Esta detección desafía todo lo que se conocía sobre la enfermedad, generalmente asociada con la vejez. Por qué su caso plantea nuevas preguntas sobre la aparición temprana de las patologías neurodegenerativas.
A veces, la ciencia se enfrenta a situaciones que parecen desafiar la comprensión de lo que es posible. Así ocurrió en 2023, cuando se conoció que un joven de solo 19 años, en China, había sido diagnosticado con Alzheimer, una enfermedad asociada principalmente con la vejez. El caso conmocionó a la comunidad médica y también puso en tela de juicio los límites de esta devastadora enfermedad neurodegenerativa.
El adolescente, tratado en una clínica de memoria de China, se convirtió en la persona más joven del mundo en recibir este diagnóstico. Este caso rompió con los precedentes médicos, ya que la enfermedad de Alzheimer, en su forma más común, suele manifestarse en adultos mayores
“Habitualmente la enfermedad de Alzheimer esporádica comienza alrededor de los 65 años y hay solamente un pequeño porcentaje que empieza antes, se habla de un 10%”, dijo a Infobae el doctor Raúl Arizaga, médico neurólogo, expresidente del Grupo de Investigación sobre Demencia de la Federación Mundial de Neurología.
Cuando se dan casos más próximos a los 50 años de edad, agregó, “ahí seguro que se encuentra algún dato genético que nos lleva a pensar en un Alzheimer familiar que, aunque no tenga miembros en la familia, siempre hay una mutación fresca que es la que empieza un problema familiar”.
Por su parte, el equipo médico de Mayo Clinic, de Estados Unidos, según publicó Infobae, coincide en que la mayoría de los casos de Alzheimer se presentan en personas mayores de 65 años y adviertió que, cuando los síntomas aparecen antes, el diagnóstico puede ser erróneo, lo que dificulta el acceso a tratamientos adecuados.
El caso del adolescente chino sorprendió aún más debido a que la mayoría de los pacientes más jóvenes suelen presentar anomalías genéticas heredadas que explican la aparición de la enfermedad a una edad tan temprana. Sin embargo, el joven en cuestión no mostró ninguna de estas mutaciones típicas, lo que dejó a los investigadores con más preguntas que respuestas.
Entre los factores de riesgo para desarrollar Alzheimer de aparición temprana, indicaron desde Mayo Clinic, se incluye antecedentes familiares de la enfermedad. Tener un padre, madre o abuelo con esta condición aumenta el riesgo, aunque no es una condición sine qua non para desarrollar la enfermedad. En algunos casos, dijo el equipo médico de ese centro de estudio y tratamiento, una mutación genética específica puede ser la causa, aunque esto es menos común. Las mutaciones genéticas pueden ser heredadas de los padres, y tres genes diferentes pueden estar implicados en este tipo de Alzheimer, puntualizó.
La situación del joven, al no tener antecedentes familiares ni mutaciones evidentes, sugirió que la enfermedad puede surgir por vías desconocidas o poco estudiadas. Los neurólogos involucrados en el caso recomendaron que las futuras investigaciones se enfoquen en la aparición temprana como una de las cuestiones científicas más desafiantes en los próximos años.
En ese sentido, agregaron desde Mayo Clinic, la causa de esta enfermedad en personas más jóvenes no siempre está relacionada con un único gen, y los investigadores aún no comprenden completamente por qué algunas personas desarrollan la enfermedad a una edad más temprana que otras.
La historia del joven con Alzheimer
El deterioro cognitivo del adolescente comenzó a manifestarse a los 17 años, cuando empezó a notar problemas de memoria. Con el tiempo, su capacidad para recordar, incluso los eventos más recientes, empeoró. Dos años antes de acudir a la clínica de memoria, sus dificultades para concentrarse en clase y leer se volvieron evidentes. Además, extraviaba sus pertenencias con frecuencia y olvidaba las actividades que había realizado el día anterior. En este punto, a pesar de que su memoria y su capacidad para seguir estudiando decayeron, el joven aún podía vivir de manera independiente.
Con el avance de la enfermedad, fue perdiendo cada vez más la capacidad de concentrarse y recordar hechos recientes, lo que afectó profundamente su rendimiento escolar y, finalmente, tuvo que abandonar sus estudios de secundaria debido al deterioro cognitivo.
Un año después de ser remitido a la clínica, su capacidad de retener hechos de corto y largo plazo había disminuido de manera alarmante. Los médicos detectaron que su memoria a corto plazo, medida después de tres minutos, y su memoria a largo plazo, evaluada después de 30 minutos, estaban gravemente afectadas. En comparación con sus compañeros de la misma edad, la puntuación global de su memoria era un 82 % inferior, mientras que su memoria inmediata era un 87 % inferior.
Lo que desconcertó a los expertos
Las imágenes cerebrales del joven revelaron una contracción importante en el hipocampo, la región del cerebro que juega un papel fundamental en la memoria. Además, los análisis de su líquido cefalorraquídeo mostraron la presencia de marcadores comunes asociados a la enfermedad de Alzheimer, por lo cual los médicos a cargo confirmaron el diagnóstico.
