Por Daniel A. Vogel | Director – La ciencia define al agua, como la fuente de vida. Hasta los propios evangelios, así la califican.
Pero el agua, nos está jugando a los argentinos en los últimos meses una contrariedad, la muerte.
Ayer, con la menos deseada noticia después de 8 días de búsqueda del ARA San Juan, las saladas aguas del mar argentino, se quedaron con la vida de 44 ciudadanos producto de un “accidente naval”.
Y hace un par de meses, las aguas dulces del Río Chubut, con la vida de Santiago Maldonado.
Las encuesta de la semana involucró la vida de este artesano que tanto ruido político hizo antes de las últimas elecciones.
Su lamentable “accidente” fue utilizado con todo tipo de chicana tratándose de llevar su desafortunado destino de muerte, a una situación que hasta contó con un triste plan en las aulas para “imponer” sin autoridad que otorga el esclarecimiento de un hecho, un autoritarismo impuesto por el simple hecho de ser “el maestro” ante los indefensos menores, contándoles historias y haciéndoles escribir y dibujar, lo que terminó siendo una “fábula politiquera”.
Los opinantes, fueron más allá, además se le debe pedir “perdón por lo hecho con el Caso Maldonado” a toda la Democracia.
Al que le quepa el sayo…
