos la fragmentación de la propiedad y los beneficios que brindaba la existencia de su puerto natural como punto de comunicación entre la Mesopotamia y Buenos Aires. La aldea surgida en las inmediaciones del puerto debió haber sido lo suficientemente atractiva como para que, en 1798, se estableciera un Real Estanco y pocos años después se hubiere erigido un pequeño oratorio conocido por El Salvador.

Pero fue por iniciativa los hermanos Pedro y José Antonio Anta que se decidió dar forma al pueblo cuando los citados vendieron, en 1825, a Rafael Pividal 1144 varas de tierras con el objeto de refundar el pueblo de Zárate” . A tales efectos Pividal contrató los servicios del agrimensor Manuel Eguía para que realizara el plano de mensura y el primer trazado de lo que sería el pueblo, lo que fue aprobado por el gobierno el día 31 de enero de 1827. Este primer trazado comprendía 65 manzanas, en su mayoría cuadradas de 100 varas (86,60 m.) de lado. Las calles fueron proyectadas de 16 varas (13,86 m.) excepto las que bordeaban la plaza.

Como puede observarse en el plano fundacional, Eguía proyectó una cuadrícula bien definida que comienza con cinco manzanas de frente paralelas al río por seis de profundidad y se amplía, superadas las mismas, a diez manzanas de frente paralelas al río por seis de profundidad, dejando cuatro libres en el centro destinadas a la plaza principal, la cual sólo ocuparía una manzana central debido, indudablemente, a la intención de Eguía de lograr que las calles laterales fueran lo suficientemente amplias.

Manuel Eguía nació en Buenos Aires a principios del Siglo XX y murió en la misma ciudad el 20 de junio de 1880. En el transcurso de su vida tuvo una importante actividad pública, pues en el año 1852 formó parte de la Comisión de Obras Públicas que reorganizó al Departamento Topográfico de la Provincia de Buenos Aires. Posteriormente, en el año 1854, fue elegido Diputado Constituyente y formó parte de la Honorable Sala de Representantes que sancionó la Constitución del Estado de Buenos Aires. Por Ordenanza N° 3964/11 una de las calles del Barrio VI.PER.MUN. fue designada con su nombre.

EL PLANO DEL RINCON DE ZÁRATE Y TRAZA DEL PUEBLO 

fue aprobado por el gobierno el día 31 de enero de 1827. Este primer trazado comprendía 65 manzanas, en su mayoría cuadradas de 100 varas ((86,60 m.) de lado. Las calles fueron proyectadas de 16 varas (13,86 m.) excepto las que bordeaban la plaza.

Como puede observarse en el plano fundacional, Eguía proyectó una cuadrícula bien definida que comienza con cinco manzanas de frente paralelas al río y se amplía, superadas las mismas, a diez manzanas de frente paralelas al río por seis de profundidad, dejando cuatro libres en el centro destinadas a la plaza principal, la cual sólo ocuparía una manzana central debido, indudablemente, a la intención de Eguía de lograr que las calles laterales fueran lo suficientemente amplias.

A la plaza así proyectada llegaban doce calles, tres por lado, convergiendo al centro de la misma las actuales 19 de Marzo y Rivadavia. Este trazado, en damero perfecto, comprendía un total de 65 manzanas, en su mayoría cuadradas de 100 varas (86,60 m) de lado. Las calles fueron proyectadas de 16 varas (13,86 m), excepto las que bordeaban la plaza.