Sin embargo, lo que desconcertó a los expertos fue que, a pesar de la evidencia clínica, no se encontraron mutaciones genéticas típicas de casos de Alzheimer familiar (FAD, por sus siglas en inglés). En otros casos de inicio temprano, los genes defectuosos responsables, como el PSEN1, suelen provocar la acumulación de proteínas anormales en el cerebro, formando placas tóxicas que contribuyen a la degeneración cognitiva. Pero en este caso, los investigadores no hallaron ningún rastro de estas mutaciones en el genoma del paciente.
El hecho de que el joven no tuviera antecedentes familiares de Alzheimer ni las mutaciones genéticas comunes en los casos de aparición temprana planteó un enigma. Los médicos no encontraron signos de otras enfermedades, infecciones o traumatismos que pudieran explicar el rápido deterioro de su memoria. Esto coloca a este caso fuera de los patrones conocidos de la enfermedad, lo que llevó a los expertos a reconocer que aún hay mucho por aprender sobre las vías que conducen a la aparición del Alzheimer en personas tan jóvenes.
Tras analizar los estudios científicos publicados sobre este caso, el doctor Arizaga consideró que es posible que no se trate de un caso de Alzheimer sino de “alguna enfermedad neurodegenerativa o una neurodegeneración que le afecta esencialmente al lóbulo temporal y a los hipocampos, pero que no constituye una enfermedad de Alzheimer” aun cuando tenga “los datos de amiloide y tau” que son los biomarcadores propios de este trastorno.
En este punto, consideró que, en su opinión, “la fisiopatogenia del Alzheimer comienza mucho tiempo antes de que aparezca el depósito extracelular de [proteína] amiloide e intracelular de [proteína] tau y puede comenzar por distintas causas por trastornos sinápticos, por trastornos en el transporte axonal, por el trastorno en las mitocondrias, por alteraciones a nivel de factores neurotróficos, por alteraciones a nivel de factores endoteliales. Pero tau y amiloide, para mí y para algunos otros especialistas, también son epifenómenos. Es como encontrar en un incendio cenizas y pensar que son la causa de este incendio. No, son la consecuencia del incendio”.
El diagnóstico del joven plantea serios interrogantes para la comunidad médica, porque desafía las ideas establecidas sobre la enfermedad de Alzheimer y su evolución. Los neurólogos que lo atendieron en la Universidad Médica Capital de Pekín sugirieron que este caso demuestra que aún hay mucho que descubrir sobre la patogénesis del Alzheimer en personas jóvenes. En su estudio, publicado en febrero de 2023, los médicos subrayaron que el caso del adolescente “está alterando nuestra comprensión de la edad típica de aparición de la EA”, y que la patología que subyace en este tipo de casos puede ser mucho más compleja de lo que se creía.
Como mencionó el doctor Arizaga, esta enfermedad es mucho más frecuente en personas mayores, pero existe un porcentaje que la padecen antes de los 65 años. Estos casos, conocidos como Alzheimer de aparición temprana, representan alrededor del 10 % de todos los diagnósticos. Dentro de este grupo, una minoría presenta síntomas antes de los 30 años, lo que usualmente está vinculado a mutaciones genéticas hereditarias. Estos pacientes entran en la categoría de Alzheimer familiar (FAD, por sus siglas en inglés), que se transmite a través de mutaciones patológicas en genes como el PSEN1, el PSEN2 y el APP.
En los casos de FAD, la enfermedad se desarrolla debido a la acumulación anormal de proteínas en el cerebro, como la beta-amiloide, que forma placas tóxicas responsables del deterioro cognitivo.
Sin embargo, el caso del joven chino es una excepción importante a esta tendencia. Sin la presencia de mutaciones conocidas, y sin antecedentes familiares de demencia, su diagnóstico queda fuera de las categorías típicas. Esta particularidad destaca la necesidad de explorar otras causas potenciales de la enfermedad en personas jóvenes, como factores ambientales, epigenéticos o nuevas variantes genéticas aún no descubiertas.
Cómo comienza a manifestarse el Alzheimer
Manifestaciones como la pérdida de memoria no suele ser, en un comienzo alarmantes, en personas mayores. El inicio, sea para adultos de más de 65 años como de menos edad se presenta, “a diferencia de otros trastornos cognitivos” con alteraciones en la “memoria episódica que el paciente en un primer momento no reconoce, es decir, tiene una anosognosia de su problema de memoria o su problema de atención, es un problema de asociación”, manifestó el especialista.
Además, “son los familiares los que se dan más cuenta de estas fallas de memoria”, agregó, pero “de pronto hay trastornos cognitivos de los que el paciente se queja”, pero “si uno hace una evaluación encuentra que hay fallas cognitivas, pero por lo general no se puede en la evaluación demostrar la presencia de la enfermedad neurodegenerativa, sino que se trata de factores extras como el estrés, la ansiedad, fenómenos psicológicos que actúan como bloqueantes o interferencias en los procesos cognitivos normales”.
Luego, antes de arribar a un diagnóstico “hay que hacer toda una evaluación cognitiva y neuroimágenes”, dijo. “Yo no soy muy proclive al uso clínico de los biomarcadores —remarcó Arizaba— porque ellos me están señalando la presencia de amiloide y de tau y, como dije, considero que esos son epifenómenos, es decir, hechos accesorios que acompañan tardíamente a las primeros cambios fisiopatológicos de la enfermedad”.
Por Myrna Leal (Infobae)