Un grupo de investigadores del Instituto Nacional del Agua estudia, mediante modelos computacionales, la posibilidad de generar energía eléctrica a partir de las corrientes de marea, a lo largo de la costa argentina patagónica. El proyecto tiene como objetivo evaluar la interacción entre las turbinas y el ambiente y determinar el potencial hidroeléctrico de la región.

De forma cotidiana, la mayoría de las nuestras actividades requieren la utilización de  energía eléctrica. Desde prender la luz en el hogar, viajar en transporte público o prender la computadora en el trabajo, en muchas de las acciones la energía está presente. El problema es que un 90 por ciento de la misma proviene de la quema de combustibles fósiles, una de las actividades que más gases de efecto invernadero (GEIs) emite a la atmósfera y que más contribuye al cambio climático.

Sin embargo, en Argentina, en el pasado mes de junio, las centrales hidroeléctricas volvieron a consolidarse como la segunda fuente de generación del país, tras una baja en la producción de eólica. En línea con apostar a una matriz energética sostenible y renovable, especialistas del Instituto Nacional del Agua (INA) estudian, a través de modelos computacionales 3D, las condiciones de las desembocaduras de los ríos en el Mar Argentino, llamadas estuarios, y su potencial de generación de electricidad a partir de la energía hidrocinética, proveniente de las corrientes de marea.

En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, Lucas Bindelli, investigador en el Laboratorio de Hidráulica del INA, aseguró: “Esto es una manera de contribuir a la robustez de la matriz energética nacional. Si bien no es posible conseguir una cantidad de energía tal que reemplace completamente a otro tipo de fuentes, es posible complementar. En el caso de la hidroeléctrica, tiene como ventaja que la marea es muy predecible, lo que implica que se puede prever con al menos un año de anticipación qué cantidad de energía se puede producir para consumo humano, con un bajo margen de error”.

Asimismo, el investigador en hidráulica computacional de la institución, amplió que se trata de “una previsibilidad que no todas las energías renovables y limpias tienen” y apuntó: “En Argentina, sobre todo en los últimos años, hubo un gran desarrollo en los sectores de generación eólica y solar, pero eso no alcanza. La idea es contribuir con todo lo que se pueda”.

“Lo que buscamos con este proyecto es ir un poco más en detalle con las simulaciones en los estuarios de río Gallegos y el del río Santa Cruz: queremos representar una turbina dentro del agua en movimiento y poder ver, en profundidad, qué pasa con la hidrodinámica en su entorno, qué perturbaciones se generan y si las variaciones de nivel producidas por la marea afectan a la performance de la turbina”, explicó Bindelli.

Foto gentileza: Equipo de investigación

En este mismo sentido, el ingeniero civil destacó que la energía hidrocinética es mucho más sustentable que otras: por un lado, es renovable, ya que la acción de la  marea es, en términos prácticos, infinita (depende del movimiento relativo entre la Tierra, la Luna y el Sol); y, por el otro, tiene poca perturbación en el mar (a diferencia de una presa, no es necesario generar un cierre) y su aprovechamiento no genera emisiones de dióxido de carbono.

Argentina tiene una línea costera de 5.117 km desde el Río de la Plata hasta las Islas Malvinas, lo que constituye uno de los litorales marítimos más extensos del mundo y una fuente inagotable de energía limpia a ser considerada. En función del proyecto, los investigadores  explicaron que se trata de un proceso de generación similar a la de los molinos eólicos pero, en lugar de utilizar viento, la turbina va sumergida para aprovechar el movimiento del agua.

Foto gentileza: Equipo de investigación

Innovación, investigación y cuidado del agua

Para los investigadores, este tipo de aprovechamiento hidroeléctrico es relativamente nuevo en todo el mundo, especialmente en esta región, por lo que resulta necesario realizar estudios que permitan conocer mejor la zona y su potencial de generación.

“En esa etapa se estimó, de manera preliminar, que la producción del estuario del río Santa Cruz sería de 37 gigavatios por hora (GWh) al año, equivalente a la demanda anual de 14.000 personas. A partir de las conclusiones de ese estudio, resulta necesario evaluar cuál es el mejor generador para las condiciones de cada estuario y su posible interacción con el entorno”, precisó Bindelli.

Además, adelantó a la Agencia CTyS una próxima etapa del proyecto: “En la siguiente fase, de operatividad, se avanzaría en un trabajo en conjunto con empresas e instituciones que puedan fabricar, colocar y operar las turbinas. Pero para llegar a esa instancia, primero es necesario determinar que se cuenta con las condiciones necesarias y una cantidad de energía suficiente como para ser convertida en energía eléctrica”.

Por último, el ingeniero resaltó: “El INA cuenta con un gran abanico de actividades, con foco en poder contribuir desde la innovación, investigando aquello que nadie más investiga porque no se le brinda el tiempo y presupuesto necesario. En ese sentido, nos resulta muy gratificante poder ser parte de estudios nuevos que incluso quizás en otros momentos de la historia se han intentado estudiar y nunca se pudo. Por suerte, en el INA tenemos las condiciones para hacerlo”.

Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM)