Espiar el celular ajeno ya es una adicción

El magnetismo de la pantalla hipnotiza. Algunos no pueden resistirse a ver la intimidad de los demás.

Sin embargo, esa acción involuntaria es más frecuente de lo que se cree. ¿Por qué sucede esto?

Un equipo de investigadores de la Universidad Ludwig Maximilian, de Múnich, Alemania, indagó sobre el tema a través de una encuesta, y descubrió que el “espionaje sobre el hombro era en su mayoría casual y oportunista”, algo que normalmente sucedía entre los desconocidos en el transporte público o cuando la gente se desplaza. “El tiempo muerto en los viajes puede ser un factor clave para que aparezca este fenómeno, ya que los argentinos invierten de 13 a 18 días al año para ir a trabajar”, según un relevamiento de Poliarquía Consultores para el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires.

“El fenómeno de mirar las pantallas de otros se debe a una serie de factores: la ansiedad que genera estar sin ningún dispositivo en las manos y frente a los ojos, lo que se vincula con cierta adicción, carácter hipnótico, seductor, intuitivo y de urgencia”, reflexiona Joaquín Linne, investigador del CONICET y el Instituto Gino Germani, de la UBA.

 

En la actualidad, el mundo está plagado de dispositivos, es una era visual donde las imágenes predominan sobre otros soportes. “En las casas hay más pantallas que medios gráficos juntos. Eso no obedece a temas económicos, ya que es más barato comprar un diario o una revista que una tableta u otro celular, sino que se trata de una decisión de los adultos”, manifiesta Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación y autora de Ruidos en la Web.

 

Morduchowicz dice que “mirar la vida del otro a través de Internet se potencia en las pantallas, mucho más que una televisión con tiempo y espacio, y lo privado es compartido”.

Fuente: Clarín