A pesar de que se realiza hace más de 40 años, recién el 1 de agosto de 2023 se celebró por primera vez el Día Nacional de Equinoterapia, una conquista para las familias y el personal de salud que hace años lucha por la visibilización y reivindicación de esta alternativa terapéutica con caballos que se realiza en más de 250 centros de distintas provincias de Argentina.

Foto: Natalia Guerrero

El 1° de agosto de este año se celebró por primera vez en el país el Día Nacional de Equinoterapia. Una conquista para las familias y el personal de salud que hace años lucha por la visibilización y reivindicación de esta actividad que tiene una historia de varias décadas en Argentina.

Se trata de una alternativa terapéutica con caballos, una herramienta distinta tanto para personas con discapacidad como para quienes se encuentren atravesando cualquier estado de salud que dificulte su cotidianeidad, teniendo una demanda en alza de pacientes con diagnósticos relacionados a la salud mental como depresión, adicciones o estrés postraumático.

Según datos de la Red Argentina de Equinoterapia (RAE) se utiliza este método desde hace 40 años, habiendo en la actualidad unos 250 centros distribuidos en diferentes provincias. La RAE se encuentra trabajando fuertemente en una ley nacional basándose en los antecedentes que marcan los ámbitos provinciales.

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Son nueve las jurisdicciones que cuentan con leyes pero no en todos los casos están reglamentadas. Misiones, por ejemplo, es la segunda provincia en el país que tiene sanción y reglamentación de una ley de equinoterapia desde el año 2019.

Además de ostentar marco legal y ser miembro activo de la RAE, Misiones cuenta con un establecimiento de características únicas en el país: el Centro Hípico Modelo de Equinoterapia. Está ubicado a la altura del kilómetro 2 y ½ de la Ruta Nacional N°105 en el paraje Santa Inés, perteneciente al municipio de Garupá.

En el lugar se asiste a 22 pacientes con diferentes diagnósticos, y hay siete caballos exclusivamente entrenados para equinoterapia.

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“En el país no hay otro centro que dependa del Estado y sea totalmente gratuito; esto es así a partir de la sanción de la ley en 2019. Este es un centro que está preparado exclusivamente para equinoterapia”, explicó en diálogo con Télam-Confiar, la psicóloga y coordinadora del equipo de salud, Rita Filich.

Y continuó: “Generalmente los centros de equinoterapia funcionan o en hípicos o en lugares adaptados. En cambio, nuestro centro está preparado, la pista, la rampa, todo el predio, para realizar esta actividad”.

Filich describió que en el centro trabajan “con cualquier tipo de discapacidad, no tiene un condicionamiento, ni siquiera la edad, y también con otras problemáticas en salud mental, como por ejemplo ansiedad, estrés postraumático, depresión, adicciones e incluso con pacientes oncológicos”.

Es que, según la especialista, “la equinoterapia es un tratamiento con un campo sumamente amplio; lo único que se requiere es que tenga un certificado de aptitud física y una prescripción médica”.

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En cuanto a los cuadros que abordan desde el centro hípico modelo, detalló que se trabaja con discapacidad motriz o visual o bien con pacientes con parálisis cerebral, Síndrome de Down, y retrasos madurativos.

“Actualmente tenemos pacientes desde los 3 años y nuestro paciente más grande tiene 13 años. También va a ingresar al centro una chica que tiene un diagnóstico de una enfermedad física y tiene 35 años. Pero el rango de edad es por una cuestión de demanda; generalmente nos piden más para chicos. Sin embargo, tenemos un proyecto armado para trabajar en personas mayores”, comentó Filich.

En relación al tiempo que requiere la rehabilitación de cada caso, la psicóloga señaló: “En los pacientes con discapacidad, como son generalmente crónicos, no hay un tiempo límite, lo que se va haciendo es modificando los objetivos. Por ejemplo, en un paciente con autismo, en un primer momento quizás vamos a trabajar más apuntando a lo que es las habilidades sociales y una vez que empezamos a interiorizar esto cambiamos y trabajamos lo que es integración sensorial. Eso va a depender muchísimo del paciente”.

Foto: Natalia Guerrero

En ese sentido, respecto a cómo es esa interacción o socialización con los caballos, la coordinadora respondió: “Generalmente se cree que para equinoterapia cualquier caballito o el caballo rescatado sirve y en realidad para equinoterapia el caballo tiene que estar sumamente entrenado”.

Y añadió que “dentro de la equinoterapia tenemos, por ejemplo, lo que es hipoterapia, que son pacientes que no realizan ninguna acción sobre el caballo e incluso muchas veces no pueden montar solos, o sea, que tiene que montar algún profesional con él porque no se pueden mantener solos arriba del caballo, entonces el caballo tiene que estar preparado para todo esto y aparte para todos los elementos que se usan en la sesión”.

La tarea es llevada a cabo por un equipo interdisciplinario que tiene un área de salud, un área de educación y un área ecuestre.
“El área ecuestre justamente es el que se va a encargar de amansar y entrenar al caballo. Por ejemplo, para un paciente a lo mejor necesitamos un caballo muy activo y para otro paciente necesitamos un caballo que sea más tranquilo, más calmo, todo eso va a depender del objetivo que tengamos con ese paciente”, sostuvo.

Jere y Pomelo, un vínculo de acero

Jeremías Vera tiene 8 años y desde hace cinco accede al tratamiento de equinoterapia en el Centro Hípico Modelo de Garupá. Nació prematuro y a consecuencia de ello, padece paraparesia bilateral, que es una debilidad muscular en los miembros inferiores, y además fue diagnosticado con el Trastornos del Espectro Autista (TEA).

Foto: Natalia Guerrero

Jere encontró en Pomelo, un aliado. Su caballo representa un vínculo y una herramienta para socializar con el entorno. “En cada sesión me devuelven un chico distinto, un chico que vincula de otra manera”, contó por su parte Silvina Adorno (41), la mamá, a Télam-Confiar.

Y continuó: “Él actualmente aún no corre, por ejemplo, está afectada su cuestión a nivel neurológico y motriz. Fue prematuro de alto riesgo, nació con 32 semanas y pesó un kilo, todo eso influye. Arrancamos con esa cuestión en terapia, y su estimuladora temprana empezó a ver otras cuestiones que se comprometían en el desarrollo, entonces acudimos al neurólogo quien en conjunto con una psicóloga y una psicopedagoga, lo diagnosticaron que está dentro del espectro autista”.

Actualmente está con dos tratamientos en paralelo, pero confluyen con un mismo equipo. La familia Vera Adorno es de Posadas y todos los miércoles se traslada desde su domicilio hasta el municipio vecino para la cita infaltable entre Jere y Pomelo.

Foto: Natalia Guerrero

“Jeremías era un chico que no miraba a los ojos, que es propio de un autista. Hoy él puede llevar una comunicación, responderte lo que vos le preguntás con coherencia, entonces lo que yo rescato de la equinoterapia es la cuestión vincular. Él puede vincularse con el contexto que lo rodea”, relató orgullosa.

Y concluyó: “Jere está evolucionando desde el disfrute, desde el goce. Tiene un aprendizaje sumamente significativo para él; trabaja todas las áreas. El equipo profesional trabaja con él desde el piso, o con él arriba en el caballo, nosotros podemos ver la coordinación, la atención, la cuestión postural, la cuestión motriz”.

POR GRISELDA ACUÑA – RED ARGENTINA DE PERIODISMO CIENTÍFICO