El miedo, la desinformación o el desconocimiento acerca de la epilepsia generan que, en ocasiones y por temor a las denominadas crisis, se tomen recaudos excesivos que terminen afectando al paciente. El ejercicio físico es fundamental para mejorar la calidad de vida, y esto no constituye una excepción para las personas con esta condición.
Para romper con algunos mitos, existen estudios que demuestran el beneficio de la actividad física regular en los pacientes epilépticos. Incluso en los casos más severos como los refractarios, en los que se ha probado que se obtiene un mejor control de las crisis.
“La epilepsia se caracteriza por convulsiones, ausencias o actos automáticos provocados por descargas eléctricas anormales de las neuronas cerebrales”, explicó el médico neurólogo Alejandro Andersson, quien se desempeña como director del Instituto de Neurología de Buenos Aires. “La primera línea de tratamiento corresponde a los fármacos antiepilépticos, aunque también es importante una buena nutrición, higiene de vida y un sueño adecuado”.
El neurólogo explicó que “si bien las personas que padecen epilepsia pueden tener espasmos musculares violentos o incluso perder el conocimiento, hoy está claro que ello no las incapacita para realizar actividad física”. También señaló que por el contrario, “trabajos científicos demuestran que el deporte oxigena mejor el cerebro y ayuda a bajar el número de crisis epilépticas”.
“Los pacientes pueden practicar deportes ya que no existe base científica para impedir su realización. Está demostrado que tanto el ejercicio físico como el intelectual reducen la posibilidad de sufrir una crisis epiléptica. Por ello, es bueno estimular a la persona a que realice deporte”, agregó. E insistió: “Numerosos estudios científicos demuestran la reducción del número de crisis en pacientes en la medida que mejoran el estado físico y la oxigenación a través de un programa de ejercicios”.
No obstante, lamentó que aún existen mitos y desinformación al respecto, y muchas veces los padres, “con la intención de cuidar a los chicos, les prohíben la participación en actividades deportivas, y sin saberlo los perjudican muchísimo porque además restringen la posibilidad de mejorar su interacción social”.
Actividades aconsejadas
Los deportes sin riesgo para la epilepsia son running, gimnasia, danza, tenis, paddle, básquet, hockey, fútbol y ping-pong. En tanto, algunas actividades están desaconsejadas para aquellos que no tienen controladas sus crisis epilépticas por el mayor riesgo de traumatismo severo o muerte si una de éstas se produce durante la práctica, tales como paracaidismo, tiro con arco, caza, escalada, andinismo, esquí acuático, vela, surf, automovilismo, motocross y buceo con tanque.
Asimismo, los deportes acuáticos como la natación son considerados seguros siempre y cuando las crisis estén controladas y el paciente esté siempre acompañado por alguien que lo supervise de forma directa.
En el caso de la equitación o el ciclismo, se deben tomar ciertas precauciones como el empleo de protectores de cabeza, piernas y rodillas para prevenir posibles fracturas tras una caída durante una crisis epiléptica.
“En síntesis, se puede practicar la mayoría de los deportes y sólo por prevención de accidentes están limitados unos pocos (buceo o andinismo) que, claramente, son los menos frecuentes en clubes y colegios”, agregó el neurólogo.
Y en ese sentido, amplió: “Sobre lo que no hay duda es que el ejercicio físico comporta múltiples beneficios psicológicos, disminuyendo el estrés y mejorando la autoestima y la depresión. La práctica deportiva, en cualquiera de sus manifestaciones, tiene una dimensión social muy amplia. En este sentido el deporte cuenta, entre sus cualidades más constructivas, con su capacidad de integración”.