Filosóficamente, ¿de qué hablamos cuando hablamos de Paleontología?

La Paleontología es una ciencia con 200 años de historia, los cuales han cabalgado intermitentemente entre otras dos disciplinas: Geología y Biología. Hasta el día de hoy la cuerda tensionada entre ambos extremos sigue siendo un eje importante en el desarrollo de las actividades paleontológicas.

La Paleontología es la ciencia que estudia la vida en el pasado. Esto consiste en la incorporación de la variable temporal a los estudios biológicos, o de la variable biológica a los estudios geológicos. La herramienta fundamental del trabajo paleontológico son los fósiles, quienes pueden agregar la palabra “historia” en la historia de la vida.


 

El fósil en sí mismo constituye una dicotomía: está formado a partir de restos o rastros producidos por seres vivos pero que son retenidos dentro de la litosfera, lo que los convierte en rocas. La naturaleza misma del fósil es bivalente: geológica y biológica. Al conjunto de todos los fósiles se lo denomina registro fósil, el cual resulta el objeto de estudio de la Paleontología.

Entonces, ¿cómo encarar la Paleontología? ¿cuál es el enfoque más apropiado con el que se considera al registro fósil? La pregunta es difícil de contestar. Si uno ve el desarrollo histórico de la disciplina, puede encontrarse con ambos extremos en diferentes ocasiones.


A modo de ejemplo, la Bioestratigrafía, una subdisciplina paleontológica que tiene por objetivo la ubicación temporal de los fósiles en un contexto estratigráfico y su uso para datar los mismos sedimentos donde están contenidos, tiene un origen netamente geológico, e incluso se puede llegar a considerar un rama de la Geología que precede a la Paleontología. Sin embargo, sus fundamentos son principalmente biológicos, ya que contempla la aparición y extinción de organismos y toma supuestos evolutivos (que no desarrolla).

La Paleontología Evolutiva, por ejemplo, está inevitablemente ligada a conceptos biológico-evolutivos, de los cuales se alimenta y a los cuales nutre con sus aportes, incluyendo el dado por la idea fundamental de tiempo en términos geológicos.

La Tafonomía, otra subdisciplina (nacida a principios del siglo XX), tiene como objeto estudiar las condiciones en las que se da la preservación de los fósiles, los procesos previos al pasaje de éste entre la biosfera y la litosfera. Para ello, la Tafonomía no llega a anclarse en ninguno de los dos extremos, se nutre tanto de fundamentos biológicos como geológicos generando una mixtura de ambos. También, la Tafonomía tiene enfoques propios que no pertenecen completamente a ninguno de los dos extremos y surgen completamente del saber paleontológico.

La metáfora más difundida entre los paleontólogos es la del rompecabezas incompleto. Ésta considera a los fósiles como excepciones, excentricidades de la naturaleza que funcionan como ventanas ocasionales de la vida antigua. Reconstruir este pasado se asemeja al armado de un rompecabezas para el cual contamos con muy pocas piezas.

Así, la tarea del paleontólogo es casi la de un detective que con unas mínimas pistas debe establecer un hecho. La incompletitud e imperfección del registro fósil genera un sesgo al que el paleontólogo debe enfrentarse constantemente. Esta es la falencia que destacaba Charles Darwin a la hora de incorporar los fósiles en su desarrollo de la Teoría de la Evolución por medio de la Selección Natural. En todos los años posteriores a Darwin, la incompletitud del registro constituyó un argumento siempre presente para la valorización del mismo. Durante el desarrollo de la Síntesis Evolutiva, en la década de 1930, el papel de la Paleontología quedó relegado a un aportador de pruebas por estas mismas razones.


 

Stephen J. Gould y Niles Eldredge se basaron en una visión distinta del registro para el desarrollo de su Teoría de los Equilibrios Puntuados en 1977, una alternativa al Gradualismo Filético por el que abogaba la Síntesis Evolutiva (hablando de diferentes teorías para explicar el funcionamiento de la evolución biológica).

Para estos paleontólogos, el registro no constituía una entidad eternamente padeciente de la incompletitud sino que muchas veces podía preservar secuencias completas observables. Con esta premisa elaboraron una nueva teoría evolutiva que permitió cambiar la posición de la Paleontología respecto a la evolución. Desde la década de 1980 surgieron una gran cantidad de movimientos dentro de la Paleontología que abogaron por la visión analítica de los fósiles y los datos que estos presentan, lo que constituyó la Revolución Paleobiológica.


Actualmente, la visión de la Paleontología como una subsidiaria de la Geología es la prevalente entre los paleontólogos. A su vez, la consideración de la Paleontología respecto a teorías biológicas (principalmente la evolutiva) también es secundaria, y muchos paleontólogos juzgan que ésta sigue constituyendo un aportador de pruebas, en el mejor de los casos.