El cerebro de Einstein sigue siendo un enigma a 64 años de su muerte

Para nosotros, la palabra “genio” es sinónimo de Einstein, cuya Teoría de la Relatividad dio al siglo XX no sólo una herramienta matemática para el estudio de la Física y la Astronomía, sino un elemento filosófico ajeno a las intenciones del físico.

 

 

 

Como no fue comprendido en sus elucubraciones, quizás tampoco lo fue en sus deseos póstumos. Al parecer, Einstein había sido muy taxativo en sus consideraciones finales: no deseaba que su cuerpo fuese objeto de culto hacia su persona, por eso había ordenado ser cremado y dispersar sus cenizas. Al morir, el 18 de abril de 1954, su cadáver fue sometido a una autopsia de rutina presenciada por el doctor Otto Nathan, amigo del difunto y ejecutor de su legado. En ella, se encontró el aneurisma abdominal que le había ocasionado la muerte.


Después de una breve ceremonia, el cadáver fue reducido a cenizas y estas arrojadas a un río en un rito secreto. Todo el cuerpo de Einstein desapareció, menos su cerebro.


Lo cierto es que el cerebro de un genio sigue navegando sin rumbo por el mundo de las ciencias: ninguna institución ha demostrado interés por retenerlo.

Fuente: La Nación