Fabián Veloz: de la carnicería a cantar en los teatros más importantes del mundo

Fabián Veloz es un tipo sencillo, pese a ser uno de los barítonos más destacados de la última década. Nacido en Ayacucho, un día lo escucharon cantar y le recomendaron que estudie canto lírico. En principio no tomó muy en serio esta recomendación de Shirley Ocampo, pero el tiempo le dio la razón a quien era su maestra. Hoy, y tras varios años de carrera, ya pisó los más grandes escenarios del mundo y este año encabezó la apertura de la temporada lírica del Teatro Colón con Rigoletto, de Giuseppe Verdi.

“Como toda cosa que sucede, es por casualidad. Si bien soy guitarrero, de cantar folclore, un día me escucharon y me recomendaron que estudie canto lírico, lo cual para mí es como que me digan que sea piloto de avión. Y más en Ayacucho, donde lo más cerca de la ópera eran las galletitas”, cuenta Veloz, quien finalmente le hizo caso a su maestra de canto.

Empezó su carrera en el conservatorio de La Plata y un día pasó al Colón que, según reconoce, “es lo máximo a lo que uno puede aspirar”. Esta casa sagrada que se construyó entre fines de 1800 y principios del siglo pasado, cuenta para muchos especialistas con la sala con la mejor acústica para ópera del mundo. “Cantar ahí es como cantar en mi casa”, dice, y agrega que si bien el teatro de La Scala de Milán o el Metropolitan de Nueva York son como objetivos de todo artista, ya pisó grandes escenarios en teatros de China, Estados Unidos, España, Italia Brasil y Montevideo.

Lejos quedó su Ayacucho natal, aunque siempre está volviendo no sólo para ver visitar a su familia y amigos. En la ciudad de 20 mil habitantes que celebra cada año la Fiesta Nacional del Ternero, Veloz es local. Allí, dedicó muchos años a trabajar, codo a codo, en la carnicería junto a su padre. “Soy carnicero, no lo ejerzo más, pero uno nunca pierde el oficio”, cuenta entre risas este “buen asador”, según se define, y que sorprendió desde el escenario en obras como La Traviata, Simón Boccanegra, Tosca y Otello. 

Según cuenta, la voz del barítono puede ser más longeva que el tenor, por lo que hasta los 55 ó 60 años podría seguir en el escenario. Lo que no perderá, seguramente, son los “nervios” que todo artista, más allá de los años de carrera, siempre tiene. “Siempre hay nervios porque nunca es igual a la otra vez. Las notas son las mismas pero el sentido nunca es igual. Yo he cantado muchos padres de Verdi no siendo padre. Y volví a hacerlo siéndolo y ya no es lo mismo. Ahí está la magia de la ópera”, afirma.


 Más allá de su carrera exitosa, a veces a Veloz se le hace duro la vida de hotel. “Estás solo, a veces por poco tiempo y a veces mucho. Ojalá uno pudiera llevar la familia, pero es imposible. Mi mujer a veces me acompaña, es coreuta estable del Teatro Colón. Pero es difícil, dejamos muchas cosas de lado. A veces nuestra vida es una vida de hotel”, reconoce.


La ópera es un lenguaje universal y es muy querida en todo el mundo. Aunque en Argentina está algo lejos de lo popular, el hombre de Ayacucho espera que esa materia pendiente se apruebe en el futuro próximo. “Es algo que criticamos, que se relacione a una cuestión de elite. Tenemos la materia pendiente de acercar a jóvenes”, dice.

(DIB)