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Jorge y Saúl, vendedores ambulantes, que venden mucho mas que productos comestibles.

El viernes pasado se conmemoró el Día del Vendedor Ambulante, una fecha que en Zárate tiene un significado especial por la presencia cotidiana de este oficio en las calles de la ciudad. En ese marco, Jorge y Saúl, dos vendedores que ofrecen panes y bizcochitos caseros compartieron su jornada y la filosofía que guía su labor.

En este contexto, Zárate ha implementado la Ordenanza N° 5196 (2024), que regula la actividad conforme a criterios de inclusión y responsabilidad. La normativa dispone que únicamente podrán ejercer la venta ambulante quienes acrediten una residencia mínima de un año en la ciudad, situación de vulnerabilidad económica, inscripción en el Monotributo Social y libreta sanitaria vigente. Asimismo, se otorga prioridad a la comercialización de productos artesanales, fortaleciendo de este modo el valor cultural y comunitario asociado a la práctica.

LOS DETALLES DE JORGE Y SAÚL, SILBATO Y FLORES.

Nos cuentan Jorge y Saúl que “La venta comenzó temprano, alrededor de las 8:30 de la mañana, y concluyó con los canastos vacíos, señal de un día exitoso. Los productos —panes caseros con y sin chicharrones y bizcochitos— se elaboran en la ONG Restaurando Vidas, ubicada en Bernardo de Irigoyen y Alfonsina Storni, donde Germán y Abraham se encargan de la panadería utilizando un horno a leña y de barro que otorga un sabor particular”. Sus declaraciones evidencian procesos de desarrollo personal, principios sólidos y una marcada responsabilidad hacia la comunidad.

Jorge, de 55 años, y Saúl, que cumplirá 42 el próximo mes, destacan que el ingrediente principal de sus productos es “el amor” con el que se elaboran. Ambos coinciden en que la venta ambulante no es solo un trabajo, sino un servicio que permite sostener a las 15 personas que actualmente residen en la institución.

Las historias personales de los vendedores revelan procesos de transformación. Jorge llegó a la ONG en un momento difícil de su vida, tras una separación, y encontró allí contención y un nuevo propósito. Saúl, que se reincorporó en mayo de 2024, reconoce que su experiencia con las drogas le permite acompañar a otros que atraviesan situaciones similares. “La vida puede renovarse y el cambio es posible, incluso cuando todo parece oscuro”, reflexiona.


El diálogo con ambos vendedores deja ver una filosofía de vida basada en la fe, el amor propio y la actitud positiva. Sus anécdotas, desde la huerta comunitaria hasta la figura del pastor José Martinez -titular de la ONG-, muestran la importancia de los detalles y la vocación de servicio. Elementos simbólicos como un silbato y un ramo de flores acompañan su tarea diaria, como gestos de comunicación y amabilidad con propósito.

Con cordialidad hacia clientes y colegas, Jorge y Saúl promueven la idea de que “el sol sale para todos”, destacando que las personas son “tesoros invaluables”. Su testimonio se convierte en ejemplo de fortaleza y templanza, recordando que la venta ambulante en Zárate también es un espacio de inclusión, solidaridad y esperanza.

La medida que está vigente en nuestra ciudad y busca equilibrar dos dimensiones: por un lado, garantizar oportunidades laborales para sectores vulnerables; por otro, preservar el orden en el espacio público y la seguridad sanitaria de los vecinos.