Su distribución histórica bonaerense está vinculada al noreste y centro este, pero hoy sus poblaciones se han diseminado para ocupar “más de las dos terceras partes” del territorio provincial. Se los puede ver hasta en la laguna de Chasicó y obviamente, en nuestra zona, en la isla zarateña y de la región.
Los carpinchos han ganado territorio de manera significativa en la provincia de Buenos Aires durante las últimas décadas. La propagación de la especie en la pampa bonaerense está relacionada a una subtropicalización de los ambientes templados como consecuencia del cambio climático.
De cola corta, hocico ancho y ojos pequeños, el carpincho es el roedor viviente de mayor tamaño del mundo: un ejemplar adulto pesa unos 55 kilogramos y tiene más de un metro de largo y una estatura superior a los 50 centímetros.
“Es una de las especies más representativas de nuestra fauna nativa, sobre todo de nuestro Litoral y la porción este y más húmeda de Argentina. La tenemos que conservar y disfrutar”, le dijo a DIB el biólogo e investigador Roberto Bó, responsable del Grupo de Investigación en Ecología de Humedales de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El carpincho tiene una amplia distribución en el país. Su presencia histórica incluye al noreste y al centro, siendo la provincia de Buenos Aires su límite sur. En territorio bonaerense, la especie siempre estuvo relacionada con la ecorregión del Delta y con zonas húmedas de la ecorregión pampeana.
“En la provincia de Buenos Aires el carpincho históricamente sólo se distribuía o al menos abundaba en una franja que iba desde su extremo noreste hacia el centro este, más hacia la porción cercana al océano que por lo tanto es más húmeda”, explicó Bó.
Sin embargo, en las últimas décadas esta situación ha cambiado. “Actualmente tienen una distribución muy amplia en la provincia de Buenos Aires. En términos de superficie yo hablaría de más de las dos terceras partes”, detalló el investigador. Y agregó: “Obviamente las densidades seguramente son diferenciales y se van a ir reduciendo a medida que las condiciones se van haciendo más áridas”.
Agua para la propagación
La ampliación del territorio que ocupa el carpincho en la provincia de Buenos Aires está relacionada al aumento de las temperaturas medias y de las precipitaciones por el cambio climático, con la consecuente ocurrencia de crecidas e inundaciones.
“Es una especie de zonas tropicales y subtropicales y en nuestro país algunos sectores de zonas templadas, como es básicamente la provincia de Buenos Aires, se han subtropicalizado. Esto hizo que las poblaciones hayan avanzado más hacia el sur y oeste”, indicó Bó.
El investigador consideró que “estos aumentos en abundancia del carpincho se dieron desde los primeros años del 2000” porque se fueron generando “hábitats más importantes o más óptimas” para su presencia.
Y amplió sobre esta idea: “Algunos colegas también dicen que ese aumento de precipitaciones y de avance de inundaciones generó que algunas lagunas bastante salobres disminuyeran esa salobridad. Esto favorece las condiciones de hábitat para el carpincho que es un mamífero semiacuático de agua dulce”.
Así los carpinchos se han extendido a distintas zonas de la provincia que no corresponden a su distribución histórica como las Lagunas Encadenadas del Oeste, el sistema serrano de Ventania, los campos cercanos a las costas del sur (en el sector de Bahía Blanca) y la laguna de Chasicó (en el partido de Villarino). “En algunos casos esto se va dando naturalmente y en otros la dispersión probablemente tiene cierto origen humano”, aclaró el biólogo.
La sequía y otros inconvenientes
“Así como las inundaciones extremas favorecieron la dispersión del carpincho, las sequías extremas que hemos vivido estos años seguramente los perjudicaron”, alertó Bó.
En este sentido, el investigador señaló que en los últimos años se dieron diferentes problemáticas que incluyeron la bajante de ríos e incendios, aunque advirtió que se deberían evaluar específicamente el estado de las poblaciones para conocer el impacto.
“A priori, diría que la sequía produjo que estos animales se concentraran en los pocos sitios con agua suficiente y generó quizá una mayor competencia por los recursos o los hizo más susceptibles a la depredación”, especuló.
Entre otras problemáticas que afronta la especie Bó mencionó la caza y la contaminación del agua por agroquímicos, aunque aclaró que “en términos de estatus para su conservación, el carpincho es considerando para Argentina una especie de preocupación menor”. “No es una especie en peligro”, sentenció.
En tanto, consultado sobre algunas situaciones de mascotismo difundidas en las redes sociales, aclaró que “no es una especie doméstica”. “No debemos insistir a que los carpinchos se adapten a ser nuestras mascotas porque los estamos perjudicando y estamos generando riesgos innecesarios para nosotros y para ellos”, explicó.
Manuel Tejo | DIB