Helado sin fronteras: la industria argentina sale a conquistar el mundo

De crema o agua, en cucurucho, vaso o palito, artesanal o industrial. En todas sus variantes, el helado argentino tiene una fiel legión de fanáticos en el país dispuestos a disfrutar de sus virtudes tanto en el más áspero de los veranos como el más crudo de los inviernos.

Creado sobre la base de la tradición heredada de los inmigrantes italianos, este producto ha comenzado a ser reconocido en todo el mundo por su calidad, con premios y menciones en varios concursos extranjeros.

El consumo local se ha acelerado. Veinte años atrás, los argentinos comían en promedio tres kilos de helado por año, cifra que trepó a 6,9 kilos en 2017. Sin embargo, el país está bastante lejos del consumo de mercados como Nueva Zelanda (28,4 kilos), Estados Unidos (20,4 kilos) y Australia (18 kilos).


 

Según un estudio de Mordor Intelligence, se espera que el valor del mercado global de los helados trepe hasta US$89.500 millones en los próximos cinco años, con una tasa de crecimiento anual compuesto del 4,9% para el período comprendido entre 2018 y 2023. Las multinacionales Unilever y Nestlé son los principales actores.

Los fabricantes de helado argentino (tanto artesanal como industrial) no desconocen la oportunidad que existe fronteras afuera. Con paciencia, han comenzado a diseñar sus estrategias para conquistar los paladares extranjeros y ganar más peso en el escenario internacional.


 

El escenario actual

La Argentina exportó 3063 toneladas de helado en los primeros 11 meses de 2017, informó la Subsecretaría de Alimentos y Bebidas dependiente del Ministerio de Agroindustria. La cifra representa una suba del 65% respecto del mismo período del año anterior. Uruguay es el principal mercado y se queda con el 38,3% del volumen, seguido por Paraguay con 26,8% y Chile con 24,9%.

Pero el país todavía no está cerca de entrar al top 10 de naciones exportadoras de helado, que encabeza Francia, con 139.677 toneladas anuales y cierra Polonia, con otras 42.287. ¿Los principales importadores? Gran Bretaña y Alemania, con 127.627 y 124.803 toneladas, respectivamente.

La cordobesa Grido, que cuenta con más de 1500 locales en la Argentina, exporta 2500 toneladas de helado a tres países. “En Uruguay tenemos 60 franquicias; en Chile 50, y en Paraguay, que fue el último país al que entramos, 45”, dice Sebastián Santiago, uno de los dueños de la compañía.

“El primer país al que ingresamos fue Chile, en 2006. Tuvimos que migrar el modelo de franquicias en barrios que tenemos en la Argentina porque la configuración comercial allá es distinta, está más centralizado en malls. Nos costó casi cinco años darnos cuenta”, admite Santiago. Hoy, las exportaciones representan 4,5% de su venta, cifra que planean duplicar en los próximos cinco años.


 

Chungo también tiene presencia en el país trasandino, que lidera el consumo sudamericano de helado, con ocho kilos. “Exportamos desde 2002 con continuidad y sin ningún tropiezo”, comenta Ariel Davalli, vicepresidente de la firma. No lo hacen bajo su marca. En cambio, tienen dos unidades de negocios: gastronomía, mediante la cual venden a un distribuidor en Santiago y como marca blanca para un supermercado. Aunque no revela el volumen exportado, Davalli reconoce que representa cerca del 15% de su producción anual.

Freddo es otro de los que pisa fuerte en el exterior. De un total de 180 locales, cerca de 80 están ubicados en otros países, como Brasil, Chile (regresó en 2005 con su nuevo dueño, el fondo Pegasus, luego de una incursión fallida en los 90), Estados Unidos, Uruguay y Paraguay.

Entre los industriales, se destaca Arcor, la principal productora de alimentos del país. “Actualmente exportamos helados a Paraguay y Bolivia”, dice Tomás MacGillivray, gerente de Congelados del Grupo. “En la actualidad, después de la Argentina, el mercado donde más facturamos es Uruguay. Las participaciones de Paraguay y Bolivia son muy similares. Estamos exportando el 10% de nuestra producción local y armando la estrategia para ir aumentando este porcentaje, ya que vemos grandes oportunidades en estos mercados”, agrega.


Sabor local

Muchas veces, el desembarco en un mercado extranjero exige incursionar en nuevos gustos para adaptarse al paladar local. Ese fue el caso de Chungo. “En Chile tuvimos que desarrollar algunos gustos puntuales, como lúcuma, que es un producto que acá no se vende. También hay sabores que tienen mejor desempeño acá que allá, como el dulce de leche”, señala.


“Nosotros tuvimos que cambiar nuestra propuesta comercial más que el producto”, afirma Santiago, de Grido. “Cuando en Chile vimos que había sabores propios como lúcuma y chirimoya a priori pensamos en desarrollarlos, pero nos dimos cuenta de que teníamos otros gustos que no existían, como sambayón y quinoto, y decidimos diferenciarnos con estos sabores típicamente argentinos. Más que nada, tuvimos que adaptarnos a la idiosincrasia y los hábitos de consumo. Acá somos más consumidores por delivery y allá no existe, por ejemplo”, dice. En Paraguay y Uruguay, por el contrario, existe más afinidad con las costumbres argentinas.


Arcor, en cambio, nota similitudes en las preferencias de los mercados a los que exporta. “Al igual que en nuestro país, las marcas preferidas en el extranjero son el helado Bon o Bon en sus dos presentaciones de palito corazón y cono, los helados Cofler con almendras y dulce de leche; y los clásicos de agua Slice de frutilla y limón, con trozos de frutas seleccionadas, y Míster Pop’s para los más chicos”, asegura MacGillivray.