Pueden pesar hasta 6 kilos los adultos, miden casi 50 centímetros de alto, todos los años ponen dos huevos y hacia febrero los pichones alcanzan el peso suficiente para independizarse y no regresar a sus colonias para reproducirse hasta 4 o 5 años más tarde.

Foto: Maxi Jonas.

El pingüino de Magallanes, embajador de la Patagonia, es una de las aves marinas más abundantes que se reproduce en nuestro país y se estima que alrededor de un millón de parejas componen su población, diez veces mayor que la de las gaviotas.

Según el Centro Nacional Patagónico (Centap-Conicet), en el imaginario colectivo se asocia al pingüino con lugares de climas helados, sin embargo el de Magallanes, el de Humboldt, el Sudafricano y el de Galápagos son cuatro especies del mismo género a las que se denomina “pingüinos de aguas templadas”.

“Uno puede imaginarse que la gaviota es el ave que más abunda en la Patagonia, sin embargo la población de pingüinos es diez veces mayor y tienen una vida social muy interesante”, explicó Marcelo Bertellotti, investigador independiente del Conicet en el Centro Nacional Patagónico (Cenpat-Conicet).

Nidifican en el cono sur, en Chile y Argentina de septiembre a marzo, y durante el otoño y el invierno migran hacia aguas del norte.

En sus rutas migratorias suele llegar a sitios con altas temperaturas, deja la Patagonia tras cardúmenes de anchoitas y suben por el Atlántico hacia el sur de Brasil, incluso pueden llegar hasta la altura de Río de Janeiro.

Recorren cinco mil kilómetros anuales desde el sur de Argentina hasta Río de Janeiro en Brasil, dato que proviene de un estudio publicado en la revista Biological Conservation, conducido por David Stokes y del que participó Pablo García Borboroglu, investigador independiente del Conicet en el Cenpat.

Están juntos durante la reproducción en los casi seis meses que les toca estar en tierra y se separan al migrar.

A la siguiente primavera, los machos vuelven a vivir al mismo nido que ocuparon la temporada anterior y se reencuentran con las hembras.

Es completamente anfibio y pasa una parte de su vida en tierra para nidificar, poner huevos y criar a sus pichones, pero la mitad de su existencia sucede sólo en el mar.

Los pingüinos pasan más del 80% de su vida en el agua y las adaptaciones corporales que permiten explicar esta capacidad vienen desde el pasado.

Perdieron su capacidad de volar hace 60 millones de años, antes de la formación de las capas de hielo polar y desde entonces sus características de vida fueron moldeadas por el aumento y la disminución de las temperaturas, y sus cuerpos están altamente especializados para algunas de las condiciones más extremas de la Tierra.

Como las aves marinas en general, los pingüinos tienen tendencia a la monogamia: las parejas que se unen para aparearse casi con seguridad volverán a encontrarse en los años siguientes.

“Tienen una memoria cognitiva que les permite encontrar y volver a su nido, un sitio diminuto del que se habían marchado la temporada anterior, luego de atravesar el inmenso mar”, argumentó Bertellotti, argumento que contradice al colonizador Vasco da Gama, quien al conocerlos los describió como “pájaros bobos”.

El sitio Aves Argentinas sostuvo que los adultos tienen una alta tasa de supervivencia mayor a 90%, mientras que la de los juveniles durante el primer año es muy baja, aproximadamente 20%.